CALI. El caballero en plaza navarro Pablo Hermoso de Mendoza logró hoy un trofeo que no disimula la tarde ajena de bravura en la tercera corrida del abono caleño, que debió aplazar su inicio por intensa lluvia en los minutos previos.
FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Achury Viejo, bien presentados y descastados. Dos de Las Ventas del Espíritu Santo para rejones. Uno, manso, el lidiado en tercer lugar. Y otro con movilidad, corrido en sexto turno.
Miguel Abellán (blanco y oro): Espada baja y vuelta al ruedo. Espada baja y palmas.
Gustavo Zúñiga (verde esmeralda y oro): Espada tendida y palmas. Tres pinchazos, entera y aviso. Silencio.
Pablo Hermoso de Mendoza: rejón contrario y cuatro intentos de descabello a pie. Aviso y palmas. Rejón en lo alto y oreja.
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HERMOSO CORTA OREJA EN TARDE ABURRIDA
Una faena de doma clásica le permitió al rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza cortar la única oreja de una aburrida tercera tarde del abono caleño, pasada por tiempo fresco y que tuvo como escenario una arena afectada por la lluvia que cayó antes del festejo.
Hermoso de Mendoza aprovechó la movilidad del toro de La ganadería de Las Ventas del Espíritu Santo para cuajar una faena en la que las suertes a dos pistas y las cabriolas de sus caballos lucieron ante los espectadores, ávidos a esa altura -el cierre de la corrida- de alguna emoción.
El remate del rejón final certificó la calidad de la tarea y el palco presidencial otorgó el trofeo. En su turno anterior, tercero de la corrida, el rejoneador había encontrado nula colaboración de un astado del mismo hierro.
Los otros dos alternantes se fueron en blanco.
El madrileño Miguel Abellán estuvo cerca de algún reconocimiento pero falló con la espada en ambas ocasiones.
Sus toros no le facilitaron las cosas pero, a punta de sitio y firmeza, las faenas del torero español lograron limar algunos de los defectos de las reses.
Eso sí, no terminó de calar en los casi dos tercios de su aforo que registró la plaza de Cañaveralejo en esta tarde.
Para el colombiano Gustavo Zúñiga, la condición de diestro local pesó poco.
El silencio marcó la labor de su actuación en el quinto de la corrida, quizás un ejemplar con posibilidades, inéditas para el torero.
En el segundo de la tarde, Zuñiga pasó de un prometedor inicio a ver cómo su toro se iba quedando corto hasta no dar juego alguno.