bilbao - Zipi y Zape y el club de la canica consiguió recaudar cinco millones de euros en taquilla. Tres años después, el director Oskar Santos (Bilbao, 1972) vuelve a apostar por los hermanos creados por Escobar, con una nueva trama en la que los protagonistas tendrán que hacer frente a personajes inspirados en las novelas de toda la vida.

El estreno fue hace unos días, ¿qué sensaciones tiene con esta nueva película?

-Ha arrancado un poco remolona, no sabemos si es porque coincidió con un fin de semana de cambio de mes, aunque es verdad que entre semana no ha ido mal. Comparándola con Zipi y Zape y el club de la canica, la evolución está siendo parecida. Se mantiene, aunque dependemos un poco de otros estrenos como la película Mascotas que seguro va a ser un éxito. Por otro lado, sabemos que la película gusta mucho, así que soy relativamente optimista.

Con ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ recaudó cinco millones de euros. ¿Espera repetir esa cifra?

-Alcanzar esa cifra ahora me parece difícil. Sin embargo, habrá que ver cómo se mantiene la película, todavía es un poco pronto para decir si llegaremos o no. Como mínimo, espero que alcance la mitad de esa cifra. Es un mal consuelo, pero estoy encantado con la película, que es lo importante, estar contento con el trabajo de uno mismo es fundamental.

En cartelera también está ‘Mascotas’. ¿Cómo está la competencia en el cine infantil?

-Hay que tener en cuenta que Zipi y Zape y la isla del capitán se ha estrenado en el mes más complicado. Ahora, seguramente, arrasará Mascotas, no lo dudo, pero también creo que nuestra película es muy diferente. Lo noto por las reacciones de los chavales. Con Mascotas se lo pasarán bien y les encantará pero, por ejemplo, con Zipi y Zape y el club de la canica había algo que les obligaba a ver la película una y otra vez, y creo que es porque se identifican con los personajes. Los protagonistas viven una aventura y hay algo que te recuerda a ellos, porque son muy reales. Eso también se transmite en Zipi y Zape y la isla del capitán, y espero que eso a la larga favorezca a la película.

¿Por qué decidió apostar en 2013 por un clásico como ‘Zipi y Zape’?

-Conocía bien sus tebeos, pero creía que no tenía sentido hacer una adaptación fiel, y la verdad es que nunca la hubiera hecho. Propuse hacer una película con estos personajes porque muestran la esencia de la infancia. Zipi y Zape reflejan, de alguna manera, lo que todos hemos sido de niños: hermanos inquietos y curiosos, y me parecían perfectos para que protagonizaran una película de aventuras, al estilo de clásicos como Regreso al futuro o Los goonies.

¿Ha recibido alguna crítica por no hacer una adaptación fiel al tebeo?

-Personalmente no he recibido ninguna, pero tengo claro que yo no hago películas a la carta, sino que hago la mejor película que considero. La mayoría de la gente que me ha puesto verde no ha visto la película. Somos así, pensamos: “No lo he visto pero seguro que es una mierda”. Tengo la certeza de que a un porcentaje altísimo de los que vieron Zipi y Zape y el club de la canica, y sobre todo los niños que están libres de prejuicios y que les da igual de dónde sea la película o quién la haya hecho, les encantó. Creo que debemos dejar de darle tanta importancia al Twitter o a las redes sociales, porque no la tienen, eso no es el mundo real.

La banda sonora de esta segunda parte la grabó la BOS, ¿cómo fue la colaboración?

-La primera parte también la grabé con Fernando Velázquez y estuvo interpretada por la Orquesta y Coro de RTVE. También trabajé con él en El mal ajeno. Fernando es de Algorta y nos conocemos desde hace mucho tiempo. Siempre he trabajado con él y es una auténtica maravilla. Para mí esos son los mejores minutos, cuando tu trabajo está terminado y te pones escuchar a la orquesta.

Ha cambiado los actores protagonistas porque los que participaron en ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ se han hecho mayores para interpretar estos papeles.

-Sí, siempre intentamos que tengan un cierto aire a los personajes, pero soy de los que piensan que lo que se necesita de verdad en una película es tener al mejor actor posible. También creo que lo mejor es que los chavales tengan la máxima naturalidad. En el caso de Zipi y Zape, los personajes son mellizos y no se parecen en nada. Esta es una gran pelea, porque mucha gente cree que son gemelos, pero no, son mellizos: uno es rubio y otro moreno, aunque Escobar los dibujase igual pero con distinto pelo. Como director a mí tampoco me viene bien que sean gemelos porque te obliga a buscar a dos intérpretes iguales, y eso multiplica la dificultad de encontrar actores.

¿Cómo ha sido rodar una película con tantos niños?

-Estoy encantado con los chavales. Ha sido una gozada trabajar con Teo Planell y Toni Gómez. Rodar con niños fue maravilloso en la primera parte y lo ha vuelto a ser en la segunda, porque con ellos se genera una especie de buen rollo.

La actriz Elena Anaya es la encargada de interpretar a la villana en esta segunda parte.

-Sí, siempre he creído que el villano tiene que ser un gran actor de cine o de teatro. En la primera fue Javier Gutiérrez y en la segunda la directora de casting nos propuso a Elena Anaya. Nos pareció una opción perfecta y maravillosa, pero teníamos que ver si a Elena le apetecía, porque esta película necesita un acto de fe, saber jugar y pasártelo bien. El personaje es un caramelo pero hay que saberlo ver, y Elena lo vio clarísimo desde el principio. Es necesario entender el personaje, porque es así y porque hace lo que hace. Además, Elena le da a la película una categoría superior y demuestra lo que es: una gran actriz que cada año que pasa es mejor y que es capaz de hacer lo que quiera. Hay gente a la que le sorprenderá verla en este registro, pero a mí no me extrañó, porque sabía que ella puede hacer lo que quiera.

Dice que esta segunda parte es “más adulta y emocional”. ¿Por qué?

-Cuando dije que era más adulta, lo que realmente quise decir es que conecta mejor con el público adulto. La primera fue una apología de la infancia, del juego y de la amistad. En esta se trata el conflicto generacional entre padres e hijos, cómo a esos padres se les olvida que una vez fueron niños y posiblemente fueron peores que sus propios hijos, es decir, se olvidan de lo que fueron ellos cuando tenían 11 años. Por otro lado, a los hijos les cuesta mucho ver que cuando sean mayores serán como sus padres, porque la verdad es que el ciclo de la vida te lleva a repetir esas frases que tanto odias de tu padre y de tu madre. Todos hemos llegado a un momento en el que hemos dicho: “¡Dios mío, esa frase la decía mi madre!” Todo esto le da a la película un doble valor. Por un lado los padres se ven reflejados porque también habla de ellos, viajan al pasado y a su infancia; y por otro le da un valor emocional.

Después de estas películas, ¿volverá a hacer filmes como ‘El mal ajeno’ o le ha enganchado el cine infantil?

-Parece que vuelvo al cine adulto, aunque no sé todavía exactamente con qué. No lo tengo muy claro, pero lo que sé es que no será una comedia, no será un filme terror, ni estará dedicado al publico familiar. Quiero encontrar una cuarta historia que me apetezca contar.

Echando la vista atrás, ¿qué queda del Oskar que iba a la cafetería de la universidad con Alejandro Amenábar?

-Creo que nada. La verdad es que todos hemos cambiado mucho. Es una etapa más de mi vida, y no es que la considere perdida, pero me habría gustado haber estudiado algo que realmente me hubiese formado como director. No fue así, pero al menos conocí a mucha gente que todavía son mis amigos y que me han ayudado a llegar a donde he llegado. Ellos me han hecho crecer, pero aquella facultad, desde el punto de vista pedagógico, a mí no me aportó nada.

¿Es cierto que la infancia no fue su mejor etapa?

-Aquello se entendió mal. Lo que quise decir es que no soy una persona que mire para atrás. Es verdad que esta película tiene muchos puntos de nostalgia, pero porque sé mirar al Oskar de 12 años y recordar lo que me gustaba. Eso lo llevo bien a la película, y es lo que me conduce a conectar bien con los chavales. Pero en esta película también defendí el sentido de actualidad. Por ejemplo, la tecnología tenía que ser importante. Hoy en día una película de niños sin que aparezcan con móviles es imposible, del paleolítico. En cuanto a mi infancia, fue una etapa muy bonita, pero no me gusta vivir con el síndrome de Peter Pan. Es como mi época de la facultad; fue una etapa más, y creo que es un error mirar para atrás constantemente. Quizás por eso no tengo Facebook ni muchas fotos de mi pasado, porque creo que lo mejor está por llegar. Todo este movimiento de la nostalgia ochentera bien entendido está bien, pero hay que mirar al futuro.

Los personajes de esta entrega están inspirados en los de las novelas de toda la vida.

-Sí, se me ocurrió que la villana fuera una especie de reproducción del personaje de Peter Pan. En realidad, en el cuento él es el malo de la historia, lo que pasa que ahora está muy pasado por el tamiz de Disney. Cuando lees con profundidad el cuento te das cuenta de que él es el villano que ha engañado a todos los demás, que va contra natura, miente, engaña, elude responsabilidades... Ese es el síndrome de Peter Pan y era perfecto para nuestra villana. Se nos ocurrió que sería maravilloso que también hubiera un Capitán Nemo, un Jekyll y Hide o un Sherlock Holmes... Y fue la idea perfecta para viajar por todas las novelas de aventuras clásicas.