Vitoria. Fernando Botero recala en Bilbao para ofrecer un otoño pictórico representado por su peculiar forma de interpretar el volumen, con un estilo característico que no deja indiferente a nadie y un abanico de temáticas para todos los gustos. La muestra acogida por el Museo de Bellas Artes, bajo el nombre Fernando Botero Celebración, se inauguró ayer con la singularidad de ser "una de las exposiciones que más expectativas ha creado en toda la historia de este museo", en palabras de Viar. De hecho, los representantes de la pinacoteca esperan superar el record de 255.000 visitantes obtenidos en 2011, gracias a la muestra de Antonio López.

Coincidiendo con el 80 aniversario del nacimiento de Botero, el más conocido de los artistas latinoamericanos en activo de la segunda mitad del siglo XX, la exposición rinde homenaje a su trayectoria como pintor, dibujante y escultor. Se trata de la muestra antológica más importante de su carrera artística, en la que reúne 80 obras realizadas en los últimos 60 años. 79 pinturas, que se exhiben en la sala BBK del Museo y una escultura monumental en bronce, Caballo con bridas (2009), colocada en la Gran Vía bilbaina desde hace un par de semanas. Esta última con el privilegio de ser actualmente "el monumento más fotografiado de la ciudad", tal y como explicaron en la rueda de prensa en la que comparecieron ayer el artista Fernando Botero, Lina Botero, hija del artista y comisaria de la exposición, Javier Viar, director del Museo de Bellas Artes, y Gorka Martinez, director de BBK Fundazioa.

La selección de las obras, a cargo de la comisaria, ha sido precedida por una versión más amplia, clausurada el 10 de junio en el Palacio de Bellas Artes de México, en donde recibió 250.000 visitas. Esta segunda versión en el museo bilbaino, "es más estricta, una de las exposiciones más representativas que he hecho", explicó el artista, quien se mostró muy complacido por poder mostrar sus obras en el País Vasco por primera vez y, especialmente, en el Museo de Bellas Artes, ya que es "muy apropiado para mostrar pintura". Las obras, la mayoría de ellas procedentes de la colección privada del pintor, proponen un recorrido temático distribuido en ocho salas, bajo el criterio de ofrecer un resumen de más de seis décadas de trabajo. La exposición se podrá visitar hasta el 20 de enero de 2013.

estilo propio "Yo no pinto gordas", volvió a repetir ayer el artista ante la insistente pregunta que pretende resolver esa negación de la evidencia en la que persiste Botero: "Lo que yo he hecho ha sido expresar el volumen como parte de la sensualidad que bebe del arte". De esa forma expuso que siempre ha tenido interés en exaltar la forma o hacerla más plástica y, por lo tanto, busca la coherencia del cuadro en tanto que todos los elementos corresponden a la misma idea y se puede hablar de estilo propio. "Esa es la mejor prueba de que no hay gordura en mis cuadros, sino solamente un deseo de mostrar mi estilo, de darle al volumen un protagonismo muy grande", zanjó el pintor.

Según Botero, el artista tiene una concepción concreta de lo que debe ser la pintura; por ese motivo, el estilo del mismo debe ser igual y no variar. "Se toma un pretexto para pintar, sobre todo si uno es un pintor figurativo, yo no tengo un estilo para pintar los temas amables y otro para pintar los temas dramáticos", manifestó el artista. Aunque las formas se construyen de forma similar, reconoció que el color cambia de una temática a otra, ya que es "una forma de comunicar el sentimiento que tiene el artista". A pesar de ello, mostró su deseo de que el público vea la misma sensualidad en los personajes torturados de Abu Ghraib que en otros cuadros en los que representa escenas más agradables.

"Ahora no estoy con ninguna serie", confesó el artista alegando que no siempre hay entusiasmo para comenzar una secuencia de cuadros inspirados en el mismo tema. La última que hizo fue sobre el Via Crucis, un tema que le interesó por ser muy reiterado incluso habiendo desaparecido "del radar del arte como tema", tras haber sido prácticamente el único pintado durante varios siglos. Cuando se involucra realmente con un tema, "me entrego a hacerlo con tanta energía que a veces me ha llevado años de mi producción", reconoció Botero.

diversas temáticas Ese es el caso de las diferentes series que se pueden ver en la pinacoteca bilbaina. En la primera sala, donde se reúnen las ocho obras de la etapa de aprendizaje del colombiano, "se vislumbra un artista abierto que ha bebido de diferentes influencias que marcaron su vida", según Lina Botero. En cuanto a las 22 obras que se presentan en las tres salas dedicadas a Latinoamérica, el núcleo más importante de su producción artística, tienen su origen en los recuerdos de su infancia y su juventud. A continuación, siete obras sobre religión y clero muestran el interés del artista en el arte sacro, a pesar de que "no es una persona religiosa", señaló su hija. El circo toma protagonismo en 14 lienzos que muestran la melancolía de sus personajes con el colorido vistoso de sus atuendos.

Tampoco faltan las versiones. Obras de Van Eyck, Ingres o Goya son interpretadas por Botero, quien introduce alteraciones sin dejar que sus pinturas dejen de ser reconocibles. Abu Ghraib, una de las series más desgarradoras, es producto de la indignación del artista por las atrocidades perpetradas por soldados estadounidenses en la cárcel homónima de Irak. De esta serie, compuesta por 56 pinturas y óleos, se puede ver un tríptico. La admiración plástica por la tauromaquia también está presente y se representa en seis obras. La última de las salas reúne nueve composiciones de uno de los géneros tradicionales de la pintura: la naturaleza muerta.

La celebración de esta completa antología, digna representante del boterismo más puro, expone, tal y como describió Martinez, el "raro privilegio de suscitar encendidas críticas" sin dejar de provocar, a su vez, fascinación hacia un artista que ha conseguido hacer una marca con su característico estudio del volumen.