Vitoria - “Hay gente que piensa que esto de ser cantante es algo como muy importante, pero...”, ríe. El café se va enfriando mientras la conversación avanza, una charla con DNA en la que Iñaki Ortiz de Villalba habla de su trayectoria, del oficio de ser músico, de la cultura en Vitoria y Álava, del euskera, de sus próximos proyectos...

Después de 22 años como cantante de Betagarri, ¿cuántas veces le han dicho: sé quién eres pero el nombre era...?

-Me pasa más con el apellido. El nombre sí lo conocen. Luego, hay gente que sabe que haces algo, aunque no tiene claro si es música o danza del vientre. Pero en general, el público me identifica rápido, sobre todo porque, al fin y al cabo, pertenezco a uno de los grupos que más años lleva cantando en euskera desde Vitoria. No deja de ser una banda referente porque ha habido pocos grupos de aquí que hayan cantado en euskera. Además, sales en los medios y Euskal Herria es muy pequeño, así que la gente sabe que eres Iñaki Betagarri. Eso sí, creo que hay personas que se piensan que ser cantante es más grande de lo que de verdad es, que es algo como muy importante, pero... En realidad, cantas, tienes la repercusión que tienes y ya está. Como dijo Hertzainak, aquí pocos grupos se pueden dedicar a cantar porque Euskadin rock and rollak ez du inoiz dirurik emanen [del tema Ta zer ez da berdin]. No obstante, nosotros nos hemos mantenido bastante bien, hemos hecho lo que hemos podido durante estos años y ahora estamos en un periodo de reflexión hacia futuro y hemos decidido parar.

¿En qué momento se cruza la música en su vida?

-Estaba apuntado en el conservatorio cuando su sede estaba en la parte vieja. Pero lo dejé muy pronto. Luego estuve interno en el seminario franciscano de Aranzazu porque era muy buena persona y a los que éramos tan buenos nos mandaban internos. Fueron los mejores años de mi vida. Allí nos hicieron una prueba de coro, y yo me pasaba todo el día cantando. Me recuerdo ir a todos los sitios tarareando porque, además, se me quedaban todas las melodías. Entré en el coro y estuve de solista. Cuando volví a Vitoria seguí cantando con David Sagastume y Jabolo en un coro. Luego empecé a enredar con las bandas porque me gustaba el rock and roll e íbamos a los conciertos de Delirium Tremens, Hertzainak, La Polla Records... Es que todos los fines de semana había actuaciones aquí e íbamos a todo. Pensaba: “me gustaría subirme algún día ahí arriba a ver qué pasa”. Un día empezamos a lo tonto a ensayar con la cuadrilla con la que andaba en el instituto y haciendo un poco el gamba pillamos un local en Ali y allí empezó todo. No había ni bandas que cantaran en euskera ni que hicieran algo diferente al punk o al metal. Ahora habrá unos 300 grupos en Vitoria y fíjate la de locales de ensayo que existen. Antes sólo estaba el de Ali y estábamos entre 20 y 30 bandas.

El reto era importante.

-Sí porque era hacer algo en euskera y, además, en un estilo que no hacía nadie, que era ska con metales, una mezcla distinta. No queríamos ser ni como los Potato ni como los Hertzainak... Creamos nuestro propio estilo.

¡Qué tiempos aquellos!

-Sí, la verdad. Además, a todos los niveles: político, social... No sé si mejores o peores que los actuales, eso no me digas. Eran para mí unos comienzos de mucha energía, entusiasmo, alegría, de romper. No sabíamos a dónde íbamos pero teníamos ganas, así que...

Ahí empezó un camino que les llevó a actuar en sitios de todo tipo y condición.

-En Betagarri tenemos todos los conciertos contados, del primero al último. Creo que son unos mil y algo. Y está apuntado con quién tocamos, el lugar y los detalles. Hemos tocado en el Gaztetxe de Elorrio delante de cinco personas habiéndolo llenado años antes. Pero coincidió con Santo Tomás, esto, lo otro y que no se anunció la actuación y ahí tenías a cinco. Según ellos, el mejor bolo que habían visto (risas). Pero bueno, yo ahora voy a Catalunya y he tocado en todos los pueblos por los que paso. Poca gente allí de nuestra generación no habrá oído hablar de Betagarri. De hecho, seguramente el nuestro sea el grupo vasco que más ha tocado nunca en Catalunya. Ni Berri Txarrak, ni Esne Beltza, ni Fermin Muguruza... bueno él, si unimos todos sus proyectos, igual sí. ¿Tal vez Potato? No sé. Pero bueno, nosotros íbamos cantando en euskera y se consiguió entrar. De los conciertos más grandes que hemos dado, han sido allí.

De todas formas, hoy es el día en el que sigue siendo noticia que En Tol Sarmiento decida grabar su música en euskera o que Berri Txarrak triunfe fuera de aquí cantando en euskera... ¿Han pasado 20 años de sus inicios y no sé si la situación ha evolucionado mucho, la verdad?

-Ahora es mucho más fácil. Por ejemplo, esos chavales que, de alguna manera, son de la escuela de Betagarri -y no sólo me refiero a ETS sino que hay otras bandas que tienen una propuesta parecida- son gente que ha estudiado en euskera, que se ha educado de una manera determinada en el idioma y que se encuentran ante una situación, incluso siendo de La Rioja, más normalizada que hace dos décadas. Hombre, los Berri... Sí, nosotros también hemos salido fuera y hemos hecho giras, pero el nivel de Berri Txarrak es otra cosa. Sólo hay una banda que tanto cantando en euskera como haciendo rock ha hecho algo tan importante y es Berri Txarrak. Gorka Urbizu es el puto gurú del rock vasco.

¿El parón de Betagarri tiene fecha de caducidad o...?

-Decidimos no anunciar nada porque no sabíamos muy bien qué iba a pasar. Son 22 años y no hay ningún mal rollo, nos llevamos muy bien. Como todas las familias, en este tiempo hemos discutido y ha habido altibajos dentro de la banda, pero bueno, lo normal. Lo que pasa es que ha llegado un momento en el que te subes al escenario y bueno... sin más. Siempre hay rachas en las que te subes más motivado y otras menos. Creo que el grupo ha notado que había que parar un poco la maquinaria y plantearse algunas cosas. Hay bandas que se separan porque no se pueden ni ver, que no es nuestro caso. Y las hay que hacen giras de despedida anunciadas a bombo y platillo, aunque creo que el día que Betagarri se vaya, se va a ir al instante y para no volver. Si es al contrario, me recuerdas estas palabras, pero si una historia se acaba, se termina y punto, no vamos a estar en la quinta gira de despedida de Los Suaves. Pienso que habrá otro disco nuevo de Betagarri, que volveremos al escenario y luego no sé lo que haremos.

¿Eso supone que también Iñaki Ortiz de Villalba se ha tomado un paréntesis con la música o tiene algo entre manos?

-La verdad es que estaba en ese paréntesis esperando cuándo nos volvía a apetecer juntarnos, pero me llamó Mr. Chifly, guitarrista de Habeas Corpus, para ver si quería escuchar unas melodías para un proyecto suyo sin el cantante de Habeas, un grupo de power rock. Me mandó las canciones y me gustaron, también porque son algo totalmente diferente a lo que he hecho hasta ahora. Es más, a futuro podría ser compatible esta propuesta con Betagarri, igual que les pasa a ellos con el proyecto que tienen con Los Chikos del Maíz [Riot Propaganda], que volverá a empezar creo que el año que viene. Así que hemos empezado a darle vueltas a algunos temas, yo he hecho algunas letras, algunas también va a hacer Karmele Jaio y la intención es realizar el disco antes del verano. Fíjate si el proyecto está tan en vías de desarrollo que no tiene casi ni nombre.

Alguna idea habrá...

-Se podría llamar Erre o R porque ellos quieren un nombre que signifique algo tanto en castellano como en euskera, y así haríamos referencia tanto al verbo quemar como a la letra r en sí, que también nos permitiría jugar con el diseño del logo. Pero vamos, igual cambiamos. Lo importante es que tenemos temas para el disco, entre diez y once, y que es algo muy diferente a lo que he hecho hasta ahora, algo que me motiva y me gusta. Se aproxima un poco a Kuraia y a algunas cosas de Berri Txarrak, pero bueno, a grandes rasgos.

¿Desde cuándo no se sube al escenario?

-Desde el homenaje a Amaia Apaolaza que se hizo en noviembre en Ordizia y en el que estuvimos un montón de bandas. Parece que llevo años sin actuar. El otro día pasaba por el peaje de Armiñón y pensé: joder, ¡cuánto tiempo hace que no hemos pasado por aquí para ir a un concierto! Tengo miedo a la sensación de acostumbrarme a eso. ¿Y la próxima vez que me suba?

Pero esto no se olvida, ¿no?

-Vale, pero, en serio, tengo la sensación ahora mismo de que no me he subido a un escenario en la vida. Bien, ha salido el tema con la gente de Habeas pero, en realidad, imagina que termina de manera definitiva el camino con Betagarri, ¿con quién me junto? Empezar un nuevo proyecto es muy difícil. ¿Me voy con unos chavales? ¿Lo hago con gente que ya está trillada y tiene sus manías?

¿Qué es lo mejor de la música, las giras realizadas también por otros países, la gente que ha podido conocer...?

-La música me ha hecho conocer a mucha gente y eso es lo más importante. Además, me he encontrado con personas maravillosas en todos los lados. Por ejemplo, en Argentina la gente del Comité de Solidaridad con Euskadi, en Boise (Estados Unidos), Japón, Alemania, Suiza... y en Catalunya, imagina. Y luego está el día a día en una furgoneta, que es algo que cuesta dejar. Muchas veces, lo mejor está antes y después de un concierto (risas).

¿Lo peor? No sé si alguna campaña que hubo en su momento en contra del grupo, igual que ha sucedido con otras bandas vascas.

-Tampoco. De hecho, el boicot que nos intentaron hacer les salió mal. Eso fue en las fiestas de la Mercè (Barcelona) con Cope y ABC, que lo único que consiguieron es que se llenase la plaza para nuestro concierto. Así que no sé decirte lo peor. Igual es cuando a veces no te entiendes con tus compañeros.

Hace dos décadas no existía Internet, las plataformas digitales... todas esas cuestiones que hoy marcan a la música.

-Nuestra primera demo fue en casete. Se vendía en la Kutxi por el módico precio de 500 pesetas. No había móviles. Teníamos un contestador automático en el que de repente salía: “Barakaldoko gazte asamblada gara eta...” Nos costó tres años sacar el primer disco, hasta que vino Mil A Gritos. Nuestros dos primeros discos salieron en casete, nunca hicimos nada en vinilo.

¿En serio?

-Justo nos pilló la entrada de los CD y no, nunca hubo vinilo.

¿Cómo ve la escena gasteiztarra hoy?

-Vitoria, para los pocos habitantes que tiene, cuenta con una actividad cultural muy grande. Funciona, básicamente, por la iniciativa privada, porque la pública poco hace por el arte en esta ciudad. En cuanto a la música en concreto, es que entre Jimmy Jazz, Kubik y Helldorado están moviendo gran parte de lo que sucede en esta ciudad los fines de semana. Son personas, desde lo privado, que se preocupan por la música, por programar y gestionar y eso está funcionando. De hecho, hay gente de Bilbao y de Donostia que te dice que hay más conciertos aquí que en las otras capitales. En ese sentido, estamos en un buen momento.

Antes mencionaba a ETS, pero se me ocurren varios grupos tanto de Euskal Herria como de fuera que suenan, desde su personalidad, a Betagarri. ¿Eso es bueno para el ego, no?

-Sabes lo que pasa, que no veo a nadie que reconozca eso. Tal vez sí los que son coetáneos a nosotros. No es que nosotros seamos, por así decirlo, los auténticos. Nosotros no hemos inventado nada. Pero dijo Pablo Cabeza en un artículo que Betagarri se parecía menos a Kortatu de lo que se parecen los grupos de la nueva remesa ska de Euskal Herria a Betagarri. Pero la gente no se plantea eso. Igual es que nos miran como a una cuadrilla de abuelos que hay que jubilar. Los chavales jóvenes no se plantean: cuidado, que estos llevan 22 años. Los jóvenes consumen la música de la siguiente manera: me bajo las tres canciones que más me gustan, las quemo en el MP3, las borro y “el siguiente, por favor”. Antes escuchabas el álbum en casa, tranquilo, lo volvías a poner, le dabas su tiempo... Ahora el periodo de caducidad que tiene la música es más corto y el de los grupos también.

¿Si un joven le pide un consejo para dedicarse a esto?

-Pues para dedicarse lo tiene fatal porque lo va a tener muy complicado para comerse un colín. Hoy hay un montón de bandas y el pastel hay que repartirlo entre más gentes. Es decir, se cobra menos. Yo creo en el músico como profesión, aunque hay gente en este país que no, que piensa que los músicos siempre se tienen que deber a la causa. Los músicos deben considerarse, y es un ejercicio de toda la sociedad, como cualquier otro profesional. Otra cosa es que tú decidas hacer esto por hobby o lo que sea. Si tienes tiempo para todo, eres un máquina. Así que para dedicarse a la música lo veo muy mal. Pero la mejor época es cuando empiezas y eres joven, así que le diría que aproveche ese tirón.