Menos es más. Se atribuye esta frase al arquitecto Mies Mies van der Rohe, precursor del uso de la sencillez, sobriedad, claridad en la arquitectura. Extrapolando el asunto, es una máxima que podríamos trasladar a todos los ámbitos de nuestras vidas. Aunque la expresión menos es más no es original de Mies, sino mucho anterior a él. El poeta alemán Christoph Martin Wieland (1733-1813) ya la usaba, como también el escritor inglés Robert Browning (1812-1889). Pues también en la escritura prima el menos es más. Escribir sencillo es mucho más dificultoso que escribir complicado. En todos los ámbitos del saber. En las ciencias y en las artes contar algo complejo para que sea entendible por cualquiera, es un difícil reto. Si alguien nos hace entender la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad o la última obra de un artista sin que tengamos que ser expertos en esas materias, es porque tiene, primero, un conocimiento profundo de ello y segundo, el don de transmitirlo sin ser críptico. Pero volvamos al arte. Habitualmente creemos que el talento en las artes está vinculado a la capacidad para representar la realidad de manera precisa, compleja. Y no es así. En ese sentido podemos remitirnos a un pasaje de un libro de Giorgio Vasari (1511-1574), uno de los primeros historiadores de arte. En él refiere una anécdota del pintor Giotto. El mismo Papa se interesa por él y envía a Florencia a uno de sus cortesanos:

"El cortesano yendo a ver a Giotto, supo que en Florencia había otros maestros excelentes en la pintura y el mosaico y habló en Siena con muchos maestros. Luego, con los dibujos que éstos le confiaron, fue a Florencia y dirigiéndose una mañana al taller de Giotto, el cual estaba trabajando, le expuso el pensamiento del Papa y de qué modo quería valerse de su obra; finalmente, le pidió algún dibujo para enviarlo a Su Santidad. Giotto, que era muy cortés, tomó una hoja de papel en la cual, con un pincel mojado en rojo, apoyando el brazo en el costado para hacer de él un compás y haciendo girar la mano, dibujó un círculo tan perfecto de curva y de trazo que era maravilloso verlo. Hecho esto, dijo, sonriendo, al cortesano: "aquí está el dibujo". El interlocutor, creyendo que el artista se burlaba, contestó: "¿no he de recibir otro dibujo que éste?". "Basta, y aun sobra con él -repuso Giotto-, enviadlo junto con los demás y veréis si será apreciado". El emisario, viendo que no podía obtener otra cosa, se alejó bastante insatisfecho y preguntándose si Giotto no le había tomado el pelo. Empero, al enviar al Papa los demás dibujos, con los nombres de quienes los habían ejecutado, le remitió también el de Giotto, refiriendo la forma en que se había empeñado en trazar el círculo sin mover el brazo y sin ayuda de compás. Y el Papa y muchos cortesanos entendidos reconocieron por ese dibujo hasta qué punto Giotto superaba en excelencia a todos los demás pintores de su tiempo". Esta anécdota patentiza que la máxima menos es más es muy añeja.