bilbao - ETB sigue presentando con éxito el programa canadiense Just For Laughs (JFL), en el que Denis Levasseur se ha especializado en hacer bromas a los viandantes.
¿Cómo se hizo actor?
-Es una historia divertida. Cuando tenía 12 años era muy tímido. Un día, el maestro dijo: “Tengo un juego y en él hay dos papeles. ¿Quién está interesado?”. No sé por qué, pero levanté la mano. Creo que un ángel lo hizo por mí. Ahora me doy cuenta de que era una especie de señal. El juego fue un éxito y me dije a mí mismo: “Quiero ser actor”. Fui a la escuela de teatro e hice obras durante una década, pero siempre me interesaron las cámaras. Me vio un productor y me contrató para un programa de cámara oculta a celebridades llamado Sorpresa, sorpresa. Tuvo mucho éxito y fue el mejor show de Quebec en los años 80 y 90. Después me dediqué otros diez años a trabajar como monologuista y en 2002 empecé en Just For Laughs.
¿Le intimidaba hacer bromas?
-Por supuesto. A la vez que en Sorpresa, sorpresa trabajé en otro programa en el que tenía 100 dólares para convencer a la gente de la calle para hacer cosas por mí. Por ejemplo, me hice pasar por estudiante de Psicología y detuve a un tipo para explicarle que en 2060 los hombres serían capaces de tener bebés y yo quería saber cuáles serían las impresiones de un hombre tras dar a luz. Le ofrecí 20 dólares para vestirse como una embarazada, poner una pierna a cada lado de un banco y dar a luz a una Barbie. ¡El chico terminó haciéndolo por 40 dólares! El productor era Marcel Béliveau. Tuve que hacer unos pilotos y tenía mucho miedo. Yo pensaba que era un mal vendedor, pero Marcel creyó en mí más que yo mismo. Me sobrepuse a mi miedo y fui el mejor en ese espectáculo. El que nunca pasó de 50 dólares para convencer a la gente de que hiciese cualquier cosa.
¿Cuál es la diferencia entre trabajar en una película o en una broma?
-La gente no sabe que actuamos. No tenemos maquillaje. Tenemos que ser naturales porque si no, la gente dudará o nos descubrirá. Hay una línea muy fina. Tenemos que creer en nosotros y creer que lo que le decimos a la gente es la verdad aunque sabemos que todo es mierda de toro. (Se ríe) ¡No podemos fallar! Cuando hago una película o una obra de teatro, el actor que está delante de mí sabe que estamos actuando. En la calle no lo saben.
¿Recuerda alguna broma mal encajada por sus víctimas?
-Hay momentos en que la gente no tiene sentido del humor, o ha recibido una mala noticia, o no le gusta el espectáculo. Entonces detenemos la broma y les deseamos que tengan un hermoso día. Nunca mostramos gente enfadada. Al final, cuando les decimos dónde están las cámaras, queremos que la gente esté feliz, nunca cabreada. Eso no es bueno para el espectáculo. Es nuestra filosofía. Hace tres años recibí mi primera bofetada. Una compañera convencía a la gente para que llevase a una pareja de actores una copa de champán con un anillo dentro y que el chico pidiese matrimonio a la supuesta novia. Yo aparecía vestido de borracho y bebía la copa aparentando que me tragaba el anillo y me ahogaba. La hicimos muchas veces, pero en una ocasión un chico atlético me dio una bofetada mientras bebía. El anillo salió disparado y mi mejilla quedó totalmente roja. Paramos porque yo estaba herido y el tipo quería seguir golpeándome.
¿La gente se enfada habitualmente?
-Cada temporada hacemos 225 bromas con 3.000 personas. Se enfadan dos o tres, cinco como máximo.
¿No le reconocen cuando graba?
-Sí, empecé a ser famoso, pero no solo en Canadá, en todo el mundo. A veces, cuando hacemos una broma en el casco antiguo de Montreal, un lugar muy concurrido, los turistas quieren hacerse fotos conmigo. Me sucede con gente de Francia, España, China... Unos chinos me reconocieron y reaccionaron con histeria. Era como si tuvieran a Brad Pitt frente a ellos. (se ríe) Lo más divertido me pasó con una pareja de Polonia. La mujer me dijo que su marido se rió tanto una vez que se le salió el ombligo. De cada diez personas, hay tres o cuatro que me reconocen. Pero no es un problema. Le digo a la gente que siga viendo JFL, que tenga un buen día y sigo la broma con el que viene detrás.
Policía, cocinero? ¿Hay alguna profesión que todavía no haya sido?
-¡Creo que en trece años lo he hecho todo! Policía, sacerdote, trabajador, gay, amante, ciego, bombero, cocinero, borracho, vagabundo, mago, anciano, mujer, agricultor? ¿Existe algún otro personaje? ¡Lo haré!
Acaba de terminar la grabación de una nueva temporada.
-Ha sido otro gran año. Hay un montón de gags divertidos. Estoy muy satisfecho porque al comienzo de cada temporada me pregunto si será la última. Nunca lo sabemos. Estoy muy orgulloso porque ha sido una de las mejores. He hecho entre 80 y 90 días de rodaje. Eso es mucho.
¿Cómo es el trabajo con sus compañeros de reparto?
-Con la que más trato tengo es con Marie-Pierre Bouchard (una actriz rubia que también es un clásico de JFL). Trabajo con ella desde hace diez años y nos hemos hecho buenos amigos. A lo largo de los años hemos desarrollado una química maravillosa. Me gusta hacerla reír durante las bromas. A veces se ríe tanto que deja de actuar y se queda riendo delante de la víctima. ¡Estoy orgulloso de eso!
¿Cuál es el secreto para que ‘JFL’ tenga éxito en tantos países?
-En primer lugar, no hay palabras. Es un tipo de espectáculo universal. No sé quién inventó el show de cámara oculta, pero tenemos la mejor experiencia del mundo. El productor, los directores, los actores.... Todos tenemos muchísima experiencia y sabemos cuándo es divertido y cuándo no. Tiene éxito porque es simple. ¡Las caras de las personas que se quedan atónitas son tan divertidas! La mezcla entre la persona y nuestro primer plano es lo que triunfa. Ése es el secreto. Pero shhhhhh? (se ríe). Los chicos que hacen el montaje también son muy buenos. El montaje es el 50% de la broma. Este año, en la fiesta de despedida del equipo, hablé con uno de los directores con los que he trabajado 13 años, Jean Konen, y me dijo: “Denis, eres el mejor bromista del mundo. Nadie hace bromas durante trece años y tú has hecho más de 3.000”. La mezcla de todo esto es lo que nos da el éxito en todo el mundo.
¿Cree que usted podría ser la víctima de una de esas bromas?
-Por supuesto. Puedo ser la víctima más fácil. Soy un tipo muy ingenuo.
¿Ha compaginado ‘JFL’ con otros trabajos?
-Sí. Hice anuncios y una serie para la televisión francesa que grabamos en Quebec. También me puse a escribir y dirigir clips para empresas privadas. Empecé a escribir y me gustó. Estoy trabajando ahora en una nueva serie de televisión. Cruzo los dedos.
¿Ha tenido la tentación de hacer una película?
-Me gustaría taaaaaanto hacer cine? Es mi sueño. Terminé un guión el año pasado y trato de encontrar productores. Se trata de una película divertida al estilo de Peter Sellers, para mí el mejor actor cómico que ha habido.
Euskadi y Quebec tienen algunas similitudes. ¿Sirven la risa y el buen humor para unir a la gente?
-¡Por supuesto! La risa es el mejor embajador de la paz. La gente ya casi no se ríe y esto hace que la vida sea difícil para muchos. Por eso les gusta nuestro show. Cuando lo ven se olvidan de todo. Nuestro programa es muy popular en la parte anglófona del país. La región de Quebec es la que tiene el mayor número de humoristas del país... Aquí creamos Le Festival Juste Pour Rire y una gran cantidad de humoristas de Francia y EE.UU. vienen a este festival. Así somos la gente a la que le gusta reír. Está en nuestros genes.
¿Grabaría bromas en Euskadi?
-No conozco a ningún vasco, pero si me hace esta entrevista es porque a usted le gusta el espectáculo, ¿no? A veces, a la gente de los diferentes países no le gusta que le toquen y nosotros tenemos que hacerlo para colocarlos delante de las cámaras. La gente de Quebec es sencilla. El humor es universal y con las personas pasa igual: a la gente le gusta reír.
¿Ha visitado Euskadi alguna vez?
-No, nunca. Conocí a algunos vascos en Montreal y me parecieron muy amables. Una pareja me dijo que allí soy una estrella. ¿Es eso cierto? (se ríe) ¡Puede ser que algún día viaje por todo el mundo para conocer gente y hablar con los fans de JFL!