Madrid - En el que puede considerarse su trabajo más abstracto, Alberto García-Alix construye en la exposición Un horizonte falso una narración en la que realidad y ficción se entremezclan a través de la ambigüedad de la fotografía. El relato de la muestra, que se puede contemplar hasta el 10 de abril en La Principal de Tabacalera, de Madrid, nació con motivo de su título, Un horizonte falso, ya que Jean-Luc Monterosso, director de la Maison Europenne de la Photographie (MEP) de París, le propuso organizar una exposición y le preguntó sobre el título de la misma.

“Me vino a la cabeza lo del ‘horizonte falso’ y a partir de ese momento me sentí encadenado durante más de tres años a construir una narrativa en torno a ese horizonte falso”. Las más de 80 imágenes que forman la exposición le han permitido construir ese discurso en el que las personas siguen siendo protagonistas, aunque en menor intensidad.

Animales, paisajes urbanos, naturalezas abstractas, retratos y autorretratos van tomando su espacio en un recorrido con “muchas reverberaciones”, en el que también su encuentra un vídeo de nueva producción. La voz del artista narra en primera persona microrrelatos que trasladan al espectador a San Carlos, una ciudad de luces y sombras; a “jardín perdido” y sus alegorías orgánicas o a los “olvidados y mártires”, retrato de una generación de supervivientes.

Este trabajo es, para su autor, quizá el más abstracto que ha hecho hasta ahora, pero las imágenes que lo forman no son las primeras en las que García Alix muestra un mundo sugerente, poblado de poéticas sombras.

El artista puso como ejemplo el retrato de su amiga Gemma, enferma de cáncer. “Tengo a la mujer mirándome de frente, sé que en poco tiempo va a morir, y en un momento ella mira a la pared donde busca un horizonte que no existe. En ese momento recibo la revelación de que esa es la foto que quiero”.