NUNCA tuve 3.000 pares de zapatos, eran 1.060", aclaró Imelda Marcos, esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos, en 1987. Nadie ha podido notificarlo, pero al margen de números la colección de la ex primera dama se hizo casi más famosa que ella.
Mientras el pueblo filipino vivía en la miseria, con un PIB per cápita de 570 euros anuales, y andaba medio descalzo o miserablemente calzado, Imelda llevaba una vida opulenta. Aquella fue una época (1965-1986) donde la entonces primera dama filipina fascinaba por su imponente colección de zapatos de lujo y sus llamativos y caros ropajes. Pero todo aquello acabó en 1986, cuando la familia Marcos tuvo que huir precipitadamente al estallar una revuelta popular apoyada por el ejército. Una fuga en la que dejaron atrás una ingente cantidad de efectos personales, entre ellos la célebre colección de 1.220 pares de zapatos de las marcas más caras del mundo. Si en realidad tenía 3.000 o más... nunca se supo.
Hasta hace un par de años, aquella colección, junto a otros complementos y vestidos de gala, estaba guardada en más de 150 cajas de cartón que se amontonaban en el palacio presidencial de Malacañang, junto al río. Allí, la humedad que se adueñó del lugar comenzó a destrozar aquellos recuerdos de un lujo trasnochado y de una época de la que Filipinas ha intentado olvidarse. Para evitar su deterioro aquellas cajas fueron trasladadas al Museo Nacional. De Guatemala a Guatepeor. Allí fueron abandonados en una sala cerrada. Y así estuvieron hasta hace unas semanas, cuando la sala se inundó por las lluvias tropicales del último mes, debido a las goteras existentes en el techo. Está todo destrozado. Un grupo de conservadores del Museo Nacional se ha puesto manos a la obra para llevar a cabo una tarea de recuperación que parece imposible. El último símbolo de la era Marcos se lo han comido las termitas.