La primera audición fue “un desastre”. Era un 31 de enero, justo el día del cumpleaños de su hija Andrea. Había unas 400 personas en el Conservatorio Jesús Guridi para asistir al estreno del proyecto cultural y pedagógico Ondas de Jazz en la Ciudad, auspiciado por la asociación Jazzargia en colaboración con el Ayuntamiento de Vitoria. “Pero fue un caos el sonido, la organización... a la siguiente sólo vinieron 40 espectadores”. Ahora, al recordarlo, Joseba Cabezas, alma y cuerpo de la iniciativa, sonríe. Por suerte, aquello sólo fue el pequeño tropiezo de un proyecto que hoy “es una referencia a nivel nacional”.

No es sencillo que en cuestiones relacionadas con la creación artística y la formación de públicos, una apuesta así dure diez ediciones. Menos con la crisis. Sin embargo, Ondas lo ha conseguido y celebra en este 2016 una década en la que el aumento en cuanto a números de asistencia, también gracias a las nuevas tecnologías, no han hecho más que crecer. “¿Cuántos eventos un martes a las 19.00 horas son capaces de reunir a unas 500 personas, llueva, nieve o haga frío en Vitoria?”, se pregunta, una cifra que ronda los 800 espectadores con las retransmisiones vía streaming.

Claro que estos guarismos no pueden definir en realidad el valor de una iniciativa que, ante todo, busca formar en la música. “Fui músico en mis años jóvenes”, recuerda Cabezas, aunque sigue tocando, “y siempre me quedé con las ganas de que los músicos profesionales me enseñasen y me contasen cosas. Ahí surgió la idea”. Un día puso negro sobre blanco la propuesta de montar audiciones inspiradas en aquellos programas radiofónicos de los años 20 y 30 en Estados Unidos que se hacían con grandes big bands. Acudió al Consistorio, a un área de Cultura que entonces encabezada la edil popular Encina Serrano con Enrike Ruiz de Gordoa como director del departamento. “Pensaba en ir rotando por centros escolares pero Encina me hizo ver que era mejor hacerlo todo en el mismo lugar”, apareciendo la posibilidad del conservatorio, sede fija desde el inicio, al igual que la colaboración de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA o el trabajo de Gustavo Muñoz de ESA Audiovisuales, por poner unos ejemplos. “Siempre que tengo una idea cuento con Josemi Beltrán -hoy responsable de la unidad de cine de Donostia Kultura- y tenía claro que sin él, no seguía. Lo mismo me pasó con Jose Agustín Guereñu Gere”, quien durante las cinco primeras ediciones se encargó de llevar la parte relacionada con los músicos.

Jorge Pardo, Chano Domínguez, Carles Benavent, Gonzalo Tejada, Santi Ibarretxe, Marcelo Mercadante, Ángela Cervantes, Iñaki Salvador, Paco Rivas, Iñaki Arakistain... la lista de músicos que han aceptado el reto es larga, sin olvidar a creadores alaveses como Ander Perrino, Tomás San Miguel o Pablo Martín Caminero, a los que, por desgracia, no es tan fácil ver en su casa. Todos ellos han acudido no a dar conciertos al uso, sino a interrumpir sus sesiones para hablar, para responder al público, para acompañar a los expertos invitados en cada ocasión, un aspecto cubierto con aportaciones de Patri Goialde, Pedro Calvo, Pablo Sanz... Un papel que también tuvieron Juan Claudio Cifuentes y Pablo Zúñiga, dos de los poseedores de la Makila de Honor del ciclo, algo que también comparten músicos como Pedro Iturralde o el responsable del Festival de Jazz de Vitoria, Iñaki Añúa.

“Hay músicos que antes de venir no tenían muy claro qué era lo que buscábamos pero que luego se han marchado queriendo volver como sucedió con Chano”, recuerda Cabezas, quien pone en valor que “aquí se han dado reuniones de intérpretes para hacer determinados programas que nos han ofrecido algo único que no se ha podido ver en ningún otro lugar”.

Reconocimiento Para hacer realidad cada cita suelen ser necesarias unas 40 personas, aunque de manera previa casi todo el trabajo está en manos de Cabezas. “Cuando llega cada audición, ni antes que las presentaba ni ahora, disfruto porque estoy pendiente de todo. Pero ni se me ocurre tirar la toalla porque sigo pensando que es un buen proyecto pedagógico para la ciudad”, afirma, sin descartar que otra persona le tome el relevo en un momento dado.

En esta década, Jazzargia ha levantado el interés de ayuntamientos como los de Bilbao, A Coruña, Salamanca, Valencia o Valladolid, que han llamado a su puerta. “Pero soy muy fiel”, dice. Igual que lo son muchos espectadores internacionales que miran a Ondas a través de Internet desde Argentina, Brasil o Panamá, lugares desde donde más visitas se reciben vía streaming. Con todo, el responsable del ciclo nota en casa “incomprensión política”. “Echo de menos que no haya altura de miras para hacer apuestas por cosas que son realmente culturales. No me vale que me digan que todo tiene que tener una rentabilidad turística o de impacto económico”. Esa situación se une a la crisis, una losa que Jazzargia ya sabe que tendrá su continuidad para la próxima edición, algo para lo que ya está buscando alternativas junto a Laboral Kutxa. Por eso, tal vez, el deseo que pide Cabezas a la hora de soplar las velas de estas diez entregas sea que no haya más recortes.

En la falta de recursos económicos está la causa de la espinita que tiene clavada el responsable del ciclo, el no poder haber llevado a cabo todavía el musical El perseguidor, una adaptación de Julio Cortázar realizada por él y Manu González, y que tiene a Charlie Parker como figura central. Aún así, Cabezas ve a Ondas con futuro tras el cambio de modelo realizado hace cinco años, un mañana en el que contar además con presencia internacional, algo que estuvo a punto de suceder con el trío de Fred Hersch, aunque el calendario no quiso. Todo llegará. De momento, toca celebrar y sentirse orgulloso “sobre todo de la gente”.