Desde el jueves ya eran unos cuantos los azkeneros que fueron tomando posición tanto en el camping anexo a Mendizabala como en otras partes de la ciudad, pero fue ayer cuando la familia que componen los asistentes al Azkena Rock Festival se vieron las caras a primeras horas ante las puertas del recinto para vivir el ritual de todos los años con el reparto de las pulseras de los abonados. Reencuentros, abrazos, conversaciones rápidas en las que resumir los últimos doce meses, sin esconder en muchos casos los chubasqueros ante la amenaza de tormentas que luego se convirtió en pesadilla, obligando a suspender varios conciertos como los de Bombus y Bourbon.
Un cuarto de hora antes de las cinco se abrieron las puertas y tras la perceptiva inspección de cómo está todo en esta ocasión (en realidad, casi igual que en 2013 salvo por la presencia del tercer escenario), hubo que ir dirigiendo los pasos hacia el escenario Lou Reed puesto que los gasteiztarras 13 Left To Die pusieron los primeros sonidos del certamen a y cuarto.
Todavía no era muy numerosa la parroquia, pero sus sonidos metaleros, colaboraciones de Childrain incluidas, resonaron con fuerza, más allá de que en otro tipo de festival tendría más sentido su estilo. Su batería, Oier, pudo tocar el último tema como estaba previsto.
Con ellos arrancó un maratón que pronto reclamó la atención desde las tablas Raúl Aransaez, una carpa que recibió a los canadienses Monster Truck. El cuarteto no ha descubierto la pólvora pero es evidente que tiene bases suficientes para saber estar sobre un escenario.
Pero fue justo durante su actuación cuando el cielo pareció querer caerse sobre Mendizabala. La tormenta fue tan brutal que por precaución ante la carga eléctrica se suspendieron de manera sucesiva las actuaciones de Bombus y de los gaditanos Bourbon. Como a Hudson Taylor le tocaba a eso de las siete bajo la carpa, el concierto del dúo irlandés sí se pudo celebrar. Y ya fuese por su folk de matices pop o por la que estaba cayendo fuera, no cabía un alfiler y eso que su presencia era una de las más discutidas en los últimos meses.
Sin respiro, Seasick Steve se presentó en el escenario grande con ganas de llenar el recinto de Mendizabala. La lluvia no se lo impidió (grandísima actuación), aunque no fueron pocos los que aguantaron, incluida la chica que el músico se subió al escenario para cantarle una canción.
Con la lluvia pidiendo protagonismo todavía, le tocó a The Stranglers aparecer también bajo la carpa. Se pudiera pensar que 40 años después de la formación de la banda y pasados los tiempos de mayor popularidad, los ingleses están ya en la cuesta abajo, pero la realidad es que el grupo se encuentra en un gran momento que sirvió para revivir viejos éxitos y comprobar que donde hay calidad no hace falta juventud, mientras las gotas seguían cayendo.
Tras ellos, llegó el gran momento de la jornada inaugural de la mano de Scorpions, a los que siguieron Attikus Finch, Turbowolf, Marah, Vucaque y Unida, pero todo eso sucedió cuando este periódico iba camino de convertirse en papel, así que ya habrá tiempo de relatarlo con calma mañana.