las cadenas de televisión se juegan el tipo con los programas que ponen en marcha en lo que se llama franja horaria de primera (prime time), que coincide con la máxima presencia diaria de consumidores frente al televisor y, por ello, hay que aprovechar esta marea de televidentes para echar las redes y conseguir suculentas cifras de audiencia total y relativa. De ahí, que los responsables de la programación coloquen los productos más apetecibles en la franja horaria que va de ocho de la tarde a doce de la noche y en ese campo de consumo se dirimen las grandes batallas entre las empresas líderes. El criterio es el de acumular audiencias de forma creciente para llegar al punto caliente de máximo consumo que oscila entre dos y cinco millones de espectadores que se convierten en objetivo primordial para los profesionales del sector; el resto de la programación es pecata minuta que si funciona bien, mejor y que si no funciona mucho que al menos cueste poco. Se inicia el prime time usualmente con un concurso que anima al personal a sentarse frente a la pantalla y esperar la llegada de las noticias, auténtico pistoletazo de la competición, que se remata con meteo y deportes y a continuación llegan las joyas de la corona, como es el caso de Antena 3, que programa tras el telediario, un espacio de promoción, música, entrevistas, pruebas de laboratorio, humor y un presentador dicharachero, ingenioso y agitador que se llama Pablo Motos y su inefable El hormiguero, que juega con Trancas y Barrancas o lo mismo entrevista que salta en parapente o se sumerge en un piscina de formidable esfuerzo de producción y noche tras noche aporta a la cadena miles de espectadores que se quedarán con Velvet, Con el culo al aire y ¡A bailar!, en un inteligente ejercicio de acumulación de fuerzas para el éxito de la corona librera. ¡Chicos listos los de Atresmedia!