Algunos profesores también reciben clases. También hay lectores a los que les da por escribir. Al profesorado lector de la UPV la música le ha dado -como a todos- muchas lecciones de vida, y para devolverlas se ha puesto a escribir una nueva línea paralela a la meramente lectiva. Si el año pasado dedicó una muestra a la labor de varias escritoras, éste viaja al pentagrama y sus protagonistas, y con la ayuda de alumnos y organiza La música a través de sus mujeres, recorrido por intérpretes femeninas que -en muchos casos- reclaman su presencia entre el público vasco.
"Es difícil escoger sólo tres mujeres", reconoce Julia Brade, lectora de alemán. Por ello, a pesar de cumplir ese límite en su panel expositivo, no puede evitar hablar de más figuras de la música germana, desde Nina Hagen hasta una Dota -princesa de la calderilla- que envía un vídeo para la presentación de la muestra. Brade escoge después a la compositora y pianista Clara Schuhman, eclipsada por su marido Robert a pesar de una calidad que le llevó -anécdota- a ser icono del billete de 100 marcos. "Se casó, tuvo hijos y dejó que él se ocupara de la música". Saltando a la actualidad, Brade propone a dos cantantes que reivindican el alemán en sus temas, como Joy Denalane y su pátina soul o una Judith Holofernes -en la biblia, Judith decapita a Holofernes- que "con su éxito provocó una ola de deutsch-pop".
Xabier Iglesias, lector de catalán, confiesa de entrada que trató de encontrar, sin éxito, una compositora del estilo por antonomasia, la sardana. "Tengo que investigar más". Lo mismo le ocurrió con la música clásica, y en el rock encontró ejemplos, pero no demasiado relevantes. Caballé es su primer referente, seguido por María del Mar Bonet y por una Ana Roig a la que enclava en una suerte de nova nova cançó, uniendo en su apuesta musical calidad y futuro. "Son tres generaciones consecutivas con estilos diferentes".
Débora Álvarez tuvo el problema inverso de su colega catalán, con una música gallega donde "la mujer tiene un peso fundamental", sobre todo en los clásicos alalás, melodías cien por cien autóctonas. Más complicado lo tuvo la mujer en instrumentos claves del folklore como la gaita, donde intérpretes como Cristina Pato fueron las que "abrieron una pequeña escuela".
Un taladro lejano trata de competir con la explicación de Miki Nishu, lectora de japonés, que apuesta por la "actividad notable" de la música clásica en su país, con figuras como Hiroko Nakamura (piano) o Akiko Suwanai (violín), mientras que su colega Natalia Petrovskaya hace lo propio y apuesta por Irina Arjipova, Aleksandra Pajmutova o Veronica Dudarova, todas ellas especialmente longevas. "Igual el amor por la música influye en la longitud de la vida".
Simón Lambert, lector de francés, escoge a Marie Pleyel o Isabelle Kabatu, y, a pesar de estar ausentes, también dejaron huella árabe -Om Kalsoum- la profesora Zeinab Shawky e italiana su homóloga Lucía Barbato, con el sonido de Mina y su Parole parole. Más palabras y secretos descansan hasta el día 27 en la muestra del hall de Letras, que se clausura con charla de Xurxo Souto y música de la pianista catalana Mia Coma y el dúo gallego Sés.