Bruselas. La antigua amante de Alberto II de Bélgica, Sybille de Selys Longchamps, ha roto su silencio para reclamar que se reconozca a la hija presuntamente nacida de la relación de ambos, Delphine Boël, en una entrevista publicada por la edición belga de Paris Match.
La baronesa Sybille de Selys Longchamps muestra por primera vez después de cuarenta años de discreción imágenes de la relación amorosa que mantuvo desde 1967 con el por entonces príncipe de Lieja, estando ambos casados. Insiste en que ha esperado a que Alberto II abandonara el trono de Bélgica, que ahora ocupa su hijo Felipe, para sacar a la luz "la verdad", que adelanta en la revista y detalla en un documental que emitirán la semana próxima las cadena flamenca Vier -autora del filme- y la televisión francófona RTL en Bélgica.
"Nuestra hija se llama Delphine", señala Selys durante los ochenta minutos de sus confesiones ante la cámara, como el momento de su primer encuentro con el entonces príncipe, los enfrentamientos que tuvo con la reina Paola o el papel que desempeñó la Iglesia belga para impedir que Alberto pidiera el divorcio. La baronesa conoció a Alberto en el verano de 1966 durante una parada forzosa que realizó el príncipe para reparar el barco en el que viajaba con su primo, mientras su mujer, Paola, descansaba en unas playas italianas. "Me di cuenta de que, mientras nos saludábamos, el encuentro no nos era indiferente. Y admito que esto sembró la confusión en mi espíritu", afirma. El príncipe habría retrasado su retorno varios días para quedarse con Selys, tras lo que establecerían una relación que duraría más de una década. La baronesa dio a luz en febrero de 1968 mientras su marido, Jacques Boël, permanecía en casa convencido de que su mujer estaba embarazada solo de seis meses, ya que había mantenido una estricta dieta para disimular su avanzado estado de gestación, según Selys. "Debía dar a luz y mentí sobre la fecha del nacimiento, porque no quería que mi marido estuviera presente durante el parto", afirma. La mujer relata cómo su vida dio un vuelco el día en que se hizo pública la existencia de su hija, en 1999, a raíz de la edición de una biografía no autorizada de la reina Paola, cuando hacía más de una década que su relación con el monarca había llegado a su fin. Desde entonces, la baronesa afirma haber sido marginada "especialmente por aquellos que esperaban algún favor del rey", a la vez que lamenta la "discriminación" que ha vivido su hija. Boël ha demandado un análisis de ADN para demostrar su parentesco con Alberto II.