Vitoria - Las últimas visitas a la capital alavesa desde su Arrasate de nacimiento y residencia se produjeron la década pasada gracias a la desaparecida galería Felisa Navarro. Sin embargo, la implacable y en apariencia imparable desaparición de espacios expositivos en Gasteiz ha convertido en misión casi imposible en estos de años de crisis tener un encuentro normalizado entre los creadores -cercanos y lejanos- y el público. Aún así, el escultor Iñigo Arregi regresa y lo hace con la que, como él mismo describe, es “una exposición referencial dentro de mi trayectoria; esto sobrepasa a muchas otras muestras”.

Sea o no esto así, lo que sí hace Dibujando en el aire es sobrepasar las paredes de la Sala Fundación Vital para reclamar la atención del espectador ya que la primera de las esculturas de gran formato que conforman la producción -la mitad de ellas inéditas- se encuentra en el exterior, en plena plaza de los Fueros, en ese lugar único que crearon Eduardo Chillida y Luis Peña Ganchegui, un diálogo a tres que el artista de Mondragón señala de manera especial.

Ya en el interior, la sala se presenta dividida en dos partes. La primera, la que responde, por así decirlo, al concepto de galería es un amplio vistazo tanto a la producción actual como a las características que, en forma y fondo, configuran el estilo del autor guipuzcoano. La segunda es una recreación a pequeña escala del taller que Arregi tiene en Arrasate, un lugar que no sólo está para ver.

De hecho, el artista tiene previsto acudir en varias ocasiones mientras dure la muestra (que cerrará sus puertas el 27 de noviembre) para que el público asistente pueda observarle mientras trabaja e interactúe con él rompiendo esa soledad casi religiosa que se suele crear en el taller de los creadores. No quedará ahí su papel, eso sí. Arregi será también cicerone entre sus propias piezas puesto que la Fundación Vital y la ONCE van a realizar a lo largo de las próximas semanas un programa de visitas guiadas diseñadas de manera específica para personas con discapacidad visual (el primer recorrido se llevará a cabo el próximo 7 de noviembre).

Quienes, de una manera o de otra, acudan a la Sala Fundación Vital se encontrarán con un conjunto de veinticinco esculturas -trece de ellas de gran formato- y veinte relieves que representa una trayectoria forjada “desde el gris de Arrasate”, una huella geográfica, cromática, social y vital que tanto el escultor como sus amigos más cercanos -como el crítico de arte Jean François Larralde, el galerista Bertrand Courtaigne y el escritor Josemari Vélez de Mendizabal- apuntan a la hora de contextualizar esta exposición.

“El hierro y el acero están en sus genes” dice Larralde. “Es un maestro del vacío y de la luz”, subraya Courtaigne. “Sólo intento dar rienda suelta a la inspiración que me viene por distintos caminos”, parece querer excusarse el autor entre tanto halago ante una muestra titulada Dibujando en el aire que hace referencia, en palabras del propio creador, a la configuración de muchas de las obras, “que resultan visualmente ligeras por las líneas aéreas descritas en la parte superior. Técnicamente, la obra se crea uniendo e intercalando planos entre sí, logrando siempre un vacío interior, con una mezcla de formas geométricas puras y otras más orgánicas”.

Como se puede ver en esta exposición, que también cuenta con distinto material gráfico y con referencias en los medios de comunicación a su carrera artística, Arregi diseña, realiza las maquetas en madera, aplica las nuevas tecnologías en las piezas y las redimensiona con infinitos puntos de ordenador, en un escaneado en 3D, para así conocer la dimensión exacta de la pieza. Cada una de sus obras es estudiada a fondo por el artista, que es también quien determina el tamaño definitivo de la misma, la ubicación idónea de la pieza y su acabado preciso. - DNA