Chanel convirtió ayer el Grand Palais en un auténtico salón de costura, rodeado de espejos, enmoquetado y con elegantes sillas doradas, en el que mostró su colección de invierno de largos abrigos, plumones deportivos y mucho rosa y tejidos metalizados. El desfile de Chanel siempre es una gran fiesta, quizás el día más importante de la Semana de la Moda de París, al que acudieron personajes como Jada Pinkett Smith y su hija Willow -esposa e hija de Will Smith- y el cantante Pharrell Williams, entre otros. Sin embargo, en esta presentación todos los invitados fueron importantes: el director creativo de la marca, el alemán Karl Lagerfeld, tituló el desfile front row (primera fila), y las sillas formaron una serie de pasillos a modo de pasarela por el que caminaron las modelos, dando a todos una vista privilegiada.
Una colección cargada de tweed, el tejido estrella de Mademoiselle Coco, que inundó trajes de chaqueta y falda en siluetas largas y rectas, pero también accesorios, como unas botas de estilo hípica, con una apertura a la altura del tobillo. Especial importancia tomaron los tejidos metalizados que vistieron de arriba a abajo las prendas o detalles concretos a base de puntadas de hilos brillantes. La histórica maison contrastó el estilo urbano y el campestre, con numerosos accesorios, además de las botas, que recordaron a los tradicionales complementos de hípica: la prenda fetiche fue un sombrero de caja baja con reminiscencia ecuestre, en tweed y en piel. Chanel es otra de las marcas que ha recuperado para la próxima temporada de invierno los abrigos de plumas aunque en este caso con el acolchado, la técnica de costura que impregna los famosos bolsos 2.55, icono de la firma.
valentino Transparencias, terciopelo y movimiento reinaron en el desfile de Valentino, que convirtió a sus modelos en bailarinas, en otra elegante muestra de los diseñadores Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, que mantienen a la firma italiana en lo más alto de las casas de costura. Una colección delicada con el rosa en distintas variedades cromáticas como protagonista, acaparando largos vestidos en seda y organza adornados con pedrería y volantes, donde los tutús se convirtieron en tops. La danza, la energía y el movimiento de los vestidos de ballet fueron la inspiración de Chiuri y Piccioli.