bilbao - El catedrático de Historia de la Universidad del País Vasco Santiago de Pablo es el autor y coordinador del trabajo realizado por un grupo de historiadores de la CAV y Navarra sobre los símbolos que definen al País Vasco como entidad cultural diferenciada del resto del Estado, plasmado en un libro titulado “100 símbolos vascos. Identidad, cultura, nacionalismo.
En el mismo aparecen como símbolos de la sociedad vasca algunos aceptados como la ikurriña, el himno oficial, el euskera, el Olentzero y el Museo Guggenheim, y otros más controvertidos como el anagrama de ETA, el Aberri Eguna, el cura Santa Cruz o la figura de Sabino Arana.
Este trabajo es una continuación del que dio origen a la publicación en 2011 del Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco y, por ello, “parte de las investigaciones profundas que se hicieron sobre la simbología del mundo del nacionalismo vasco”, explicó su autor en una entrevista con Efe.
“A raíz de esta primera publicación nos planteamos dos cosas: por una lado, ampliar el universo simbólico no sólo del nacionalismo sino del País Vasco en general, ver qué símbolos eran compartidos, cuales eran disputados, y, por otro lado, hacer un libro más divulgativo y de calidad. De Pablo ha apuntado, en este sentido, que “todo el mundo sabe de la ikurriña, el lauburu, el Aberri Eguna, los personajes que ha dado Euskadi, pero realmente no sabemos casi nada de su origen, de su evolución, de su significado”.
Santiago de Pablo, doctor desde 1987 en Geografía e Historia por la UPV/EHU y catedrático de Historia Contemporánea en la Facultad de Letras, en el campus de Vitoria desde 2001, considera que “los símbolos son algo muy propio de la humanidad y, aunque podría pensarse que la política actualmente es más racional y menos emotiva, en la práctica los símbolos siguen siendo muy importantes en todas las partes del mundo”. De Pablo reconoce que “los nacionalismos y en especial los que todavía no tienen un Estado, como es el caso vasco, tienen una gran capacidad de crear símbolos y de conseguir que sus símbolos, por lo que sea, lleguen a movilizar a la sociedad”. “Claramente la identidad nacional tiene esa capacidad de crear símbolos y especialmente cuando eres un nacionalismo sin estado porque obviamente tienes que crear y poner los cimientos de algo que todavía no existe y por tanto hay que movilizar mucho más a la población”, ha justificado.
“Pero esto se da también en Estados mucho más consolidados o con nacionalismo de tradición más liberal -ha evidenciado-, donde los símbolos también son muy importantes, como por ejemplo en Estados Unidos lo que significa la bandera o en Francia, el himno de la Marsellesa. Preguntado por los motivos del predominio de la simbología nacionalista sobre la de la izquierda o la derecha, De Pablo ha mantenido que “es cierto que hay otros movimientos políticos y, en concreto la izquierda, que en su momento tenían esa idea de conquistar la calle, de crear una simbología propia opuesta a los fascismos”. “Pero tras el franquismo, no hay un intento de recuperación de sus símbolos propios, algo que pasa todavía mucho más en la derecha, y yo creo que es, precisamente, a causa del franquismo”, ha señalado.
Cuestionado sobre las razones por las que unos símbolos triunfan y prenden en la sociedad y otros no, el historiador ha señalado que “el que un símbolo haga mayor o menor fortuna depende de su atractivo en sí mismo, de las oportunidades, del contexto de la época y de si en el tiempo tiene posibilidades o no de mantenerse”. “En el caso vasco, durante el franquismo muchísimos símbolos estuvieron prohibidos, pero esa misma prohibición es lo que ha hecho que, a veces, vuelvan a coger más fuerza al desaparecer la dictadura franquista, precisamente como símbolos de oposición al franquismo”, ha opinado.