Colgadas de la pared algunas de las imágenes que representan el camino recorrido por su autor desde finales del siglo pasado hasta casi la actualidad. Proyectadas en un bucle sin final, las instantáneas más recientes, el resultado lógico de ese proceso de evolución que, en realidad, nunca para. Así se presenta Mikel Eskauriaza en la capital alavesa, a donde el fotógrafo vizcaíno llega con Scapeland.
Tras la desaparición del espacio expositivo de la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, y el abandono definitivo del Archivo para los mismos menesteres, la sala Amárica se ha quedado sola como lugar de referencia foral fuera de Artium. El céntrico emplazamiento, que en lo que va de nueva andadura sólo acogió el año pasado dos muestras, abre este 2013 de la mano de las fotografías de Eskauriaza, un trabajo sobre el urbanismo más cercano que el público podrá ver desde hoy hasta el próximo 21 de abril.
En lo que se refiere a la obra más reciente, ésta se va proyectando dividida en cuatro bloques, acercamientos a espacios urbanísticos ubicados en la costa vizcaína, donde lo natural y la mano del hombre se confunden. "Son zonas muy amables donde, sin embargo, se aplican modelos muy agresivos y de ahí que me llamen la atención", explica el creador a la hora de referirse a unos trabajos elaborados entre localidades como Getxo y Sopelana.
Sin embargo, lo que de verdad ocupa las paredes de Amárica es una selección de varias imágenes que han compuesto las series que a lo largo de los últimos años y desde 1999 ha ido realizando el fotógrafo vasco. Siempre con la referencia de los paisajes natural y urbanístico como compañeros o antagonistas dentro del mismo contexto, este rápido recorrido pretende ser un resumen de aquello que ha llevado al autor a su actual interés y forma de trabajar.
"Siempre hago series muy extensas", describe Eskauriaza, al tiempo que explica que "miro al territorio como escenario de las actividades humanas, pero también como reflejo de las ideas y modos de pensar del ser humano con respecto a lo que le rodea". Y ello, eso sí, sin contar con ninguna figura viva en sus instantáneas.
Desde la sencillez y lo obvio, el fotógrafo no interviene en la realidad, no busca crear escenografías ni alterar nada, sólo retratar realidades que hablan de la transformación de aquello que rodea al ser humano, donde él interviene en ocasiones de manera indiscriminada. "Muchas de las imágenes tienen una vocación crítica ya que captan intervenciones urbanísticas que denotan esquemas a corto plazo y la aplicación de conceptos ciegos", apunta el creador.
Así, su pasado reciente y su presente se muestran o se proyectan, que de todo hay, en la primera exposición del año en la sala Amárica, una muestra que se inaugurará hoy a las 20.00 horas.