madrid - Visitó Álava en varias ocasiones ocasiones. La última, el 15 de marzo del año pasado en la Jimmy Jazz. Javier Krahe murió ayer a los 71 años. El corazón se le paró en su casa de Zahara de los Atunes. Estaba previsto que sus restos fueran trasladados, entre las últimas horas de ayer y las primeras de hoy, al tanatorio de la M-30 de Madrid, donde mañana, martes, será incinerado.

La noticia cayó como un artefacto de destrucción masiva entre los amigos, admiradores y colegas de Krahe. Muchos no daban crédito y todos recordaron al “maestro” con cariño, respeto y agradecimiento. El tarro de las reacciones lo destapó su artista y amigo íntimo Pablo Carbonell con un tweet extraído directamente del epitafio que el propio cantautor escribió hace pocos años: “No digáis se nos fue el mejor de todos, malogrose el cumplido cantautor, era bueno, tenía suaves modos... D.E.P Javier Krahe. Gracias”.

Junto a Aute, Sabina y otros cantautores, Javier Krahe fue uno de los exponentes de la llamada canción urbana madrileña de los 80, que en su caso tuvo la ironía y la crítica como hilo conductor de un prolífico catálogo de composiciones.

Krahe, que nació en Madrid el 30 de marzo de 1944, cuenta con 14 discos editados y 150 canciones compuestas, entre los que figura La Mandrágora (1981), álbum que firmó con Sabina y Alberto Páez, o el tema Cuervo ingenuo.

“Contamos con una caterva de políticos con mala fe y mala idea”. “Con el humor no ataco a nadie, es una defensa ante la hostilidad”, comentaba en varias entrevistas el cantautor, que vivió su última gran polémica en 2012, cuando fue acusado de un delito contra los sentimientos religiosos por un vídeo de 2004 titulado Cómo cocinar un Cristo para dos personas. “No me han entendido”, declaró antes de entrar a declarar en un juicio en el que fue absuelto.

el más ácido Javier Krahe inició estudios de Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid, pero los abandonó para irse a vivir a Canadá, tras conocer a la canadiense Annick. Allí empezó su carrera como letrista al tiempo que desempeñaba distintos trabajos. A su regreso a España en 1972, empezó a componer canciones para otros cantantes como Alberto Pérez o Chicho Sánchez Ferlosio. Este último fue quien le convenció para que interpretase sus propios temas.

En 1980 grabó su primer disco, Valle de lágrimas. La fama le llegó un año más tarde cuando el presentador de televisión Fernando García Tola le descubrió en el pub La Mandrágora, donde actuaba junto a Joaquín Sabina y Alberto Pérez. Sus apariciones en el programa de Tola Esta noche le dieron popularidad. Tres estilos muy distintos que se conjugaban perfectamente y cuyo resultado fue La Mandrágora (1981), disco del que llegaron a vender más de cien mil copias. Después del éxito, el trío continuó sus carreras en solitario. Krahe, el más ácido de los tres, grabó en 1983 Aparejo de fortuna, al que siguieron Corral de cuernos (1985) y Haz lo que quieras (1987).

Comprometido social y políticamente, en 1986, en plena campaña del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, levantó una fuerte polémica con su canción Cuervo Ingenuo, claramente anti-militarista. Su doble disco Elígeme fue grabado en directo en la sala madrileña del mismo nombre en 1988 y que incluyó temas como: La hoguera, ¡Olé, tus tetas! y Villatripas. Con este álbum lanzó su propio sello discográfico.

comprometido Concurrió en 1989 como quinto al Congreso de los Diputados dentro de la lista “Grupos Radicales por Madrid antiprohibicionistas sobre droga. En noviembre de ese año intervino en Donostia en el concierto Contra el miedo, en apoyo del cantautor Imanol, amenazado por ETA. Contrario a la Guerra del Golfo, en 1991, participó en el Festival celebrado en Madrid, Paremos la Guerra, promovido por la Plataforma por la Paz, además de intervenir en un recital benéfico para recaudar fondos para el Frente Polisario Por un referéndum libre en el Sáhara.

Ya en los noventa salieron Sacrificio de dama (1993) y Versos de tornillo (1997). En 1999, fundó junto al Gran Wyoming, Santiago Segura, Faemino y Pablo Carbonell, entre otros, la discográfica independiente 18 Chulos con la que editó sus siguientes trabajos: Dolor de garganta (1999); Cinturón negro de karaoke (2006), Toser y Cantar (2010) o el disco homenaje ...Y todo es vanidad (2004).

Después de 35 años sobre los escenarios, en 2014 volvió con fuerza con su último trabajo, Las diez de últimas, acompañado de la obra El derecho a la pereza, de Lafargue, para que “la caterva de políticos con los que contamos, que actúan de mala fe y con mala idea, tomen ejemplo”, manifestó el veterano cantante madrileño en una entrevista. En otras comentaba que la pereza “siempre me ha gustado” y que el trabajo era “un disparate”. “Entre ocio y negocio, me quedo con el ocio”, añadía. Y anunciaba que tenía previsto cogerse un año sabático. “Me voy a meter en un proyecto de descanso bastante largo, de un año sin hacer nada, provechoso”, afirmó. Al final será más tiempo, pero tiene el recuerdo asegurado.