Madrid - Las ovejas no pierden el tren, sexto largometraje del realizador Álvaro Fernández Armero que cuenta con banda sonora del navarro Mikel Salas, propone un juego entre risas para mostrar “que se puede echar el freno y mirar alrededor, porque igual hay más opciones: igual no hay que coger los trenes siempre”, declara el director.

“Odiamos las frases hechas tipo se te pasa el arroz, vas a perder el tren, a tu edad y sin pareja”, dice el actor de esta comedia coral Raúl Arévalo, convencido de que hay que erradicar esos tópicos con los que juega el filme y apostar por otra realidad: que “nunca sabes por dónde te van a venir los tiros, así que ¡sigue viviendo!”. Y de eso va la película, dice Arévalo, “de romper con todo y cargarse esas frases que son estúpidas y que nos dan mucha rabia”. “Que a las ovejas no se les pasa el arroz”, apunta entre risas Inma Cuesta, muy lejos de su personaje, una mujer obsesionada por tener un segundo hijo que no llega.

“Nos metemos muchas cosas en la cabeza que no son verdad; en el colegio debían dar clases de educación emocional, porque luego uno se enfrenta a la vida y sólo tienes tus propias herramientas, y aunque intentas que no te afecten estas cosas, al final te afectan. Yo aún no sé qué quiero ser en la vida, igual mañana se me cruza el cable y me voy a plantar tomates”, resume la valenciana. La película, que cuenta también con Alberto San Juan, Candela Peña, Jorge Bosch y Kiti Manver, sucede a medias entre el campo (Valdeprados, Segovia) y la ciudad (Madrid), que también funcionan como opciones de vida y, en el caso de la pareja de Alberto y Luisa, escenifican la oportunidad de pararse a pensar y tomar decisiones con la verdad por delante. “Cualquier pareja puede sentirse identificada, se quieren muchísimo, se gritan, se alteran, hacen las cosas mal, y bien, y como pueden y los dos están en plena crisis, porque a los treinta y tantos uno hace balance y no sabes si vas por buen camino o no y ellos andan un poco perdidos”, explica Cuesta. - Alicia G. Arribas (Efe)