No es fácil para nadie. La cultura lo sabe bien. Pero hay a veces elementos añadidos que hacen que los efectos de la crisis económica sean todavía más complicados de afrontar. En un territorio como el alavés, donde da la impresión en muchas ocasiones de que no pasa nada fuera de la capital, el trabajo permanente de algunos parece quedar en la sombra. En la sala Harresi de Agurain y el Amurrio Antzokia lo saben bien. Con unos recursos presupuestarios muy justos, la lógica recomendaría paralizarlo casi todo, abrir un paréntesis esperando tiempos mejores. Sin embargo, el telón no está dispuesto a quedarse quieto.

Es cierto que hay que ajustar al máximo y que la situación actual ya se ha llevado por delante iniciativas tan interesantes como el festival de cortos Begibistan, una auténtica pena que ojalá en algún momento se pueda, y se quiera, solucionar. Pero más allá de estas cuestiones, el simple hecho de no rendirse es ya una buena noticia, no sólo para las dos localidades alavesas y sus espectadores (tanto propios como llegados de otras partes), sino para el propio sector, que cada vez ve cómo más puertas se cierran.

Teatro, danza, música, cine... No hay nada que se escape. Programar no es sencillo, mantener unas líneas que además sean coherentes con lo que se quiere ofrecer al espectador, tampoco. Hacerlo con unas cuentas tan mermadas, menos todavía. Pero estos últimos meses en ambas localidades han vuelto a demostrar que se puede hacer, además consiguiendo en muchos casos una alta respuesta del público, algo en lo que también influye una política de precios de entrada muy realista con los tiempos que corren.

Fidelizar es la clave y eso no se puede conseguir con espacios que sólo organizan algún tipo de actividad de pascuas a ramos. Hay escenarios, sobre todo en Gasteiz y dependientes de las instituciones, que cometen ese error con demasiada frecuencia.

Ambas tablas son el reflejo de un territorio que no quiere dejarse llevar, como lo son otras iniciativas que ocurren a lo largo del año. Es el caso del Festival de Teatro de Humor de Araia, o del Festival de Teatro Amateur de Dulantzi o de los Encuentros Corales de Laguardia o de... La lista es más larga de lo que algunos, sobre todo desde Gasteiz, piensan. Y es ahora más que nunca cuando el apoyo, no sólo económico, se necesita aunque no llegue en demasiadas ocasiones. Ayuda y, además, reconocimiento.