Vitoria - Ayer mismo regresó a su Gasteiz natal para hacerse dueño de la sala Jimmy Jazz. Aunque tampoco es que Kike Pravda tenga su base de operaciones muy lejos (reside en Bilbao desde hace unos tres años). Holanda, Alemania, Irlanda... Saben de lo que es capaz este hombre a lo largo de una de sus sesiones, sin olvidar su prolífica actividad como productor, también con su propio sello, Senoid Recordings.
En el caso de cualquier grupo o solista, da igual el género, llevar más de dos décadas en la música se suele traducir en reconocimiento por parte de los medios y del público, es un valor en sí mismo. ¿En el caso de los Dj es distinto, según su propia experiencia?
-Es complicado mantenerse ahí durante más de 20 años, de eso no hay duda. Tiene su mérito porque además, como se suele decir, nadie es profeta en su tierra y cuesta mucho mantenerte en esta historia. Requiere mucho esfuerzo pero, sobre todo, dedicación, además de confianza en ti mismo porque ya sabes cómo es la música, va y viene, no es algo seguro. Tienes igual de valor que un grupo. Incluso, si me apuras, tiene un poco más puesto que estás solo en esto. Hombre, no somos músicos, ponemos música, pero estamos en la misma historia.
¿Pero cree que hay diferencia entre músico y Dj?
-Hombre, sí es cierto que el Dj, al final, termina haciendo música. Llevas tanto tiempo pinchando que necesitas aportar algo más a la escena. Para un buen Dj es obligatorio terminar haciendo música.
De cuando usted empezó hay una gran cantidad de aspectos, sobre todo en el plano tecnológico, que han cambiado mucho en el trabajo del Dj. ¿Cómo ha vivido en primera persona este proceso?
-Sí, ha sido un cambio importante. Hombre, lo vas viendo, y al principio, no hay que negarlo, eres un poco reacio a algunas cosas, pero te vas dando cuenta de que eso va para adelante, que no es sólo un invento que va a morir pronto, sino que va a sustituir a otros elementos y lo va a hacer para quedarse, así que vas probando, te haces a lo nuevo y, más tarde o más temprano, le encuentras sus ventajas. La tecnología lo que hace es aportarte comodidad. Yo he vivido la transición del vinilo al CD, del CD al mp3, como del plato al ordenador... Y vas tanteando.
¿Sigue utilizando el vinilo?
-Fabricarlos sí, pero pinchar ya casi no por distintas razones. La primera porque vas a pinchar fuera y es más cómodo facturar un portátil que diez discos. Además, depende dónde vayas igual la acústica de la cabina no es la adecuada para que puedas trabajar con los vinilos... Todo tiene sus ventajas y desventajas, pero al final haces balance y ves que lo suyo es pasarse al digital. Así lo hizo Oscar Mulero, que fue el primero de todos que hizo la transición y que después nos animó a todos. Al final los que están arriba son los que llevan la voz de lo que se lleva y lo que no, y en conversaciones, les preguntas que qué tal eso o lo otro, y te terminan convenciendo.
A usted le han presentado, por ejemplo la prensa especializada, alguna que otra vez como un "peso pesado" del techno de la escena estatal. ¿Para el ego esto viene fenomenal, no?
-(risas) Sí, pero lo dicen porque ya en el País Vasco hay poca gente que se dedique al techno y en España, pues sí, hay algunos más pero que hayan grabado discos en el sello de Oscar Mulero o que hayan pinchado en Berlín... pues tampoco hay tantos. Igual lo dicen por eso. Claro, es que llevo muchos años haciendo techno. ¿Soy un peso pesado? Bueno, es que es mucho tiempo siendo pesado con el techno (risas).
En los años 80 en la capital alavesa a cualquier niño interesado por la música le hubiese dado por una guitarra u otro instrumento, pero a usted no.
-Bueno, mi padre es técnico de electrónica y músico, y cuando trabajaba en Carrión, en casa siempre había cajas de ritmo y esas cosas. Estaba rodeado de máquinas electrónicas, me críe con eso. Además, mi padre tocaba el bajo, yo quería hacer lo mismo con el piano, él actuaba con una orquesta y yo le acompañaba... vamos, que la música estaba en casa desde la mañana a la noche.
¿Él ha asistido alguna vez a una de sus sesiones?
-Venir, creo que a ninguna, pero cuando yo estaba empezando sí le enseñaba lo que iba haciendo. Claro, él veía todos los fallos (risas).
Sus primeros pasos, por así decirlo, en serio llegaron con los 90 metido de lleno en un estilo musical que en estos lares... nada de nada. ¿Fue muy complicado?
-Imagina. Para empezar porque para encontrar la música que pinchaba me tenía que ir a Londres o a Alemania... Claro, ahora no tienes que hace eso, la música la tienes a golpe de ratón. En Pravda, por ejemplo, había gente que te miraba super-seria pensando: ¿pero qué música es ésta? Había cosas que planteabas que sonaban a chino. Y ahí pasaban dos cosas. Los había que aquello no les entraba y no les volvías a ver, pero otros muchos les gustaba y ya no querían otra cosa.
¿Eso ha cambiado hoy?
-Sí, la gente está mucho más abierta a la electrónica. Antes sólo la podías escuchar en determinados clubs, ahora pues oír electrónica standar, por así decirlo, en cualquier lado. Antes parecían sonidos marcianos, hoy no.
Es más, ahora hay sesiones de mediodía, de tarde, para niños... ¿Esto ha cambiado mucho también en este sentido, no?
-Sí, se ha explotado mucho pero parece que incluso se quiere explotar más. Está todo también más masificado.
No sé hasta que punto además, la crisis hace que muchos locales tiren más de Dj que de grupos que son más numerosos y, por tanto, algo más caros.
-Claro. Además, la gente tampoco tiene tanto dinero para salir. Es que no salen las cuentas. Se nota mucho que hay espacios que se limitan a organizar un acto importante, fuerte, una vez al mes y punto. Es decir, se hace menos pero también se sale menos. Es la pescadilla que se muerde la cola. ¿Hacemos? ¿No? ¿Si no hacemos, no vienen, pero cuando hacemos tampoco acuden? Es complicado, la verdad.
Ha pinchado en Alemania, Holanda, Irlanda... ¿Diferente a lo que se encuentra aquí?
-En ciudades como Madrid o Barcelona hay más cultura musical, más habito de salir. Lo mismo pasa en Berlín, por ejemplo. No hay muchas diferencias.
Hay quien puede pensar que lo que hace un Dj es poner música y estar de fiesta, olvidándose que esto es un trabajo.
-Por supuesto. Una sesión, entre unas cosas y otras, pueden ser cinco horas. E irte de fiesta después, como que no. Hay quien sí lo hace, pero bueno. Supongo que será la edad pero yo, la verdad, es que nunca me lo he tomado así.
Además, con el tiempo inicia también su trayectoria como productor que después se traduce en el hecho de crear su propio sello.
-Mi primero disco en vinilo, junto a mi hermano, es de 2000, para el sello holandés Katak. Luego ya fuimos dando más pasos hasta llegar a Senoid Recordings.
¿Cómo se toma esa nueva faceta? ¿Supongo que como algo natural?
-Sí, bueno. Empiezas a probar, a ver si te gusta. Tienes el gusanillo de que te gustaría hacer música, de que quieres plasmar algo determinado y empiezas a mandar demos a sellos hasta que alguien se fija en ti. Pero es una locura. Unos te hacen caso, otros no... Por eso quise hacer un sello, porque creo que el producto es bueno y que tiene salida.
¿Hay una marca de la casa, un sello, Kike Pravda?
-Sí. Los temas tienen tu sonido, tus herramientas, aunque luego te hagan un remix, siempre lleva tu alma, tu identidad. Si no te identifican con tu música, no es bueno. Es lo que hay que buscar, tu sonido.
Y para encontrarlo son muchas horas en la soledad del estudio.
-Horas no, años. Pero hay recompensa porque ahora la gente te dice que reconoce tu sello.
Por cierto, del Pravda, del espacio de sus inicios que lleva en su apellido artístico, ¿qué recuerdos tiene hoy?
-Fue donde empezó mi carrera musical, tuve la oportunidad de pinchar como residente cada fin de semana y ahí es donde aprendí de verdad, donde tuve la oportunidad de conocer a otros muchos artistas que venían a la sala... Todo me aportó y eso es muy importante. Por eso los recuerdos son muy buenos. Era una época en la que aquella música no era para todos, en la que todo era nuevo y lo estabas descubriendo.
Ese fue un camino que iniciaron varios, pero no todos han seguido como usted.
-Mira que había locales, pero es cierto que de aquella gente no ha quedado casi nadie en activo. Creo que seguimos dos o tres.
¿Hay veces que la noche pasa demasiada factura tal vez?
-Tampoco creas. Depende cómo seas. Para mí es un trabajo como otro cualquiera. Hombre, seguro que hay quien no se lo toma tan en serio. Pero bueno, no deja de ser un trabajo en el que tienes turno de noche, en el que muchas veces te toca viajar, cambiar horarios...
Y hoy hay varios Dj de primera línea internacional que montan su show, que si se lanzan, que... Hay una parafernalia, una escenografía exagerada que no sé cómo ve.
-No soy muy partidario de eso. Es más, te podría decir que en ocasiones hasta paso un poco de vergüenza ajena. No me parece muy profesional, un poco una falta de respeto. Pero bueno, hay público que demanda circo. Hay cosas que en un club serio de Berlín no haces pero igual en Ibiza sí, y eso, en parte, es por el público.¿Usted cambia mucho una sesión dependiendo de lo que tenga frente a usted?
-No mucho. Llevas tu selección de temas y puede que en un momento dado optes por una cosa o por otra, pero el estilo no. Vas a poner techno y pones techno. Igual a primera hora es algo más suave, pero bueno.
¿Le queda algo por aprender?
-Alguien me comentó una vez que siempre se aprende hasta de los malos, a no hacerlo mal. Es cierto. Así que no paro de aprender.
Alguien que está empezando le pide un consejo y...
-Primero creer en lo que haces, en tu gusto musical por encima de lo que te digan otros. Después, meter muchas horas, fijarte en la gente que lleva mucho tiempo y ser humilde. Eso es fundamental. Lo demás es irrelevante. Lo que tenga que venir, ya vendrá.