madrid. La actriz Sara Montiel falleció ayer en su domicilio del madrileño barrio de Salamanca a causa de una muerte súbita, según informaron los sanitarios que acudieron al lugar a intentar socorrerla. La artista, que había cumplido 85 años el pasado 10 de marzo, pasará a la historia por haber sido una de las que abrió las puertas de Hollywood a los intérpretes españoles, muchas décadas antes de que lo hicieran Antonio Banderas o Penélope Cruz.

El cuerpo de Sara Montiel fue trasladado a mediodía de ayer al tanatorio de San Isidro, donde por la tarde se instaló su capilla ardiente. Dentro de los homenajes previstos, hoy, martes, el coche fúnebre con los restos mortales de la actriz recorrerá durante una hora y media las calles del centro de la capital, coincidiendo con la proyección en la madrileña plaza de Callao de dos de sus películas más emblemáticas, hasta llegar al cementerio de San Justo, donde recibirá sepultura. Una misa privada despedirá a partir de las 10.00 horas en el tanatorio a la artista, para después iniciar un cortejo fúnebre por las calles, que arrancará a las 11.30 horas en dirección a la plaza de Callao, pasando por la Gran Vía madrileña, y allí coincidirá con el pase de El último cuplé y La violetera. Desde Callao, el cortejo recorrerá Cibeles y la calle Atocha hasta llegar a San Justo, donde a las 13.00 horas se oficiará el entierro.

La muerte de María Antonia Abad (Campo de Criptana, 1928), más conocida como Sara Montiel, ha cogido a muchos de sorpresa, entre ellos a su representante, Carmen Grey, que ayer declaraba que el domingo habló con ella "y se encontraba bien". "Anoche estaba perfectamente, animada y pensando que hoy (por ayer) tenía que viajar a Oviedo para una revisión oftalmológica. Tenía los achaques propios de una mujer de su edad, pero gozaba de buena salud", comentó Grey. Por su parte, Zeus, uno de los dos hijos de la artista, afirmó que su madre dejará "un gran recuerdo aquí y en América". "Aunque ha habido cosas y todo el mundo comete errores en su vida, ella se merecía el perdón", dijo, visiblemente afectado. Zeus, que habló también en nombre de su hermana Thais, adoptados ambos durante el matrimonio de la manchega con el periodista y empresario mallorquín Pepe Tous, agradeció también a la prensa y a todo el mundo el interés por conocer cómo se encuentra la familia. "Poco puedo decir en este momento, pero gracias por venir. Todo ha muy sorprendente y muy inesperado. Ahora mismo son momentos en los que no sé ni dónde estoy. Espero que respetéis estos días de luto para que volvamos a la calma", señaló.

una estrella

Desde los 15 años

Sara Montiel cumplió 85 años en marzo. Con su chispa de siempre, ácida, mordaz, provocativa, sus últimas apariciones en los medios, que tanto la encumbraron como la vapulearon, fueron para desmentir su muerte: "Estoy muy bien gracias a Dios", dijo. Y lo creímos. Sara, Saritísima, parecía inmortal. Porque María Antonia Abad, nacida en una España pobre en un momento en el que nadie soñaba siquiera con Hollywood, siempre supo que sería una estrella. De origen humilde, huérfana de padre y estudiante interna en un colegio de monjas en Orihuela (Alicante), la joven sólo quería cantar y ser actriz. Siendo apenas una niña, unos productores la escucharon cantar una saeta durante una procesión de Semana Santa y la contrataron por 500 pesetas al mes. Con ese "dineral" se trasladó con su madre a Madrid y recibió clases de dicción y canto. Allí fue descubierta, con 15 años, en un concurso de jóvenes talentos por Vicente Casanova, fundador de Cifesa. Así comenzó una carrera marcada por unos labios sensuales, unos ojos almendrados de color miel y unas preciosas piernas rematadas en una minúscula cintura. Trabajó en más de medio centenar de películas en España, México y Estados Unidos, junto a artistas de la talla de Raf Vallone, Burt Lancaster, Joan Fontaine, Vincent Price o Charles Bronson; Dolores del Río, María Félix, Agustín Lara o Pedro Infante. De la época estadounidense son Vera Cruz (1954), a las órdenes de Robert Aldrich; Dos pasiones y un amor (1956), de Anthony Mann; y Yuma (1957), de Samuel Fuller, entre otros. En España protagonizó uno de los grandes éxitos del cine español, El último cuplé, (1957), de Juan de Orduña, que la convirtió en un mito. Su público, un público gris y triste de posguerra española, sintió una bocanada de aire fresco en sus seductoras canciones, susurradas más que cantadas, a la estela de un puro (imagen que siempre la acompañó).

Antes de Hollywood, la racial María Antonia marchó en 1950 a México, donde participó en 13 películas y obtuvo grande éxitos, como Piel canela (1953), de Juan J. Ortega. Después de El último cuplé, filmó películas como La violetera (1958), Pecado de amor (1961), La mujer perdida (1966), Samba (1964), La dama de Beirut (1965), Tuset Street (1968), Esa mujer (1969) y Varietés (1971), entre otras. Y a partir de los 70 se volcó en la música y grabó y actuó en directo en espectáculos muy ovacionados con los que recorrió España y EEUU. Su último largometraje, Asaltar los cielos, de José Luis López Linares, en 1996, dio paso a una nueva dimensión de la artista, ya cumplidos los 70. En 2000 presentó su biografía Toda una vida y en 2002, el volumen Vivir es un placer, ambos escritos por Pedro Manuel Villora. Dos años después se estrenó el documental Sara, una estrella sobre su vida personal y artística.