Medusa es un espejo que refleja la vergüenza humana. ¿Es necesario que nos miremos en él más a menudo?Medusa
Desde luego apartar la mirada no sirve de nada. Una pregunta que lanza la novela es si es posible una mirada inocente sobre la realidad. Si el propio hecho de mirar no comportaría un juicio moral. Decía Godard que cuando uno toma un plano cinematográfico está tomando una decisión ética... Yo no creo que se pueda mirar con impunidad. En esta vida se pueden hacer muy pocas cosas impunemente. Todas acaban de algún modo repercutiendo en tu intimidad, como sucede al final de la novela con el protagonista. Pero a pesar de que vivimos con una saturación de la imagen, no creo que ello signifique que debamos apartar la mirada. Hay que mostrar lo que sucede, por muy incómodo que nos resulte.
Prohaska, el protagonista de su novela, mira el mundo aparentemente con impunidad. Pero para que exista el mal tiene que existir el bien en nuestra conciencia, con lo cual cuando miramos, cuando actuamos, ya sabemos lo que está bien o lo que está mal, ya decidimos...
Sí, lo sabemos, pero lo sabemos en esta época. Bien y mal son siempre conceptos relativos, porque están determinados históricamente. Lo que pasa es que hay sucesos de tal magnitud y calibre que es muy difícil pensar que pueda haber una consideración histórica de ellos distinta dentro de mil o dos mil años. Como escritor, a la hora de construir personajes lo que más me interesa es huir de caracterizaciones muy estrictas en el sentido de negro y blanco. Porque yo creo que es en la gama de grises donde se resuelve lo mejor y lo peor de nuestra condición. En este sentido, los episodios bélicos son un material estupendo para reflexionar sobre esta ambigüedad que por definición nos es propia. En la novela, Prohaska parece un espectador frío, completamente separado de aquello que ve, lo cual provoca en el narrador una especie de repugnancia. Pero por otro lado, su figura excita en él una fascinación. Todos hemos sido alguna vez forenses de lo que sucede, mirando la realidad a través de un intermediario.
Esa ambigüedad de nuestra condición se evidencia en que de episodios muy violentos de la historia han surgido maravillas del arte. Las pirámides de Egipto se levantaron a costa del sufrimiento de muchos esclavos...
Sí, y la paradoja del libro es que algunas de las obras que genera Prohaska, fundándose en materiales terribles, son bellas. Se puede hablar de una belleza de la violencia, o de la muerte. La belleza del hongo atómico... Sí. La representación del horror o de la muerte, paradójicamente puede crear una impresión estética.
¿La obra de arte puede disociarse de la personalidad de quien la crea?
Esa es la pregunta del millón. Seguramente no. Si un artista es consciente y sensato y honesto, su obra es él, y él es de alguna manera su obra. Lo que sí defendería es que no creo que haya que dejar de leer, escuchar o atender a la obra de artistas que ética o moralmente nos parezcan repugnantes. Tipos que te puedan resultar personalmente muy lejanos e incluso repulsivos han dado obras de arte extraordinarias. Por ejemplo, buena parte de la literatura fascista del siglo XX es una gran literatura; hay que leer a esos autores, aunque estén lejos de tu ideología y de tu corazón. Porque la paradoja es que a veces hablan con mucha más verdad de la condición humana que autores mucho más afines a ti ideológicamente, que igual hacen una literatura más edulcorada. Por decirlo de alguna forma, nada ha hecho más daño al socialismo que el realismo socialista, que ha dado una literatura infame en mi opinión.
¿El arte debe ser cronista o activar conciencias para cambiar las cosas?
El gran arte nos hace más libres, regala cierta capacidad de pensar por uno mismo. Otra cosa es el papel que eso pueda jugar en una sociedad como la nuestra, donde el arte juega un papel muy débil. Por lo menos en España, la figura del escritor o del filósofo no se valoran... Aquí que te digan intelectual es un insulto, es algo de lo que tienes que prevenirte. Eso redunda en un arte que tiene muy poca penetración en la sociedad y en un concepto de cultura muy ligado al espectáculo, y a ciertos momentos donde nos ponemos la cultura encima, como traje que viste bien, pero luego...
Y ahora hacen de la cultura un lujo, con el palo del IVA.
Sí, ahora encima parece que quieren apretar aún más las tuercas. Pero estoy seguro de que de estos momentos delicados que vivimos va a salir un cierto renacimiento, incluso en las prácticas culturales. Cuando voy a una gran ciudad, noto que ha vuelto el asociacionismo. Ha vuelto una cierta idea de comunidad, de compartir espacios, ideas. Yo soy muy optimista en ese aspecto. La gente nunca ha estado tan formada como ahora, y la gente formada no es tonta. Hay un momento dado en que dice basta y se busca camino.
Es optimista, pero en sus libros siempre hay cierta idea de fatalidad...
Soy pesimista a nivel antropológico, tengo poca confianza en nosotros como especie. Pero quizá porque vivimos un momento en que el pesimismo está tan tan radicado, creo que hay que decir: no. El pesimismo es inteligente en general, porque es sensato y atiende a lo que sucede, pero un pesimismo basado en el miedo y en la coacción es un arma ideológica. Están atenazando a muchísima gente, y frente a eso hay que rebelarse. Como decía Gramsci, pesimismo de la inteligencia pero optimismo de la voluntad. Es una buena fórmula para estar en el mundo.
Su literatura plantea preguntas. ¿Es lo inevitable porque la vida es una gran pregunta sin respuesta: por qué estamos aquí y si hay algo más después de la experiencia de la vida?
Sí, seguramente. Cuando la literatura históricamente ha intentado dar respuestas, ha patinado y se ha convertido en otra cosa. El paso del escritor al moralista o al ideólogo político está muy cerca y es peligroso.Y realmente no creo que el escritor deba aspirar a ningún tipo de verdad, primero porque podemos sospechar que esa verdad no existe, o si existe es tan inescrutable como las preguntas que dices de qué coño hacemos aquí y qué sentido tiene todo esto. (Piensa) Para mí la literatura es un intento de responder a qué sentido tiene el sinsentido. Debo reconocer que no encuentro un sentido a la existencia, ni un sentido ideológico, ni histórico, ni religioso, así que entiendo que el arte y la literatura en particular intentan dotar de un sentido a ese sinsentido.
Después del sentido que le ha proporcionado su Trilogía del mal y sus dos últimos libros sobre el arte y la mirada, La luz es más antigua que el amor y La luz es más antigua que el amorMedusa
Todavía no lo sé, ahora hay que buscar otros caminos, tanto de qué contar como de cómo hacerlo. Para mí es importante pensar que cuando un escritor escribe, tiene detrás un montón de libros que ya le están diciendo que hay cosas que no puede hacer.