Cuando su anterior encuentro con el lector, El haya que lleva escrito tu nombre, se hizo por fin realidad, La rebelión de los monjes negros (Dossoles) ya estaba tomando forma definitiva, un camino que ahora se completa en manos de quienes quieran aceptar la invitación que, de nuevo, les realiza el escritor y periodista Eduardo Rojo. Dos siglos distintos se reúnen entre sus páginas para desgranar un libro que el autor, afincado en la capital alavesa, define como sencillo, pero sólo en apariencia.
Una primera historia sitúa la acción en el siglo XV, en un enfrentamiento entre el monasterio de Oña, cuyo dominio monástico llegaba desde Palencia hasta Somorrostro, y la Congregación de Valladolid, un desencuentro que, en el fondo, tiene que ver con el control económico. "Al final es como ahora, una lucha de poder como se puede ver entre territorios, empresas o el ejemplo que se quiera", apunta Rojo.
La otra trama, por supuesto relacionada con la anterior, lleva al lector hasta la actualidad, a la figura de un periodista suizo que se encuentra entre la herencia de un familiar jesuita fallecido un manuscrito que relata lo acontecido cinco siglos antes, vivencias que decide publicar aunque no tal y como las ha recibido sino interviniendo en su relato, un nuevo proceso de creación que también se describe. "En el libro hay bastantes voces y perspectivas", una variedad que también se traslada a los distintos recursos narrativos a los que recurre el autor, desde la crónica histórica hasta la poesía pasando por el género epistolar, el lenguaje periodístico y otros. "No es una novela al uso", describe Rojo.
"Hay hechos históricos que son como se describen, pero sí es cierto que me he tomado alguna que otra licencia; la realidad no te puede estropear una novela", ríe el escritor haciendo referencia a un conocido axioma del periodismo. "Cuando escribo lo que más me gusta es emocionar y no me refiero a caer en el llanto fácil y esas cosas, sino que al leer haya un pulso que le llegue al corazón, más allá de que exista un misterio o no", describe Rojo, al tiempo que añade que "espero que el lector aprecie cómo está contado todo, la artesanía, por así decirlo, que existe a la hora de confeccionar la novela, porque hay un trabajo muy importante en ese sentido".
De todas formas, la decisión está ahora en manos de quienes se asomen a La rebelión de los monjes negros, y cada uno se perderá a su manera a lo largo de las páginas. Igual que ha pasado con sus anteriores trabajos, como La noche de las siete lunas, o sucederá con el próximo, una novela ambientada en Vitoria que está en estos momentos ultimando. "Aquí ya llevo 26 años y conozco bien a la ciudad y su gente así que me siento con fuerzas de hacer una historia pegada a esta ciudad", avanza, aunque ya habrá tiempo de ir contando detalles.
Al fin y al cabo, tanto esa futura referencia como las anteriores o la actual llevan su tiempo, horas robadas del tiempo libre que deja, por ejemplo, el propio periodismo. "Para escribir necesito disciplina; teniendo una planificación y haciendo poco a poco además de aprovechar los veranos al máximo voy sacando lo que quiero", también consiguiendo dejar a un lado el lenguaje y los vicios que muchas veces supone el ejercicio informativo, aunque "creo que he conseguido tener dos cerebros", ríe.