La pelea por la conquista de la sempiterna audiencia del tramo mañanero de las cadenas convencionales que son las que realmente se reparten el pastel de la pasta e influencia social, pivota sobre tres mujeres, tres profesionales como la copa de un pino con matices, tonalidades y registros variados que le dan cierta competencia a la manera de contar actualidad, crónica rosa, juicios paralelos de un robo corrupto o crimen pasional.

Las tres estrellas de la mañana televisiva estatal, Ana Rosa Quintana, Susanna Griso y María Casado son tres periodistas al frente de poderosos equipos de producción y colaboradores, muy iguales en el fondo, variando en formatos estéticos de distinta iluminación y color en platós minimalistas pero suficientes para la retahíla de conversaciones que trenzan las protagonistas a lo largo de agradecidas mañanas de audiencias que consumen actualidad de diferentes ritmos y contenidos.

Estos magacines de entretenimiento tienen poderoso sesgo informativo y las unidades móviles aproximan las cercanías de un juzgado o el prado árido de un descampado a los televisores en un ejercicio de periodismo directo y vivo con matraca de repetitivos vídeos. La mañana, El programa de Ana Rosa y Servicio público son tres apuestas de las primeras teles del mercado, que consolidan el star system (estrellas) de las presentadores en competición.

Las protagonistas del escenario mediático llevan con estudiado ritmo los más de doscientos minutos de producción en un modelo que se agotará en sí mismo y que iniciara hace un siglo el inefable Jesús Hermida, primera rutilante estrella de los informativos.