Más allá de las polémicas y los abandonos políticos, la Escuela de Artes y Oficios sigue celebrando su 240 aniversario como mejor sabe, es decir, siendo punto de encuentro semanal para casi un millar de personas de diferentes generaciones que se forman en la cultura y desarrollando su ya veterano programa expositivo. Y es en este último apartado en el que el centro inaugura hoy dos nuevas muestras de pintura y grabado que estarán abiertas al público hasta el próximo 5 de diciembre. Como artista invitado se encuentra en esta ocasión el gasteiztarra Ander Gómez. Como creadora que forma parte del alumnado, junto a él está Mar Marco.

De nuevo en Gasteiz tras estar los últimos años completando su formación en ciudades como Milán y Barcelona, Gómez San Jorge convierte, en El vaciado del paisaje, a determinados espacios de la naturaleza (“necesito que me enganchen por alguna razón, que de alguna manera me estimulen”) en punto de partida de un proceso en el que, a través de distintas secuencias, el artista lleva al espectador de lo legible a lo abstracto.

“Es como decantar la experiencia del paisaje. Al final, lo que queda es un poso del recuerdo”, una visión que, a simple vista, parece guardar poca o ninguna relación con aquella imagen que se encuentra al principio de esta película relatada a través de cuadros.

Óleos y carboncillos son los elementos con los que trabaja un artista que ocupa dos de los tres espacios expositivos de Artes y Oficios, escuela con la que no ha tenido relación formativa anterior. “Cuando regresé a Gasteiz necesitaba exponer pero no era sencillo encontrar un sitio hasta que me topé con la escuela”. Un camino escuchado otras veces en una ciudad que ha perdido ya un buen puñado de espacios donde los creadores puedan mostrar, sobre todo públicos.

Junto a él se encuentra Marco con sus Misterios, una inmersión en las posibilidades infinitas que permite el grabado. Formas, colores, texturas, volúmenes, la artista aprovecha todo lo que en un momento siente como necesario. “Soy impulsiva, visceral”, reconoce, al tiempo que explica que cada obra consigue ser un reflejo “de lo que siento en cada instante”.

Alumna activa, no es la primera vez que sus creaciones toman las paredes de Artes y Oficios. Y aunque también con las piezas ha pisado otros lugares, ella tiene clara su defensa de la escuela “aunque nos tengamos que atar a los árboles” de Conde de Peñaflorida.