durango

En un acto emotivo y multitudinario, la Asociación Gerediaga rindió tributo ayer a William A. Douglass, antropólogo estadounidense que ha dedicado gran parte de su vida a investigar y a perseguir el rastro de los vascos por todo el mundo, centrándose, sobre todo, en los Estados Unidos. Douglass se retiró en el año 2000, pero sigue involucrado en varios proyectos. Acaba de concluir un libro que recoge trece relatos cortos, está escribiendo un trabajo sobre la presencia vasca en las Antípodas y prepara un congreso centrado en Cuba y los vascos. "Morirá con las botas puestas", cercioraban ayer aquellos que le conocen bien. Muchos de sus amigos vascos participaron en el homenaje que preparó Gerediaga para la ocasión. El escritor y bertsolari Xabier Amuriza, que conoce a Douglass desde los años sesenta (por esas fechas residió en Etxalar, Nafarroa, y más tarde en Aulestia, Bizkaia), le regaló varios versos a su amigo. En los mismos, el de Etxano recalcó el aprecio y el cariño que le guarda el pueblo vasco y, concretamente, aquellos que convivieron con él durante años.

También subieron al estrado amigas y amigos de Aulesti, que recordaron su paso por la localidad, su afición por la pesca y su pasión por la libertad, totalmente anulada en aquellos tiempos por culpa del franquismo. Alberto Gabika recordó que Bill "se ha mojado mucho por Euskal Herria y se metía en la piel de los demás, estaba preocupado por los vascos y lo que ocurría aquí, porque era amante de la libertad".

Gabika recordó también a personas ya fallecidas, como el párroco de Aulesti, Emilio Kortabitarte, amigo íntimo de Douglass, y Balentina, a la que conoció bien. También participó, casi de forma espontánea, Bernardo Atxaga, quien dedicó unas palabras de elogio y de cariño al investigador. "Todos necesitamos del otro para sentirnos reforzados, para ser respetados y tenidos en cuenta, y Douglass se fijó en nosotros. Él fue el espejo en el que nos miramos los vascos", dijo el escritor. "Hemos tenido la suerte de contar con algunas personas de fuera que se han fijado en nosotros y nos han dado valor, como Humboldt o el propio Bill", recalcó Irazu emocionado.

El acto contó también con la participación del actor Josu Camara, que interpretó una pieza de 20 minutos centrada en la ausencia, un guiño explícito a la diáspora vasca y a quien la ha estudiado durante decenios. Le acompañó el pianista Mario Lerena y en el auditorio de Szenatokia se pudieron escuchar conocidos y sugerentes poemas de Joseba Sarrionandia, además del Agur Euskal Herriari del bardo Iparragirre. "Porque no tenemos historia debemos empezar a contar la nuestra", subrayó una de las actrices de la pieza poética donde la memoria, los recuerdos, las cartas y las ausencias impregnaron el guion.

La batuta del acto la llevó en todo momento Joxe Miguel Elustondo, que desgranó con originalidad la extensa biografía de William A. Douglass, sus méritos y los numerosos reconocimientos que ha cosechado, sobre todo, durante las últimas tres décadas. Para finalizar, la presidenta de Gerediaga, Nerea Mujika, subrayó el poso que ha dejado en Euskal Herria el investigador y le entregó la preciada Argizaiola. El homenajeado regaló unas pocas palabras a los presentes. Dijo haber llorado mucho durante el acto y dedicó el galardón a sus amigos y colegas Jon Bilbao y Robert Laxalt; juntos fundaron en 1967 el Basque Studies Program de Reno, Nevada: "Esta es una obra de cientos de personas, no mía, porque yo he sido un puro intermediario".