La historia vasca, durante decenios huérfana de verdades, se viene construyendo (o reconstruyendo) desde abajo. Investigadores o divulgadores como José Antonio Azpiazu, Iñaki García Camino, Joseba Asirón, Elena Torregarai, Eneko Bidegain, Iñaki Egaña o Xabier Alberdi, por citar solo unos pocos, están tejiendo un nuevo mapa histórico partiendo de hechos concretos o de pequeños hitos socio-económicos. La historia de Euskal Herria se nos revela así novedosa y atractiva. Por ejemplo, la epopeya de los balleneros vascos, olvidada durante siglos, se ha ganado un hueco en la memoria de la ciudadanía, y en los últimos años ha cruzado también el Atlántico, tal y como lo hicieran aquellos arrantzales curtidos hace ya más de 500 años.
Los descubrimientos de Selma Huxley en Red Bay (Terranova-Labrador) y los viajes organizados por la Asociación Albaola avivaron esta llama, y, en los últimos años, Guillermo Zubiaga, un ilustrador de Barakaldo afincado en Nueva York, se ha sumado a la fiebre ballenera. Zubiaga ha creado una trilogía sobre las aventuras vascas en el Atlántico Norte, de la mano de un protagonista temerario, Joanes. “Hay algo verdaderamente universal que reverbera en nuestros no demasiado loados balleneros, y esos ecos están encontrando su audiencia tras un largo, cruel e inmerecido silencio”, afirma el ilustrador.
Zubiaga llevaba años asentado en la ciudad de los rascacielos, dibujando series míticas como X-Force o Image Comics, añorando a ratos su Euskal Herria natal; pero el ilustrador mataba el gusanillo de una forma curiosa: introducía elementos vascos, como el lauburu o carteles de Negu Gorriak, en las viñetas que realizaba. Mientras trabajaba de fantasma o negro para Marvel, un pequeño descubrimiento espoleó una vez más la motivación de Zubiaga. “El personaje que describo en mis tres cómics está inspirado en Joanes de Etxaniz, un ballenero vasco de Orio que falleció en 1584 y que dejó el testamento más antiguo que se conserva en Canadá”, relata el ilustrador. Junto con los testamentos de Juanes de Larrume (1577) y de Domingo de Luca (1563), el de Etxaniz es uno de los documentos más antiguos de Norteamérica.
Zubiaga se animó y en 2009 publicó su primer cómic sobre balleneros vascos. Lo hizo en inglés. “Siempre he dicho que el mero hecho de que Joanes se haya publicado y se esté distribuyendo en los EE.UU. es para mí una victoria. Los temas vascos no son los más conocidos en estos lares; si además nos adentramos en un tema tan específico como el de la epopeya transatlántica de los balleneros vascos, mucho menos. Pero cuidado, este tema no ha sido muy conocido ni entre los propios vascos. ¿Les hubiésemos sacado el mismo rédito que los americanos han sacado del cowboy, los escandinavos del vikingo, o los nipones del samurái?”, se pregunta Zubiaga.
Y a ese trabajo primigenio le siguieron otros dos, publicados con el respaldo del Centro de Estudios Vascos de Nevada (Reno), que ahora se pueden leer también en euskera y castellano. Zubiaga no se ha limitado a crear un cómic histórico, y ha querido dotarlo también de fuertes dosis de fantasía: “El cómic está basado en hechos históricos, pero no pretende ser un novela gráfica histórica porque no deja de ser un relato de ficción. La narrativa está regada de mitología vasca, entrelazando elementos de nuestras atávicas e imaginativas tradiciones populares así como de nuestra rica historia marítima. En resumen, se trata de una narración ecuménica entre el bien y el mal, pero con un semblante más familiar o más nuestro. De hecho, me he inventado pocos elementos, ni el nombre de Joanes ni el concepto de la chalupa voladora, etc. Salvo la personificación del traganarru en diablo marino y alguna otra cosa más, me he limitado a recolectar todos los ingredientes y a hilvanarlos de una forma coherente. Como una vez dijo Paul Levitz, presidente y publicador de DC Comics, los dibujantes y creadores de historietas están haciendo exactamente lo mismo que los narradores que pintaron las cuevas de Lascaux o Altamira: están usando la narrativa para crear un contexto universal y eterno”.
El ilustrador vizcaino ha dejado un final abierto en la última entrega, y lo ha hecho a propósito, porque no anda falto de ideas y estaría dispuesto a “hacer otra trilogía más”.
Factoría Marvel Zubiaga no es un recién llegado al mundo de la ilustración. Arrancó en la Universidad, “allá por el año 93-94; me comisionaron para hacer mi primer trabajo profesional para la portada de una inédita revista, Hobeto News. Me pagaron 6.000 euros, lo que me hizo pensar que tal vez había sitio en este oficio para mí. Más tarde, realicé un montón de pequeños encargos, mayoritariamente retratos caninos. Un año antes de mi graduación me puse a trabajar en un estudio de animación”.
Y se mudó a Nueva York. “Buscaba expandir mi horizonte profesional en este ámbito -revela- , pero no ocurrió y comencé trabajando para la industria del cómic como dibujante de fondos. Y tras un relativo periodo conseguí trabajar para Marvel en el título X-Force, o como entintador para Dark Horse comics o Image. Pero es una industria muy competitiva y plagada de talentos, por lo que hay que trabajar mucho, arriesgarse, ser como un mercenario y coger todo lo que uno pueda, desde encargos individuales hasta diseños para camisetas y juguetes”.
Se trata de un sector exigente y Zubiaga sigue luchando por hacerse un hueco entre los mejores: “No es fácil. En parte porque la industria del cómic hace ya bastante que dejó de vivir su época dorada, ha ido perdiendo terreno ante otras plataformas, como los videojuegos. Por otro lado, es una industria muy competitiva, donde el talento y la destreza de la mayoría de sus partícipes es desorbitante”.
Ahora, trabaja en dos nuevos proyectos: “El primero es sobre Spánverjavígin o la llamada Matanza de los españoles, la trágica masacre de la expedición de balleneros vascos liderada por Martín de Villafranca, que tuvo lugar en Islandia, en el año 1615. El segundo es una novela gráfica con el título Liberty; se trata de un relato de ficción sobre una super heroína asalariada por el gobierno estadounidense que es destituida de su trabajo. Consternada, debate sus días como alcohólica y marihuanera. Yo únicamente me responsabilizo del dibujo”.