bilbao - El fruto de su colaboración lleva por título Euskel Antiqva. El legado musical del País Vasco (Alia Vox Diversa), un recorrido por la música del Renacimiento y el Barroco de los siglos XV y XVI en el que han colaborado hasta 22 músicos.

Es de suponer que ha realizado un complejo trabajo de investigación. ¿Cuándo surgió?

-Hace algunos años, cuando ya trabajaba como músico en el grupo de Savall para la recuperación del patrimonio de diferentes pueblos y épocas. Me pregunté por qué no se hacía lo mismo con nuestra cultura, así que me puse manos a la obra y me encontré con descubrimientos a los que mi mujer, Miren Zeberio, y yo, hemos dado salida ahora. Este disco es una pequeñísima muestra del trabajo que queda por desarrollar en el patrimonio musical de Euskal Herria; es un pequeño índice.

¿Cómo se realizó la selección, con piezas y versos de Hegoalde e Iparralde?

-Atendiendo a la diversidad de temas, para poder así realizar un collage variado que ayude a comprender las facetas de nuestra sociedad.

¿Cual es el objeto final y la chispa que inició su gestación?

-La curiosidad, la necesidad y el disfrute de nuestro patrimonio.

¿Sabemos lo que somos culturalmente si no conocemos nuestro pasado?

-No, los vascos somos lo que somos gracias a nuestra cultura, que es un legado del pasado y engloba todas las artes, la lengua? Si no trabajamos nuestro patrimonio y lo sacamos a las plazas, la generalidad, avalada por su pobreza cultural que le es totalmente intrínseca, nos engullirá como pueblo y seremos arena en el desierto del mercado. De hecho, grandes expresiones de nuestra cultura están a punto de desaparecer por falta de atención.

Esa mirada al pasado para recuperarlo tiene similitudes con el proyecto ‘The Pub Ibiltaria’ de Oskorri, ¿no?

-Nosotros tratamos de recuperar el pasado a través de músicas de cualquier época, músicas que el tiempo ha escondido pero que ahí están. Además, queremos recuperar los colores con las que estaban dibujadas. Hay similitudes porque nuestro patrimonio es el motor de ambos proyectos; y yo soy fan absoluto de Oskorri. No creo que seamos conscientes del valor que tiene en nuestra sociedad un grupo así. ¿Qué es el pueblo vasco sin cultura vasca? Con Oskorri y otros artistas como Kepa Junkera, la admiración es el primer paso para reconocer su influencia en proyectos como este.

Música del Renacimiento y el Barroco interpretada por un grupo de “música antigua”. ¿Tiene difícil venta?

-La música antigua, como el pan, a pesar de tener su origen en épocas lejanas, no atiende al concepto estético de moda, de ahí que esté vigente y que la gente al escucharla la sienta tan cercana. Pide ser interpretada por gente viva, para existir. En una época anterior a la crisis, la etiqueta “música antigua” funcionó en el mercado discográfico, pero a día de hoy se está viendo que no tiene sentido porque no se entiende. Es más, parece que hay que estar justificando el que la gente al escucharla te diga con sorpresa que le encanta, que no pensaba que fuera esta amalgama de música de raíz-clásica-popular- de carácter improvisatorio.

A Euskal Herria y a su cultura se les liga con la endogamia. Su trabajo demuestra que estas melodías populares aportan influencias judías, mozárabes, andaluzas y persas, ¿no?

-Esa es una asignatura pendiente como sociedad y que se debe revisar porque nos causa problemas. Euskal Herria ha recibido y asimilado miles de influencias, que también ha llevado allende los mares. Esa endogamia produce no querer vernos unidos al mundo; así estamos estrangulados como pueblo. Es una auténtica aberración y una triste propuesta artística.

El CD combina aires cultos (sonidos palaciegos y eclesiásticos, voces operísticas, polifonía) y populares (fandangos, jauzak, música coral).

-La convivencia de músicas cultas y populares es una de las tónicas en todas las épocas y casi todos los pueblos. En Europa, con mayor preponderancia en las músicas anteriores al clasicismo. El ritmo y la danza se apartaron orgánicamente del concepto de creación musical con el aburguesamiento de la música, a partir del XVIII. Ahí se ganaron grandes obras de arte que ponían preponderancia en determinados parámetros musicales, que podemos ver en sinfonías, conciertos? Pero perdimos capacidad de improvisación y el ritmo en sí, como concepto originario. Y la sociedad, que en su mayoría no podía consumir estas músicas cultas, fue distanciándose porque las veían como elucubraciones mentales alejadas de su entendimiento. Este tema está vigente hoy en los conservatorios, que esperemos cambien y den cabida a los estudios de recuperación del patrimonio del pueblo. El intérprete debe existir como creador en mayor medida que la que ahora se oferta, porque ahí está el secreto de que la música tenga un futuro más cercano y real.

Los temas del CD se centran en el euskera, la religión, los amores, las guerras? No parece que hayamos cambiado tanto, ¿verdad?

-Nada. El afecto es una constante a través de los siglos. Nos importaba dotar de vida a los textos pasados, en contra de muchas estupideces que se han dicho sobre nuestro idioma. Se evidencia que el euskera también es un idioma culto, variado y que se utilizaba para transmitir todo tipo de pensamiento. Su belleza late en cada palabra.

¿Orgulloso de las palabras de Savall, que ha editado el disco en su sello? ¿Lo movió por aquí?

-Nuestra primera opción fue editarlo de forma autogestionada, porque aquí nadie lo veía rentable. Una multinacional también quiso el disco. Fue un cierto alivio tras el esfuerzo realizado.

Estrenará el disco en directo en Francia, en Languedoc, el 18 de julio. ¿Es un sueño realizar una gira más ‘normal’ al menos por las capitales de Euskal Herria?

-Es fácil y nada caro si tenemos en cuenta lo que se gasta en producciones de otras músicas. En cuanto a Euskadi, esperemos poder presentarlo bien. De momento, en enero tenemos concierto en el Kurssal de Donostia y en septiembre, en Vitoria-Gasteiz. La lectura positiva de tener que buscarte las castañas fuera de aquí es que te das cuenta que el País Vasco es conocido en todo el mundo, pero que queda mucho por hacer. En Boston, con Savall, mucha gente nos habló de la preciosidad de las músicas y de todos los detalles del disco, y de la belleza de la cultura vasca. Saben que existe el Basque Country pero no el contenido de esa expresión. Este disco ayuda a comprender la riqueza del arte vasco; y eso es maravilloso.