Vitoria - Es complicado atrapar en pocas palabras lo que Arenna viene construyendo desde el nacimiento del quinteto gasteiztarra. Tras una primera maqueta, hace ya cuatro años llegó un primer disco tan valorado como Beats of Olarizu, que les llevó a recorrer el Estado, a tocar en diferentes festivales, a pisar por primera vez tablas de Alemania, Francia o Italia. Y, sin embargo, la banda no quiere conformarse, y por eso evoluciona, investiga, crece para llevar al público a unos universos sonoros que parecen no tener límite. De ahí nace Given to emptiness, un segundo álbum que el 7 de mayo será una realidad física.
Su salida, de nuevo con el sello berlinés Nasoni Records, se ha retrasado un poco. La razón es sencilla, la demanda de vinilos en Europa ha crecido tanto que los productores no dan más de sí. “Eso es bueno”, puntualiza con una sonrisa Javi, que desde hace casi una década comparte camino con Txus, Guille, Kike y Rober. Grabado el pasado noviembre en el madrileño Estudio Brazil, el trabajo va a estar disponible tanto en este formato como en CD y en digital, y en cualquier de los tres casos ya se puede hacer una petición previa, lo que conlleva varias ventajas con las que el grupo quiere agradecer la fidelidad del público.
Given to emptiness es un disco muy esperado tras la buena acogida de su predecesor, aunque el bajista tiene claro que Arenna no quiere dejarse llevar por expectativas o listones. “Que guste más o menos no es algo que esté en nuestras manos. Cuando nos planteamos este disco no pensamos en superar nada. Las canciones han ido saliendo de manera paulatina, sin buscar ni un estilo ni algo concreto”, describe. “Los últimos temas de Olarizu igual sí tendían más al desparrame, a la psicodelia y hemos seguido ese camino natural que ha ido emanando libremente de nosotros. No hemos forzado nada. Igual hemos dejado en un segundo plano el riff y hemos ganado en matices, en arreglos, en partes que a gente a la que le guste más la caña le pueden parecen un poco suaves”, comenta Javi sobre un álbum nacido en el local, en jam session donde todo ha sido posible, donde también Txus ha ido formando las melodías sobre las que luego asentar las letras compuestas junto a Cameron Webster y Javier Arbulu.
Así se plasma en canciones como el anticipo Butes o Chroma y The Pursuer, temas de larga duración donde todo es posible salvo en el caso del séptimo y, al mismo tiempo, último corte, una instrumental que parece transcurrir en un segundo. “Igual es un disco menos inmediato que el anterior, pide más escuchas para ir descubriendo cosas”, sensaciones, imágenes o sentidos que no conocen de géneros ni fronteras. “Lo idóneo con las etiquetas en la música es intentar romperlas”, dice el intérprete.
Y con el disco bajo el brazo llega el momento de los directos. De hecho, a principios del próximo mes ya hay fechas, por ejemplo, en Madrid. En Gasteiz, la presentación oficial se producirá el 30 de mayo en Helldorado, compartiendo tablas con los también alaveses Same Old. Además de en el Estado, también se está trabajando para volver a Europa o finales de este año o a principios de 2016. “Hemos llegado a un punto en el que ya nos llaman”, comenta el bajista, un síntoma más de la buena acogida con la que cuenta un grupo que, eso sí, sigue siendo el punto de encuentro de “cinco amigos que tratan de disfrutar”.