Vitoria - Limitarse a la etiqueta de fusión, en su caso, es quedarse corto, además de no ajustarse a la realidad. Sus sonidos nacen del diálogo de diferentes, de una conversación en la que todo puede sumar y que no sólo se traduce en canciones sino también en movimiento. Euskal Herria y África marcan las dos referencias fundamentales, pero entre ambas se cuelan el flamenco, los ritmos latinos... Constreñir en unas líneas lo que se viene construyendo desde hace diez años dentro de Harresian Zulo es imposible.
Aún así, ellos y ellas han intentado concentrar parte de la esencia de la multitudinaria banda nacida en Gasteiz en un disco que acaba de salir a la venta, un álbum homónimo que se grabó entre finales de mayo y principios de junio de este año en los estudios de Elektrika Grabaketak (Azpeitia) con Ander Barriuso a los mandos, llevándose a cabo las mezclas y los últimos trabajos de post-producción a principios de este otoño en los estudios Tik-Trak, ubicados en Getxo.
El resultado en su formato físico se puede encontrar ya en el Teranga, aunque a lo largo de estos días va a estar también disponible en varios locales del Casco Viejo gasteiztarra. Además, dentro de poco la versión digital se podrá encontrar en su página de Internet, algo en lo que ahora mismo se está trabajando (para los ansiosos, hay un par de temas colgados en su perfil de Facebook).
Temas que sirven para hacer el recorrido de esta década de funcionamiento, composiciones que consideraron pueden funcionar para su escucha a través del CD y títulos que no podían faltar por su valor para la historia de la banda conforman una propuesta en la que, como es evidente, faltan las danzas, ya sean vascas o africanas, así que la formación ya tiene en la cabeza hacer, como mínimo, un vídeo clip para ofrecer a quien no los conozca una visión más completa de su labor.
Aunque eso ya llegará tras la época navideña porque “necesitamos descansar un poco ya que estos meses han sido duros; al final, por suerte hay que decir, todos trabajamos y no nos dedicamos a esto de manera exclusiva y eso se ha traducido en un desgaste de horas, sueño, cansancio para grabar el disco. Ha sido una experiencia bonita pero al mismo tiempo agotadora. Veremos con el nuevo año qué caminos queremos seguir para volcar la energía que tengamos, sea mucha o poca”, explica Txabo Gómez, componente del grupo junto a Pascal Dione, Juankar Pérez de Mendiguren, José Buenvida, Nando Ortega, Javi Ortega, Eneko Balantzategui, Mikel Arnaiz, Iñigo Ozaeta y los bailarines Aicha Cone y Txonan DeLuxe eta Aizkoa.
“Cada uno aporta su idea, su rítmica... hace falta algo de locura y de vez en cuando sus toques de cordura para juntarnos tantos, para que todo cuadre, para que toda la música tenga su espacio”, apunta el músico, consciente de que donde todo se desata es en unos directos donde “a veces da la impresión de que estamos en el salón de casa”.
En ese contexto llega ahora un disco que pone la guinda a diez años que “han sido de constante crecimiento” hasta alcanzar una solidez que, sin embargo, sigue abierta “a ideas y propuestas”. Todo ello siendo un puente de ida y vuelta entre Euskal Herria y África. “Ellos siempre están abiertos a compartir su cultura, su música, su forma de ver...”, una manera de ser que la banda comparte para “intentar que la gente, a través de la música, no vea barreras, que disfrute, olvidándonos de las fronteras, de la música y las culturas, que todas nos enriquecen”.