vitoria
como cada año, una figura sobresaliente del ámbito teatral se ha encargado de escribir un alegato internacional en el que comparte sus reflexiones sobre la situación de las artes escénicas. Mañana, Día Mundial del Teatro, dicho manifiesto, traducido a más de 20 idiomas, será transmitido a decenas de miles de espectadores con el anhelo de reflejar la coyuntura en la que está inmerso el teatro a escala mundial.
En palabras de Darío Fo, escritor de teatro y Premio Nobel de Literatura de 1997, "actualmente, actores y compañías teatrales tienen dificultades para encontrar escenarios públicos, teatros y espectadores, todo por culpa de la crisis. Los dirigentes, por lo tanto, ya no están preocupados por controlar a aquellos que los citan con ironía y sarcasmo, ya que no hay sitio para los actores, ni público al que dirigirse". Las palabras del dramaturgo italiano, responsable del manifiesto de este 2013, evidencian la notable inquietud que los diferentes agentes teatrales están padeciendo debido a la desafección que ha sufrido el sector por parte de las instituciones.
La realidad de las artes escénicas en el País Vasco no es ajena a la problemática. Desde que el pasado mes de septiembre el gobierno de Rajoy incrementase el IVA cultural al 21%, el sector se ha visto gravemente dañado. Según un reciente estudio de la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danzas (Faeteda), las artes escénicas han perdido en el Estado un total de 1,8 millones de espectadores y 33,3 millones de euros de recaudación desde la subida. A ese respecto, "no existen datos concretos sobre Euskadi", aclara Amaia Ibañez, responsable de Empresas de Producción Escénica Asociadas de Euskadi (Eskena). Sin embargo, señala que, a consecuencia de la subida, "la programación de las artes escénicas ha sufrido en el territorio vasco un descenso del 30% de media".
Los diferentes agentes teatrales coinciden en criticar duramente la medida. "El derecho de acceso a la cultura se está convirtiendo en un artículo de lujo", señala Ibañez. Por su parte, Josu Camara, presidente de Euskal Herriko Antzerkizale Elkartea, pone de manifiesto "la difícil situación del teatro en euskera", más complicada aun a raíz de la subida del IVA. "Tenemos nuestra cultura e identidad en rebajas y la vendemos sin escrúpulos", advierte Camara. En su opinión, la reducción de presupuestos afecta mucho más a la cultura propia que a la cultura en general. De esa forma, indica que "a proyectos de mayor formato se les sigue dando una importancia económica fuera de lugar y estamos percibiendo que a la cultura propia -aquella que produce nuestra identidad y se hace y se transmite en euskera- parece un estorbo".
En ese sentido, Camara subraya que "en la programación de teatro en el País Vasco el gran perdedor ha sido el teatro y la cultura vasca". En esa línea, Ricardo Padilla, director de la compañía Nexo Teatro, establece que "nos tenemos que comprometer a apoyar el teatro en euskera para llegar a unas cuotas en las que esté particularmente protegido".
nuevas vías En cuanto a las claves para afrontar la situación, Camara asegura que "es un momento en el que haría falta aglutinar fuerzas, pero cada uno intenta salvar lo suyo". La creatividad es imprescindible para ello. Actualmente, Padilla está promoviendo el ciclo Cúpula Contemporánea en el Teatro Campos Elíseos, con el que pretende "acercarse al espectador a través del teatro contemporáneo, presentarlo como un teatro cercano y buscar nuevos públicos".
"Hay que ser positivo, lo que permite un tiempo de crisis es generar ideas y trabajar en la búsqueda de herramientas que nos permitan seguir funcionando y gestionando espectáculos", asegura Padilla. Ejemplo de ello es su nueva producción, La historia del noctámbulo, en la que colabora con la Asociación Española Contra el Cáncer de Bizkaia. Parte de la recaudación de la obra está destinada a dicha asociación, a cambio de su ayuda para la promoción de la función. De esa forma, explica Padilla, "el acuerdo permite que haya un tercer beneficiado: los enfermos de cáncer".
A pesar de mantener cierto escepticismo ante una pronta mejoría de la situación, Padilla cree que "es un buen momento para defender el oficio". Menos positivo se muestra Camara, quien opina que el problema actual de las artes escénicas es más profundo: "El teatro debe ser una herramienta de comunicación y no un elemento de consumo. Producimos unos productos de venta y nos supeditamos a las leyes de un mercado, olvidándonos de que el teatro ha podido ser un elemento de manipulación en manos del poder para manejar una cierta economía y satisfacer unas necesidades sociales. En su esencia, es un arte en el que se trasmiten emociones y, como tal, puede ser una herramienta de insurrección".
Algo de eso se vislumbra en el manifiesto de Darío Fo, quien apela a la capacidad de agitación y compromiso del teatro; ese arte que siempre fue mal visto por el poder establecido.