Por momentos me parece tan ineficaz criticar públicamente las actuaciones en materia de cultura de nuestras instituciones públicas que uno se plantea si merece la pena seguir por ese camino. Echo en falta cuando, hace años, como respuesta de una opinión mía recibía una llamada o un mail de alguien que se sentía aludido. La profunda y sentida sensación que tengo ahora es que nuestros responsables políticos hacen oídos sordos a las críticas sobre sus actividades, como si la cosa no fuera con ellos. Parece que les pagan para eso. Les han tenido que entrenar en algún sitio, quizá donde se entrenan los terroristas, las guerrillas... Se han puesto una coraza. Se la suda, les resbala? ¿Merece, por lo tanto, la pena dedicarle un tiempo a opinar de manera crítica sobre las políticas culturales de nuestro territorio?, me pregunto desanimado. Sí, me respondo, porque al menos se genera algo de debate, opinión, entre la ciudadanía. Algo llega, algo queda. O eso quiero creer.
La institución ha abandonado la cultura. Hemos repetido esto a la saciedad en Airotiv. ¿Y los ciudadanos? ¿Y los artistas? Leo en Facebook que un grupo de ellos acaba de crear un nuevo colectivo. Copio textualmente su introducción. "Art ¡eh! Es el nombre bajo el que se agrupan un colectivo de artistas y la plataforma de comunicación de sus actuaciones y trabajo. Art ¡eh! nace como respuesta al panorama cultural y al paramo al que parece ser se aboca irremediablemente la cultura, por el desamparo y la des-importancia con la que es percibida dentro del nuevo esquema social de eficacia, impuesto por los tiempos. Art ¡eh! siente la obligación y la necesidad de visualizar, difundir, socializar y al límite mercantilizar, el trabajo realizado por dicho colectivo artístico. Art ¡eh! plantea la búsqueda y utilización de nuevos espacios donde acercar la obra artística, con el convencimiento de que a través de otras formas de comunicación se puede establecer y acercar un modelo de dialogo, capaz de relacionar al espectador con el acto artístico, involucrándolo mediante la integración de éste a su día a día."
En unos días, quizá semanas, el mencionado grupo se presentará públicamente. Su intención no es funcionar al amparo de la institución, sino buscar nuevos cauces, nuevos caminos, quizá más cercanos al ámbito privado. No parece haber otra manera. Porque ahora mismo cualquier creador afincado en nuestra ciudad no tiene la más mínima posibilidad de mostrar su trabajo dignamente. ¿Qué espacios públicos están pensados para ello? Ninguno. No quedan salas expositivas públicas. Esto es el desierto. En poco tiempo Vitoria se ha convertido en un lugar baldío para las artes. Artistas trabajando en sus estudios?. ¿para qué? No hablamos ya de vender obra, de habilitar ayudas, becas? sino de algo tan fundamental, básico, como poder enseñar lo que haces. Mucha suerte, Art ¡eh!. Ahora mismo el simple hecho de juntarse, de pensar nuevas maneras, ya es mucho.