vitoria - De la mano de la prestigiosa compañía Ananda Dansa, Premio Nacional de Danza 2006, Vitoria invita a conocer el lugar donde Peter Pan y Wendy vivirán mágicas aventuras y, con ayuda de hadas, sirenas e indios pieles rojas derrotarán al capitán Garfio sobre las tablas. Un espectáculo de danza, teatro y literatura, un montaje impactante, que deslumbrará a grandes y pequeños. Emoción, humor, intriga, luchas, magia y ternura para sentir el domingo a las seis de la tarde en el Teatro Principal gracias a una escenografía ganadora del Premio Max de las Artes Escénicas 2003 al mejor espectáculo infantil ganador y del Premio Nacional de Danza 2006.

Peter Pan, el niño que no quería hacerse mayor, invita al público a adentrarse hasta el lugar que se halla en “la segunda a la derecha y todo recto hasta la mañana”, y donde el tic-tac del tiempo no es el de los relojes porque va y viene en la panza de un cocodrilo caprichoso. Allí donde Peter Pan y Wendy vivirán mágicas aventuras y, con ayuda de hadas, sirenas e indios pieles rojas derrotarán al capitán Garfio, un personaje que se parece sospechosamente al padre de la muchacha. Allí donde, finalmente, ésta deberá optar entre permanecer en el mundo de fantasía de Peter Pan o regresar al mundo de los adultos.

Es obvio que se trata de un texto complejo, dice la directora, Rosangells Valls. El vuelo de Peter Pan presenta notables dificultades a la hora de llevarlo a escena, dificultades que se acrecientan si el lenguaje elegido es la danza porque, sin el apoyo de la palabra, hay que someter la historia -cualquier historia- a un proceso de acercamiento a la esencia, que recoja los componentes fundamentales que constituyen su sustancia, los someta a otro código y ofrecer así una nueva lectura adecuada a los recursos expresivos que se ponen en juego. Una nueva lectura que es también una reinterpretación del mito y de sus personajes. Y éste es el desafío del espectáculo que recala en Gasteiz: extraer de la historia su núcleo dramático y recrearlo, dotándolo de una nueva voz y unas nuevas palabras: la danza, y el movimiento y la gestualidad de los bailarines. “Somos conscientes del lastre que conlleva para cualquier lectura que se pretenda hacer de Peter Pan, la inocua y edulcorada versión que del mismo nos ofreció la factoría Walt Disney. Por ello nuestra puesta en escena se esfuerza en librarse de este lastre apelando a la imaginación de los espectadores, tratando de seducirlos con la magia del escenario y sus viejos y renovados recursos. Crear un territorio de ensoñación por el que discurren hadas diminutas como un botón de luz, personajes que vuelan, sirenas y piratas, niños perdidos, indios y cocodrilos, islas imposibles y barcos con las velas henchidas por un viento que sólo es capaz de agitarlas cuando la realidad cotidiana se ve forzada a hacer mutis por el foro y nuestra memoria, retornada a la infancia, añora el territorio perdido de Nunca Jamás”.