Cuando se le pregunta cómo ha vivido la respuesta del público, Thierry Malandain responde con un lacónico “Ça va”. Tras asistir a ocho minutos de rotunda ovación y aplauso ininterrumpido, “Ha estado bien” puede sonar a arrebato de humildad, pero el gesto define el carácter templado del director del Malandain Ballet Biarritz. En cualquier caso, dos años y medio después de debutar en la Ópera Real de Versalles junto a la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) con Cenicienta, ambas formaciones regresaron el viernes a la capital francesa para saborear el éxito con otro mágico cuento de hadas, quizá más oscuro que aquel: La bella y la bestia.
Al inicio de la versión cinematográfica de este relato que filmó Jean Cocteau en 1946, el director pedía al público sumergirse en la película con la sencillez de los niños, capaces de creer cualquier historia, por insólita que sea, si comienza con “las palabras mágicas, el ‘ábrete sésamo’ de la infancia: érase una vez”. En su cuento coreografiado, Malandain también apela a la imaginación del espectador y lo hace de manera muy inteligente, con una puesta en escena de aparente simpleza pero que encierra un alto grado de simbolismo.
Un montaje “bellísimo” Los salones de los Cruzados son una de las infinitas estancias del Château de Versalles. Decorados con enormes lienzos de escenas bíblicas e históricas, sirvieron para acoger el cocktail posterior a la primera de las cuatro funciones de Versalles. Mientras degustaban un sabroso surtido de quesos y embutidos regado con vino y champán, artistas e invitados brindaban por el éxito de ‘La bella y la bestia’.
Los músicos alabaron la solera de un teatro que fue inaugurado en 1770 con motivo de la boda del Delfín, el futuro Luis XVI, con María Antonieta. Además, su acústica les pareció mucho más cálida que la de la Gare du Midi de Biarritz donde estrenaron el montaje hace una semana. También manifestaron el placer de tocar música para ballet, algo que para ellos supone un reto, sobre todo porque muchas veces deben ralentizar el tempo de partituras que conocen bien -Tchaikovsky es un autor habitual en el repertorio sinfónico- para adaptarlo a la coreografía. Solo coincidieron en una pega: la imposibilidad de disfrutar de las coreografías por su obligación de atender a la partitura y a las indicaciones del maestro Ainars Rubikis. “¡A ver si alguien graba la actuación para que podamos verla! Todo el mundo dice que es espectacular pero nosotros desde el foso nos la perdemos”, lamentó el concertino Mercero.
El director general de la OSE, Oriol Roch, departió con el viceconsejero vasco de Cultura, Joxean Muñoz, francamente impresionado por la calidad de un espectáculo que en enero y febrero de 2016 podrá verse en la temporada de abono de la orquesta en Donostia, Bilbao y Pamplona. Por su parte, Malandain recordó que el estreno de Biarritz “funcionó muy bien pero el público era cercano”. “Teníamos miedo de Versalles porque no conocemos a la audiencia pero ha respondido muy bien”, sostuvo el coreógrafo, que destacó la asistencia de periodistas especializados en danza -ayer todavía no se habían publicado las críticas pero todo apunta a que serán positivas- y también de varios programadores internacionales. “Había tres directores de teatros americanos a quienes la pieza les ha gustado mucho. Han venido expresamente desde allí para verla y tenemos esperanzas”, añadió con la vista puesta en una posible gira transoceánica.
Los cerca de 700 espectadores que abarrotaron el auditorio ya habían expresado su adhesión al ballet y a la orquesta con un largo aplauso que después tuvo su traducción en infinidad de comentarios elogiosos. Solange Dondi, por ejemplo, se deshizo en halagos hacia el montaje: “Ha sido precioso todo: los bailarines, la corteografía y la música. La orquesta es impresionante”. A su lado, Pascal Jean Fournier y Patrice Lombard compartieron esa opinión y recalcaron el uso de piezas de Tchaikovsky y los “símbolos” empleados por Malandain: “Han sido muy bellos, aunque no lo hayamos entendido todo. Tiene ese punto de dificultad pero es una obra bellísima y armoniosa. Conocíamos a la compañía y sus miembros han estado geniales”.
Tras la última función de esta tarde, músicos y bailarines regresarán mañana a Donostia y Biarritz. Pero como ya avanzó Oriol Roch, el objetivo ahora es ir a por la cuarta colaboración tras Maguifique (2011), Cenicienta (2013) y La bella y la bestia (2015). Colorín colorado, el maravilloso cuento de la OSE y Malandain Ballet Biarritz no ha terminado?