Nuestro Consistorio está negociando con la empresa Repsol la cesión de la Gasolinera Goya al patrimonio de nuestra ciudad. La idea barajada por el Ayuntamiento consistiría en ubicar ahí la Oficina Municipal de Turismo. Y recuperar así la singular construcción que lleva en desuso desde hace más de un lustro. Para ello se dotaría a este edificio de diferentes equipamientos relacionados con el nuevo uso proyectado: atención al turista, tienda de productos locales y souvenir, quizá un espacio expositivo? En principio, es ésta una buena noticia pues el mejor modo de conservar nuestras joyas arquitectónicas es dotándolas de uso. Aunque esto signifique que haya que realizar alguna intervención en ellas. Mal menor éste si se actúa con mucho criterio, cuidado y cautela. Como si se tratara de una operación quirúrgica. Premisa ésta que muchas veces, como explicaremos en líneas siguientes, no siempre se cumple por estos lares.
Recordemos que la Gasolinera Goya está catalogada, desde 1994, como bien cultural. Se considera uno de los pocos edificios del primer racionalismo alavés, de los que quedan contadas muestras en Gasteiz. Además, es un ejemplo único de estaciones de servicio en el País Vasco de aquella época. Su originalidad estriba en que se aporta una solución racionalista a la construcción de una empresa de servicios como es una gasolinera. Recordemos que el edificio fue proyectado en 1935 por el arquitecto José Luis López de Uralde, con la colaboración de Francisco Alonso Martos y por encargo del empresario Vicente de Goya, siguiendo los cánones del racionalismo, corriente arquitectónica en boga en aquel momento. En líneas generales podríamos resumir que este movimiento basa su fundamento en el rechazo a toda ornamentación gratuita, predominando los conceptos de estructura y función, haciendo uso de formas geométricas simples y apostando por materiales actuales como el acero, el hormigón y el vidrio.
El buen estado de conservación de la gasolinera Goya, su ubicación estratégica en nuestra ciudad y sus dimensiones manejables, hacen de este edifico un espacio ideal para ubicar allí una acertada oficina de turismo. Pero esperemos que el ayuntamiento vele porque el lenguaje racionalista quede patente en la futura actuación y no se añadan elementos innecesarios al edificio. Esperemos que después de la operación su imagen exterior muestre la época a la que pertenece.
Una buena opción, si finalmente se decide actuar en la otrora gasolinera, sería la puesta en marcha de un concurso abierto de proyectos -con jurado de expertos- a fin de asegurarnos, acometiendo su recuperación con buen tino, el mejor futuro para este edificio .
Recordemos que en esta ciudad somos muy dados a atentar contra nuestro propio pasado. Ya hemos visto desaparecer algunos sustratos de historia de nuestras calles bajo capas de dudosa actualidad. Una ciudad debe de velar por la conservación y el respeto de su patrimonio material e inmaterial. Esperemos, deseamos, que así sea.