LA primera jornada de audiciones del Ayuntamiento de Madrid a 350 músicos callejeros dejó ayer buenas sensaciones entre los artistas, aunque muchos se quejaron de la "falta de transparencia" respecto a los criterios de idoneidad que aplicarán los jueces para dar el visto bueno.
Hasta mañana, día incluido, la Casa de Cultura de Conde Duque alberga el casting, bajo la atenta mirada de dos profesionales del ámbito musical y un secretario municipal, para que los artistas obtengan la autorización que les permita actuar en calles y espacios públicos del distrito de Centro. "No les he visto duros, han sido muy cordiales", asegura Jaime, minutos después de tocar un blues para los jueces y sentirse "como en un Operación Triunfo de la calle". El músico se muestra satisfecho, porque ya no vendrán "los del Este" a "fastidiar" y porque la regulación permitirá que haya respeto.
El dúo Cerrado por Vacaciones, especializado en "la rumbita y el flamenquito", comenta, alegre, que en cinco minutos les han dejado cantar dos temas, tras lo cual les han despedido con una sonrisa. A su juicio, se trata de una iniciativa "correcta", que permitirá que haya un control de la formación y una calidad mínima, además de permitir demostrar las "cosas muy buenas" que hay en España. Momentos después, Johnatan Colombo, con su guitarra americana a cuestas, sale de lo que le ha parecido un "pequeño conciertillo". "Lo importante es que haya un nivel mínimo", manifiesta el artista, que se dedica a la música callejera "exclusivamente".
La venezolana Ana Isabel Suárez, conocida popularmente como la cantante de Sol, recalca que, con la música callejera, los madrileños disfrutan gratis de la música y se ahorran el desembolso de cantidades desorbitantes para entradas a grandes conciertos de ópera, su especialidad.
El valenciano Yeray Calvo cuenta que ha aprovechado su audición para hacer una crítica social y política a los dirigentes de su comunidad autónoma, un contenido que han aceptado "sin problema" los jueces.
A regañadientes acude a la prueba el joven César, que solo veía necesario este trámite cuando la alcaldesa Ana Botella quería "vender" la candidatura de Madrid 2020. Tras un año sin tocar en la calle, Scott A. Singer, acordeonista de la formación Desvarietés Orquestina y coordinador de la Asociación de Músicos de Madrid, lamenta que "no hay más remedio que venir aquí". "No sabemos muy bien qué criterio va a aplicar el Ayuntamiento", denuncia después de criticar que las cláusulas del decreto permiten que este haga "lo que le dé la gana, como revocar las licencias en cualquier momento". Sin embargo, reconoce que, si el sistema consigue proteger a los artistas de la "tiranía" de una minoría, dará el aprobado a la regulación.
Esta autorización viene impuesta en el artículo 17 del Plan zonal específico de la declaración de Zona de Protección Acústica Especial del distrito de Centro, regulada en un decreto del pasado 7 de octubre. Esta regulación prohíbe superar los límites de los niveles sonoros establecidos en la ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica del Ayuntamiento. Los músicos no podrán actuar en los espacios denominados de Contaminación Acústica Alta; en los viales cuya anchura no supere los siete metros; en el acceso a las viviendas, locales o puntos de visión de los escaparates. También tendrán que mantener una distancia mínima entre ellos no inferior a 75 metros lineales.
Además, no podrán actuar durante la siesta, entre las 15 y las 17 horas, y nunca más allá de las diez de la noche excepto entre junio y septiembre, meses en los que se les permitirá actuar hasta las 23 horas.
"¡A ver si hay suerte!", exclama un nigeriano poco convencido, cuando quedan todavía dos días para que los tres jueces evalúen a los artistas callejeros según unos criterios que, para los músicos que han hecho la prueba hoy, "están en el aire".