Barcelona - El TBO, la revista de historietas que dio nombre a los demás tebeos, apareció por primera vez el 11 de marzo de 1917 de la mano de un impresor de Barcelona, un centenario que se conmemora este año con libros sobre su historia, exposiciones y unas jornadas dedicadas a sus características y su influencia. Aunque el último TBO, como revista periódica, se publicó en 1998, aún permanecen en la memoria de sus antiguos lectores algunos de los personajes o series que marcaron época en sus páginas, como Melitón Pérez, La familia Ulises, Altamiro de la Cueva, las tiras cómicas de Coll o Los grandes inventos del TBO.

Además de la aceptación por la Real Academia de la palabra tebeo para designar a cualquier revista gráfica infantil, su gran popularidad ha dejado frases como “ser un invento del TBO”, “siempre van juntos, como la familia Ulises” o “estar más visto que el TBO”.

La efeméride ha llevado a la publicación del libro en catalán 100 anys: el tebeo que va donar nom als altres (Diminuta Editorial) del periodista e investigador del cómic Jordi Manzanares, y a la próxima aparición en marzo de 100 años de TBO (Ediciones B) del también periodista e historiador del cómic Antoni Guiral.

El centenario del TBO tendrá asimismo dos exposiciones de referencia, la primera en la Biblioteca de Cataluña, del 16 de marzo al 15 de abril, que se complementará con unas jornadas que reunirán a expertos y coleccionistas, y la que le dedicará el 35 Salón del Cómic de Barcelona, comisariada por Guiral, del 30 de marzo al 2 de abril.

El TBO apareció después de que el periodista murciano Joaquín Arques sugiriera al impresor de Barcelona Antonio Suárez lanzar una revista infantil, en la línea del popular Patufet, para sacar un mayor partido al negocio, ha explicado Jordi Manzanares. El nombre habría surgido de una revista lírica estrenada en 1909 con el título T.B.O. y que habría visto Arques.

Los primeros números, con mucho más texto que dibujos, no funcionaron bien y el impresor vendió la cabecera al editor Joaquim Buigas, que sería su director y alma máter del TBO durante 45 años, desde el número 10 y hasta su fallecimiento en enero de 1963.

En la denomina segunda época, que abarcó de 1952 a 1972, el TBO se convirtió de nuevo en publicación periódica y en los primeros años volvió a alcanzar tiradas récord de unos 300.000 ejemplares, hasta un máximo de 350.000 en octubre de 1956. A partir de 1957 inició una decadencia debido a que en los años 50 sectores próximos a la iglesia se encargaron de la orientación de las publicaciones infantiles y promovieron unos contenidos “aún más blancos e inocentes”, soslayando cualquier crítica social. La tercera época (1972-1983) supuso un intento de modernización con la reconversión de la cabecera en el TBO 2000. - Efe