Vitoria - “Vamos a reunir a 13 grupos de danzas en un único concierto y eso es una locura a nivel de organización. Estamos hablando de una actuación que, entre unas cosas y otras, implica a más de 300 personas. Pero está siendo una locura muy bonita”. Agus Barandiaran lo tiene claro, el proyecto no es nada sencillo pero cuando las cosas merecen la pena, no queda más remedio que meterse de lleno en ellas.
Hoy, la cuarta edición del festival Aitzina Folk, cuyos beneficios se destinan a la investigación de la ataxia telangiectasia, vive una de sus jornadas más importantes. Mendizorroza será a partir de las 19.00 horas el punto de encuentro entre el público y un cartel con dos propuestas a la altura. Por un lado, el concierto que para abrir el proyecto Korrontzi Benefic va a ofrecer la banda vizcaína junto a 13 formaciones de danzas vascas. Por otro, la actuación de Gwendal (ver información contigua) en lo que será el arranque de la gira que para celebrar sus 45 años en la música van a realizar por todo el mundo los bretones. Las entradas están a la venta por 17 euros en anticipada y 20 en taquilla.
“Llenar Mendizorroza no es moco de pavo”, dice con una sonrisa Barandiaran, aunque el trikitilari avisa que la propia participación de tantos bailarines y su unión con los músicos va a hacer que “la gente disfrute mucho. Va a ser un concierto muy dinámico, sin descanso. El público va a estar muy atento”. Más allá del estrés que está suponiendo la coordinación de tantas personas, el músico apunta que “situaciones como éstas y las que hemos vivido dentro del proyecto Korrontzi dantzan te ayudan a ponerte las pilas”, una labor que tiene sus recompensas en la reacción de los espectadores. “Vivimos sus nervios en los ensayos pero también la satisfacción que sienten los bailarines cuando ven el resultado. Imagina que hoy estás en el polideportivo, eres un bailarín y hay 2.000 personas aplaudiendo... eso no lo vas a repetir tan fácilmente en tu vida”.
La de Gasteiz es la primera de las tres paradas que los vizcaínos tienen previsto hacer dentro de su iniciativa Korrontzi Benefic, una publicación solidaria a beneficio tanto del Aitzina como de TDH-Gizakien Lurra. “Cada entidad por su lado nos invitó a hacer algún concierto especial para fin de año con la idea de recaudar fondos. Y nosotros dijimos: dos conciertos solidarios, casi las mismas fechas... ¿por qué no reunimos todas esas fuerzas y hacemos algo más potente?”. Dicho y hecho.
El resultado, además de en las actuaciones de hoy en Vitoria, el jueves en Bilbao y el viernes en Azpeitia, se traduce en un pack en el que se incluye un CD con la canción para niños creada por la formación y varias postales realizadas por algunos de los niños y niñas que atienden las iniciativas mencionadas para que los compradores les puedan escribir. “No es un disco convencional, es más ambicioso si cabe”, una experiencia en la que la banda se ha encontrado “con muchos colaboradores” y en la que ha contado con la ayuda, por ejemplo, de Xabier Zabala.
Eso sí, entre este proyecto benéfico, la experiencia de Korrontzi dantzan que protagonizará la actuación de hoy y la idea del formato sinfónico, Barandiaran y los suyos hace ya unos años que no publican un álbum, por así decirlo, convencional, ante lo que el trikitilari ríe: “es que nos dejamos llevar, nos lías y claro...”.
Además, ese trabajo se hace sobre una base que siempre permanece: “el objetivo de Korrontzi es divulgar la música folk”, remarca el intérprete. “Cuando mi maestro Rufino Arriola me empezó a enseñar, lo primero que me dijo fue que la trikitixa es para que la gente lo pase bien, para que la gente baile. Él tenía 83 años y yo como 13 y me enseñó a tocar en su bar. Así que siempre he intentado, en todos los proyectos que he hecho, que la gente se lo pase bien, que colabore y, sobre todo, que nos acompañe trabajando con la música tradicional. En esta escena que tenemos ahora, la música tradicional no ha pasado a un segundo plano sino al fondo de la sala. Los jóvenes no ven tan apetecible acceder a la música tradicional. La ven como algo de viejos o una cosa antigua. Pero si vestimos un poco esa música y ese baile probando nuevas cosas, podemos atraer a más gente”, defiende. “Nosotros no vamos a cambiar la tradición. Nosotros hacemos propuestas y es el público el que decide”.
De momento, a la vista está que los espectadores están respondiendo a ese interés. Un ejemplo. Con su proyecto con grupos de danzas, la banda tenía pensado actuar con 10 o 12 grupos en otros tantos lugares. Sólo en 2016 han ofrecido más de 30 conciertos, también en puntos como Madrid y Barcelona.