MADRID. La industria de la música en vivo anda de uñas en España, con la promotora LiveNation y la distribuidora Ticketmaster en el ojo del huracán. Ambas niegan haberse beneficiado de la reventa de entradas, tras una investigación abierta en Italia y la denuncia de Facua por los próximos "shows" de Bruno Mars.
Hay que remontarse al 21 de noviembre, 10 de la mañana. Arranca la venta para esos conciertos; el sistema recibe "unas 90.000 peticiones" y se forma una cola virtual; se despachan "400 tickets por minuto" y dos horas después no queda nada que vender en ese mercado oficial, que redirige al comprador a una web hermana, del llamado mercado secundario, con entradas al triple de su precio.
"Tenemos prohibido dar entradas al mercado secundario", asevera a Efe Roberto Grima, presidente de LiveNation España, unas palabras que suscribe Eugeni Casamiglia, CEO de Ticketmaster España: "Está prohibido institucionalmente", afirma.
En un reportaje de la televisión italiana, sin embargo, se captó al responsable de LiveNation Italia, Roberto De Luca, reconociendo que su empresa sí desviaba tiques. A cambio, según el programa, se quedaban con el 90 por ciento de los recargos.
"No tengo información y no puedo opinar sobre lo sucedido en Italia", comenta Grima, quien tampoco se manifiesta sobre las declaraciones de su presidente mundial, Michael Rapino, llamando hace solo unas semanas a aprovechar las sinergias con un mercado (el secundario) "en crecimiento" (un 33 por ciento mayor en 2016).
LiveNation y Ticketmaster forman parte de un conglomerado internacional al que también pertenece Seatwave, una plataforma de venta secundaria que facilita el intercambio de entradas autentificadas a cambio de una comisión.
El sistema, creado en teoría para ayudar a los fans, constituye terreno abonado para la especulación, de la profesional a la de compradores puntuales.
"Huele bastante mal en la práctica y nos da a entender que hay un negocio paralelo", señala el portavoz de Facua, Rubén Sánchez, que recela de los "colapsos y problemas" que "habitualmente" presenta Ticketmaster, de lo rápido que se alcanzan los "sold out" y de que aún más rápido aparezcan entradas en reventa.
Casamiglia se explica. "Hay gente que piensa que está colapsado, pero no lo está. Antes sí pasaba y eventos como el de Bruno Mars podían requerir 8 horas, pero se ha invertido mucho en el rendimiento y se prevén mejoras más altas", asegura el directivo, que achaca algunas de esas fugaces entradas en reventa a las preventas con clubs de fans y marcas comerciales.
En este punto, reconoce la frustración de todos aquellos que no consiguen su entrada y, por ello, justifica la existencia del mercado secundario, que ofrece "una segunda oportunidad"... "lógicamente a un precio superior", apostilla.
"Si existe un mecanismo para sacar más dinero que el del mero intercambio, cualquier persona, aunque sea porque no puede acudir finalmente al evento, intentará venderla al mejor precio. De alguna manera, es un sistema que ajusta el precio a la demanda", señala el directivo, que afirma que en un gran número de eventos las entradas pueden conseguirse a un precio menor al inicial.
Roberto Grima no lo ve de forma tan positiva. "A una promotora no le beneficia que exista este mercado. De hecho, es algo contra lo que debemos luchar, pero debemos hacerlo con las instituciones, cambiando la legislación para evitar la especulación", comenta.
En ese debate que actualmente se mantiene en la Asociación de Promotores Musicales (APM) se baraja, por ejemplo, restringir el número de entradas por comprador o habilitar entradas nominales (que obliguen a presentar el DNI a la entrada del concierto), posibilidades todas que contempla Ticketmaster si el promotor lo desea.
"Nuestra posición como empresa del mercado primario es poner medios para que las entradas no lleguen a los especuladores", insiste Casamiglia, que reconoce la "amenaza" de perder a clientes como Doctor Music, otra importante promotora que ya denunció a las plataformas secundarias ante conciertos como los de Springsteen o Red Hot Chili Peppers.
A este respecto, Neo Sala, su presidente, que no duda de que en España "es imposible desviar entradas al mercado secundario" sin su conocimiento, les ha conminado a romper su vínculo con Seatwave.
"No es comprensible ni aceptable que una empresa dedicada a vender entradas en el mercado oficial acabe de alguna forma desviando tráfico de compradores a la reventa. Y obviamente, si no toman medidas, llegará un momento en que la situación será insostenible para nosotros", advierte.