madrid. El director de cine madrileño Jesús Franco, que recibió el Goya de Honor de la Academia de en 2008, falleció ayer en Málaga después de haber sido hospitalizado el miércoles al sufrir un ictus, informó el director Kike Mesa, que rodó en el 2007 el documental Jesús Franco. Manera de vivir.
Mesa, que mantuvo en los últimos años una estrecha relación personal y profesional con Franco, explicó que permaneció semiinconsciente en los últimos días y no pudo disfrutar de una de sus pasiones, el tabaco, por lo que se ha cumplido lo que auguraba con su particular humor: "Como deje de fumar, me muero", decía. Profundamente afectado por la muerte el año pasado de "su esposa, amante, secretaria y diva", la actriz Lina Romay, el cineasta quiso seguir viviendo "en un rodaje permanente" hasta el último momento, y de hecho dirigió sus últimas cintas el pasado verano. "Al morir Lina, quería hacer cosas a todas horas para no pensar, y cuando hablábamos de ella nos pedía que cambiáramos de tema", apuntó Mesa. Cuando enviudó, sus allegados le recomendaron que ingresara en una residencia, pero él prefirió seguir en su vivienda cuidado por una asistenta, quien muchos días tenía que acompañarle visionando una película tras otra "hasta las tres de la madrugada". En el 2011 presentó públicamente uno de sus proyectos, para rodar en régimen de cooperativa, La guiri asustada, con la que quería demostrar, según sus propias palabras, "que se puede hacer cine sin ser un chorizo y sin engañar a nadie". Franco se calificaba a sí mismo como uno de los directores más prolíficos de la historia del cine mundial, con una trayectoria de casi doscientas películas, fundamentalmente de terror, erotismo, pornografía, ciencia ficción o aventuras, y se le consideraba pionero del cine fantástico español.
Nacido en 1930 en Madrid, estudió Bachillerato en el Instituto Ramiro de Maeztu y después comenzó las carreras de Filosofía y Derecho pero apostó por el cine, formándose en la Escuela de Cine de Madrid y París. En 1953 regresó a España, un año más tarde empezó a trabajar como ayudante de dirección y también por entonces, comenzó a escribir. Incomprendido en la España de aquella época, Franco optó por producir y mostrar gran parte de su cine en países como Francia, Alemania, Suiza, Portugal, Italia o EEUU, firmando sus trabajos con una larga lista de seudónimos como David Khunne, John O'Hara, Clifford Brown, Pablo Villa o Jess Frank, aunque todos los que le trataron le llamaban cariñosamente tío Jess.
Necronomicon (1967) es, probablemente, la cinta más importante del artista. En 1968 tuvo su primer contacto con Christopher Lee, con el que rodó Fu-Manchú y el beso de la muerte (1968) y El castillo de Fu-Manchú (1969), con el que más tarde, en los 70, rodaría también El conde Drácula. En los 70 rodó con actores de la talla de Klaus Kinski, Jack Taylor o Fernando Fernán Gómez títulos como Drácula contra doctor Frankenstein, El sádico de Notre Dame o Las diosas del porno. En los 80 rodó, entre otras, Sexo caníbal, Aberraciones de una mujer casada o Historia sexual de O, y ya en el siglo XXI, Killer Barbies contra Drácula. Por último, a sus 82 años, Franco hizo una última cinta, Al Pereira vs. The Aligator Ladies, estrenada hace sólo unos días, el 22 de marzo, la más radical de cuantas pueblan su particular modo de entender el cine.