Bilbao. Vidarte hace balance de los quince años de la inauguración, que se cumplieron ayer, y mira hacia el futuro, para el que apuesta por un gran acuerdo para sacar adelante la ampliación que propuso hace dos años. El plan fue secundado por la Diputación de Bizkaia, pero no por el Gobierno Vasco, los dos gestores del museo, por lo que está paralizado.

Hasta hoy, el éxito es incontestable.

El museo ha cumplido con creces los objetivos; uno era ser catalizador de la transformación de Bilbao y tener proyección internacional, y eso ha sido posible gracias al apoyo de un millón de visitantes anuales, de los que dos tercios son extranjeros.

¿El momento más feliz?

No puedo decir uno. Recuerdo exposiciones extraordinarias, como las de Chillida, la de Calder o la Hockney este verano, pero la entrada en la madurez del museo fue en el 2005 con la compra y apertura de La materia del tiempo (la serie de planchas metálicas de Richard Serra que ocupa la sala más grande del museo).

¿El momento más difícil fue el arresto del ex-director financiero, Roberto Cearsolo, por desfalco?

El momento más triste fue el asesinato del ertzaina José María Aguirre, que murió en la plaza de este museo defendiéndolo, días antes de la inauguración. Y, dentro de la trayectoria del museo, cuando descubrimos y denunciamos las irregularidades del director financiero, aunque eso también sirvió para que el museo demostrara su madurez

En el 2014 hay que renegociar el acuerdo de gestión con la fundación Guggenheim. El Parlamento vasco recomendó superar la "posición de inferioridad" frente a Nueva York.

La relación con la fundación Guggenheim ha funcionado muy bien para las dos partes y lo lógico sería que se mantuviera. Respecto al Parlamento, no comparto esa visión. No hay una posición de inferioridad. Es evidente que este museo tiene 15 años y la fundación de Nueva York 50, pero no es una relación de franquicia, no es una relación de casa madre que dice qué hacer en las delegaciones, es una relación en red.

¿El modelo seguirá buscando la proyección internacional?

La filosofía de programación del museo está basada en la calidad, no en la geografía. Este ha sido el segundo mejor verano de la historia del museo, con una programación canónica, con la exposición de David Hockney y de la colección permanente. Creo que no debiéramos cambiar esa filosofía, basada en la calidad. Sí nos adaptamos cada vez más a nuestros visitantes, de los que la mayor parte viene de fuera. Ahora tenemos menos exposiciones, cuatro o cinco al año, pero abiertas de hasta cinco meses, para que dé tiempo a planificar el viaje.

Hay voces que piden más arte vasco.

Un tercio de los artistas de la colección permanente son vascos. Una de cada cuatro obras son de artistas vascos, la representación no es marginal.

Gehry ha dicho que el museo va a necesitar más espacio, por la tendencia del arte a los grandes formatos, como las videoinstalaciones.

El diseño del museo tiene 20 años y respondía las necesidades de ese momento. Cuando echamos la vista adelante, a diez o quince años, nos preguntamos si en el año 2020 el museo va a poder hacer todo lo que se le requiere a un museo con estos espacios físicos. La respuesta es que no. Lo que tenemos sigue vigente y lo será, pero hay nuevas formas de expresión, nuevas expectativas de lo que esperan los visitantes y por eso pensamos que tenemos que tener más espacio. Lo obvio es pensar si se puede ampliar el edificio. Hablamos con Gehry y coincidimos en que el museo podía necesitar más espacio, pero no debíamos ampliar el edificio, sino hacer otras cosas. De ahí surgió lo que llamamos la ampliación discontinua y el proyecto de Urdaibai El museo actual es una experiencia urbana, tradicional, de dos horas, donde la gente viene a ver lo que el museo ofrece, y pensamos en una experiencia complementaria, con nuevas formas de expresión, vinculada a la naturaleza y a la gastronomía, de ahí Urdaibai. Eso nos ayudaría ser únicos e innovadores como lo fuimos hace quince años.

¿Espera que el nuevo Gobierno Vasco lo retome?

El proyecto está encima de la mesa y para nosotros sigue vigente. No es un proyecto para mañana, y la situación de hoy no es la de hace dos años, la economía está mucho peor y hay que tenerlo en cuenta. El museo sigue perfectamente válido, pero si queremos seguir siendo líderes y marcando la tendencia, seguir innovando, no podemos dormirnos con la satisfacción de que tenemos algo que funciona muy bien. No para hoy ni para mañana, para dentro de diez años, cuando llegue el momento, porque eso necesita un gran acuerdo, el siguiente paso debería ser algo parecido a Urdaibai.