los talent shows van finalizando en el último tramo de la temporada y a los realityes les ocurre tres cuarto de los mismo, con La Voz en su tercera edición ya acabado y los coaches retirados a la playa para recuperar fuerzas, y para rematar, el destino final de Supervivientes está perfilado. Los gestores de la cadena italiana lo tenían bien claro cuando hace semanas pusieron en marcha una nueva edición de un ejercicio de supervivencia con un puñado de concursantes a la deriva de aguantar sapos y carretas en playas hondureñas: Nacho Vidal, el bien dotado actor porno era el candidato claro para ganar la competición y llevarse la tela, frente a concursantes, ellos, poco talla como enemigos y ellas, femeninas florecillas del campo en abrasadoras costas, salvo la hija de Maribel Pantoja, que haciendo honor a la familia, ha sabido explotar morbo, avatares familiares y Mamá entre rejas. Por circunstancias veleidosas del personal que expulsa o mantiene en el concurso a las marionetas del Palafito y Palapa, se cruzaron Natxo e Isabelita y el público tumbó al fornido actor que ahora ha sido sabiamente recuperado al unificar a los supervivientes en Playa Uva, en noche convulsa y agresiva entre Fortu y Lola. De nuevo las posibilidades de triunfar del apasionado Nacho se han recuperado y la escena con su mujer aparecida en tierras americanas ha cargado de excitación y competencia el tramo final, que sin él sería soso y vacío. Vidal ha dado un auténtico show de supervivencia, con momentos mentirosos y fuleros, pero su estilo quedará en la pequeña historia del programa. El actor ha sabido adaptarse a las cambiantes circunstancias de la isla en un ejercicio depredador de competición y eliminación, y ha llegado el momento final para demostrar que es el concursante que da juego, animación y emoción. Fortu y Nacho, mano a mano. Promesa de audiencias millonarias.