el panorama radiofónico español acaba de perder una de las cuatro cadenas generalistas que ofrecían contenidos de carácter convencional, víctima de la mezcla de varios factores que han terminado por acallar la oferta radiofónica de lo que últimamente se denominaba ABC Punto Radio, salvo en el territorio vasco donde tal asociación habría sido perjudicial para la clientela. El crecimiento exponencial de los negocios del grupo Vocento anclados en la excelente salud financiera de DV y El Correo llevaron a los gestores del asunto a poner la patita en negocios de televisión y radio. Se recuerda en el sector las alegrías del grupo con su entente berlusconiana (T5 era el Cajacard del grupo) o la temeridad de montar una nueva red de emisoras para todo el Estado en contubernio con el histórico Luis del Olmo, en fase aguda de retirada profesional. La vida profesional de Punto Radio ha sido la historia de quiero y no puedo y los datos de audiencia nunca han avalado la necesidad de esta cuarta cadena que los Viguri de turno se empeñaron en montar al amparo del poderoso grupo multimedia y que la brutal crisis ha borrado de un plumazo. Los medios sufren como cualquier otro sector económico los embates de la falta de publicidad y penurias de tesorería, con más de cien cabeceras de prensa desaparecidas, otro puñado de revistas y algunas teles y radios, a las que se suma el adiós de la cadena del Grupo Vocento que se ha aliado con COPE para seguir utilizando los postes de emisión y planteando un ere de extinción del proyecto radiofónico. Cuando un medio desaparece, el nivel democrático de la sociedad se empobrece, hurtando a la necesaria pluralidad un altavoz mediático. Los sueños imperiales se han derrumbado y la dura realidad ha demostrado lo que ya sabíamos en el inicio de la aventura, que el modelo radiofónico español está cerrado a cal y canto.
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