En unos casos son protagonistas. En otros, elementos casuales, decorativos, circunstanciales. Pero sea en un plano u otro, su presencia es el hilo conductor de la nueva exposición temporal que presenta hasta marzo del próximo año el Museo de Bellas Artes de Álava. Son los fondos que guarda el espacio el campo de acción del comisario Fernando Bartolomé, quien se ha guiado por una temática nada común acotada de esta manera: la presencia en la pintura de las flores y los jardines.

En total, son 53 las creaciones, realizadas entre los siglos XV y XX, que conforman Frutos del paraíso, una muestra con dos objetivos básicos. Por un lado, poner en valor los fondos propios del museo (también aquellos que el Prado tiene cedidos al Bellas Artes para su conservación) a través de piezas que, tras ser revisadas por el Servicio Foral de Restauración, se encuentran con el público en un contexto temático que ayudará a tener otra visión sobre ellas, a entenderlas de maneras distintas. Por otro, resaltar, sobre todo en el caso de la pintura de flores, géneros considerados menores o a cuestiones a las que no se les suele prestar demasiada atención.

“La exposición nos permite acercarnos a la representación de las flores y los jardines a través de un gran número de obras con esta temática que no se limita a la representación literal de ambas iconografías, sino que nos adentra en la humanización de esos frutos que hemos llegado a domesticar, hasta convertirlos unas veces en ornamento y pura decoración y otras en metáfora de sentimientos y virtudes del hombre”, describió ayer en la presentación de la muestra la diputada de Euskera, Cultura y Deporte, Igone Martínez de Luna.

Por su parte, Bartolomé destacó la importancia de las piezas expuestas ya que “en esta muestra vamos a tener la posibilidad de disfrutar con obras de gran relevancia. De entre todas ellas vale la pena destacar una tabla del siglo XV atribuida al Maestro de Ávila, dos cobres flamencos del siglo XVII, y una gran variedad de pinturas de autores tan destacadas como Eduardo Rosales, Eugenio Lucas Villaamil, Joaquín Sorolla, Francisco Masriera o Tarkhoff. No podían faltar grandes protagonistas de la pintura del País Vasco como Fernando de Amárica, Anselmo Guinea, Ignacio Díaz Olano, Juan de Echevarría, los hermanos Zubiaurre o José María Ucelay, entre otros muchos. Todos ellos han visto en las flores y en los jardines un motivo destacado de representación con el que poder comunicarse con el espectador para hacerle disfrutar”.

Ligando los dos objetivos principales, el museo ha editado además un amplio catálogo que sirve como estudio tanto de las pinturas referidas en la muestra como de marco para adentrarse en los usos y costumbres de la pintura a lo largo de diferentes épocas con respecto a la representación tanto de las flores como de los jardines. Hay en la exposición, asimismo, algunos guiños para los espectadores más cercanos, como una mirada especial al parque de la Florida o a las creación de Amárica de su propio jardín.

De todas formas, no se propone un recorrido cerrado, una contemplación marcada sino que, como si de un espacio abierto se tratase, en este nuevo jardín interior del Bellas Artes la emoción de dejarse llevar es libre.