Vitoria - ¿Cómo pueden crecer y desarrollarse la amistad y el amor en un escenario como Invernario?

-Negutegia es un libro que habla sobre la amistad y el amor, entre otras muchas cosas, en situaciones de fragilidad y vulnerabilidad física y mental, algunas límite, como puede ser una prisión (en una isla), o como puede ser la precariedad económica o tener una vida a la deriva. El mundo, pensado como algo global y en términos macropolíticos, es un lugar frío, hostil, violento, donde la violencia, la guerra, la masacre, lo impune y lo infame conviven con nuestras vidas cotidianas. No hago una separación entre esto y aquello, obviamente todo está mezclado. En nuestras vidas, nuestros cuerpos, la amistad y el amor son pequeños bolsillos de potencia. Un cuerpo es lo que este puede hacer. Pensar el cuerpo de esta manera y sentirlo así me resulta alentador.

¿Por qué el 29 de febrero como fecha clave de esta novela?

-Es una fecha curiosa, entre lo complejo de la temporalidad humana, el cronos, el tiempo condicionado por el calendario, y la libertad de decidir cómo utilizar el tiempo. Tenemos un calendario estructurado en el que cada cuatro años aparece el 29 de febrero, pero en el que también tenemos la posibilidad de dar una dimensión personal al tiempo. Aunque vivamos condicionados por ese tiempo que nos oprime y también por el tiempo biológico que avanza, siempre nos queda la posibilidad de jugar con el tiempo. De entrar y salir en él. Al menos en una situación de libertad, ya que un preso difícilmente puede jugar con el tiempo. Creo que también hay que posicionarse frente a los tiempos impuestos. El 29 de febrero es un día que me hace pensar en cómo vivimos la temporalidad. Siempre intento hacer algo ese día, algo así como un cumpleaños inventado.

El mar es protagonista indiscutible junto con Omar, Dede, Emi y Gastone, ¿qué les aporta a ellos, a la novela, a la propia autora, y viceversa?

-No podría vivir sin mar, como tampoco podría vivir sin montañas. Necesito espacios abiertos, ver el horizonte. Puedo estar un tiempo en un entorno urbano, he vivido en grandes ciudades, pero siempre como algo temporal. Supongo que lo mismo les sucede a Omar, Dede, Emi y Gastone, que todos tienen algo de mí y nada a la vez. Entiendo la ficción como un paraguas que me permite hacer lo que quiera. Me interesa la ficción en la medida que me da autonomía, una autonomía epistemológica, no como genero en el que la persona que escribe controla todo y sabe exactamente hacia dónde va la historia que está elaborando. No me interesa escribir así, al menos no en este momento.

Invernario (calendario de invierno), invernadero... Palabras parecidas pero distintas que confluyen en un título, ¿por qué esa dualidad?

-Es una complejidad que viene de la palabra en euskera que dio título a la primera publicación del libro, es decir, Negutegia. Es una palabra polisémica que quiere decir invernadero, como en castellano, pero también en un sentido figurado puede significar lugar donde se hace el invierno. Sin embargo, al traducirla como invernadero, perdía las connotaciones que tiene la palabra negutegia. Tal vez porque ya llevaba mucho tiempo trabajando en el libro en euskera, mucho tiempo acompañada por esta palabra y el imaginario que despliega. Un día compartía la decisión del título para la traducción al castellano con dos amigas, y una de ellas, que es filóloga, me dijo, ¿por qué no invernario? Y así se quedó. Me interesa trabajar con palabras inventadas, que no existen, y que al inventarlas adoptan un lugar nuevo en el vocabulario. Se hacen sitio entre las otras palabras de manera imperceptible y natural.

Silencios para una escritura que busca ser inacabada.

-La poesía es horadar las palabras, agujerearlas, para que algo nuevo se cuele por ellas. Nuevos sentidos, nuevos significados, nuevos usos de palabras. Está llena de silencios para que tanto el silencio mismo como el significado que pueda aparecer tomen direcciones que no están controladas por, en este caso, la autora. Cuando escribo o creo necesito generar lugares no controlados, en los que ni yo misma sé que puede suceder. Pero al mismo tiempo todo está muy medido en el texto, cada palabra, cada silencio, cada sonoridad, cada coma, las resonancias que se generan en el propio texto, la dramaturgia que está generando un elemento con otro, una imagen con otra. Lo que no está medido es lo que todo eso produce hacia fuera, hacia la lectora (si bien se puede jugar con ello). Como ves, sigo hablando en femenino, lo hago de manera premeditada. Lo que sucede hacia fuera, entonces, es difícil de saber previamente y por eso me resulta apasionante.

Hablamos de prosa pero con un marcado carácter poético.

-Trabajo mucho en cada palabra, cada coma, los ritmos en cada palabra y entre las palabras, lo amaso mucho todo y se va condensando, genera una densidad que podemos llamar poética. Me interesa trabajar el lenguaje y las imágenes que éste produce como materia, amasarlo como si fuera materia y presencia, no sólo significado. Hacer que el lenguaje hable. Así que seguramente no, no puedo entender la una sin la otra. Me interesa hablar sobre lo poético, no sólo sobre la poesía como género o en la escritura. Lo poético en diferentes lenguajes artísticos, ¿cómo se produce? ¿Qué produce? Preguntas estimulantes, al menos para mí, son un motor importante en mi trabajo.

¿Su patria es la literatura?

-Tampoco la literatura. La literatura me interesa para desmontarla y en la medida que me permita complejizar, cuestionar, activar dispositivos críticos, teóricos y poéticos.

Umbrales para atravesar y reatravesar, como dice Maria Nadotti en el prólogo, pero no buscando una meta sino, ¿haciendo del camino el propio objetivo?

-Me identifico con la manera en la que Maria Nadotti sintetiza en esa frase Negutegia. Cada proyecto en el que me embarco es una apertura hacia lo desconocido, no suelo saber previamente lo que va a suceder. Por otro lado, en el proceso de creación me interesan los lugares intermedios, umbrales. Situarme entre la voz, el lenguaje y el cuerpo, por ejemplo, pensar y practicar ese lugar a través de la creación. Y luego atravesar esos lugares intermedios durante el proceso.