madrid - María de las Mercedes Pérez González, alcaldesa del PP de la localidad madrileña de Redueña, se ha convertido en la rechifla de las redes y en motivo de escarnio tras denunciar que cuando el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, fue profesor suyo en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, le suspendió tres veces la asignatura de Geografía Política por llevar “perlitas”. “Yo iba con mis perlitas. Me gustaban pero no eran ostentosas, sino sencillas. Me vestía y me visto en Zara, como tantísima gente normal. Bueno, pues no le hacía gracia al señor Iglesias. Yo era de las que no encajaban dentro de su perfil”, relató. “La materia es muy bonita pero este señor, lejos del programa, se dedicaba a adoctrinar. Su opinión personal era la que prevalecía, sin más. Se saltaba el programa. No era objetivo”, contó en ABC. Sin embargo, cuando acudió el martes por la noche a El Cascabel de 13tv, admitió que Iglesias solo la suspendió una vez y ni siquiera se presentó para una revisión del examen. Lo cierto es que no logró aprobar la materia con tres profesores diferentes, entre ellos una mujer.

Su alcaldesa ha puesto a Redueña en el mapa, una localidad al norte de la Comunidad de Madrid con 281 habitantes que seguro que preferían seguir en el anonimato a ser trending topic por este motivo. El habitual ingenio y mala leche inundó las redes: “Pablo Iglesias te suspende si llevas Perlas, Monedero te aprueba pero se las queda”, aseguraba John Nieve; “Parece que @Pablo_Iglesias_ ha hecho que pasemos de he suspendido por los pelos a he suspendido por las perlas”, afirmaba María Lama; “Si llega a llevar brillantes, la expulsa”, aseguró Andreu Buenafuente en su programa. “Además de la Semana Santa, tener una casa en la playa y desayunar caviar, el de la coleta va a prohibir llevar perlitas. Pásalo”, escribía GerardoTC; “Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer. Llevas perlitas. Te he vuelto ha suspender”, proclamaba diostuitero. Armando el pollo también confesaba que Pablo Iglesias le suspendió “tres veces por hablar por teléfono en clase, durante el examen, con la persona que me leía las respuestas”. ¡Cuánto ingenio desperdiciado!