Vitoria. La última remesa anual de libros en el Estado suma 83.000 títulos, cifra de balda inabarcable. "Muchos de esos libros no llegan ni siquiera a la mesa de novedades", reconoce Asier Muniategi, coordinador de la campaña de ferias del libro de Euskadi. Son los editores los que "deciden cuándo descatalogan" los volúmenes, cuando esos náufragos llegan, con precio irrisorio si se compara con el original, al circuito de la feria de ocasión y de saldo, que tras su paso por Donostia vuelve a su tradicional cita con Gasteiz, desde hoy y hasta el 7 de octubre.

La Avenida Gasteiz vuelve a ejercer de anfitriona de esta vigésimo sexta edición del encuentro, hasta el que hasta 34 librerías acercan piezas que se quedan en torno al 20% de su ticket primigenio, tirando por los suelos cualquier gravamen de IVA. "Aquí no se puede decir eso de que no leemos porque son caros", puntualiza Muniategi, que destaca entre la versatilidad de preferencias de los gasteiztarras un tirón innato de la novela y del libro destinado al público infantil. En el apartado temático, se impone el interés por los libros que dedican sus páginas a la micología, "quizás porque coincide con la época".

Además de ofrecer estas gangas editoriales -y también algunas musicales- al público, el objetivo que siempre persigue esta feria es "acercar el libro". El concejal de Servicios a la Ciudadanía, Alfredo Iturricha, destaca la afición lectora del vitoriano, reflejada en los 330.000 volúmenes anuales que prestan las bibliotecas -a más de uno por habitante-, algo que aplaude Josu Leguina, presidente de la Cámara del Libro de Euskadi. "Hay que recordar que hay una industria editorial y es importante que se mantenga", apunta, recalcando la necesidad de que las adquisiciones de estos centros tengan como origen los comercios vascos para impulsar en paralelo las ventas y la estabilidad del medio.

Un medio que verá desde hoy como sus descartes juegan una partida propia en el clásico recorrido de la Avenida. "Siempre que el tiempo ha acompañado ha tenido buen resultado", reconoce Muniategi. Los libros parecen comportarse como las setas. Estos no son tan frescos, pero igual de jugosos.