Vitoria. Penúltima cita la que hoy vivirá el Festival de Jazz de Gasteiz con Mendizorroza, aunque sería mejor decir que es la última doble sesión de este año porque mañana Sonny Rollins será el único protagonista de la clausura. Pero eso ya llegará. No hay que correr. Porque primero hay que disfrutar de lo que esta noche serán capaces de ofrecer dos buenos amigos de la capital alavesa, Fred Hersch (su amistad es más reciente pero igual de entrañable) y Pat Metheny (otro vitoriano más a estas alturas).
Junto a la de ayer y a la de mañana, la jornada de hoy ha estado desde el principio entre las más solicitadas por el público, aunque todavía quedan entradas por el precio de 35 euros para un encuentro que dará comienzo a las 21.00 horas. Será en una jornada de contrastes porque aunque estén encuadrados en el mismo género y a los dos les mueven las ganas de ir casi siempre un paso más allá, pianista y guitarrista tienen dos propuestas sonoras bien distintas.
Por supuesto que Hersch era un nombre de relevancia antes de su visita el año pasado a Gasteiz. Pero para el Festival de Jazz y para muchas de las personas que tienen relación con el certamen (periodistas, espectadores, voluntarios...) hubo un antes y un después de conocerle en persona y dejarse atrapar por el excepcional concierto que el norteamericano ofreció en el Principal dentro de la sección Jazz del Siglo XXI.
El pianista vino con dos funciones hace doce meses. Por un lado, ser el único protagonista del Seminario de Jazz, una iniciativa que, por desgracia, este año se ha perdido por los recortes a los que obliga la crisis económica. Ya allí, entre decenas de estudiantes, el también compositor hizo algo más que satisfacer las expectativas de sus alumnos. Por otro, tocaba el mencionado recital en la calle San Prudencio, una actuación solo con el piano que cosechó un gran éxito y unas críticas de la prensa cercana y lejana más que positivas.
En esos días en los que hizo de Vitoria su segunda residencia tuvo tiempo, y una amabilidad abrumadora, para encontrarse con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA y decir, entre otras cosas, una frase que es muy adecuada para lo que puede pasar esta noche en Mendizorroza: "decido el repertorio diez minutos antes del concierto aunque a menudo lo cambio en mitad de la actuación". Claro, a partir de ahí, hacer cualquier predicción sobre lo acontecerá en el primer concierto de esta última doble sesión es aventurarse a lo tonto.
Da igual. Hersch tiene en sus manos una larga trayectoria que le ha colocado en lo más alto de la escena internacional, un camino que ha tenido que compartir, cosas de la vida, con su lucha contra el sida y su apoyo denodado a los afectados por esta enfermedad a través de distintas fórmulas. Alone at the Vanguard es su último trabajo y con él consiguió dos nominaciones a la última edición de los Grammy.
Tras el perceptivo descanso de cada día, al polideportivo regresará un Metheny que en ese mismo escenario ha hecho ya casi de todo. Por cierto, él, y eso es algo que comparte con Hersch, también ha sido profesor del Seminario de Jazz del certamen vitoriano.
Más de uno puede caer en la tentación de pensar que a estas alturas, el guitarrista ya no puede ofrecer nada nuevo a un respetable que incluso le ha visto tocar temas de Kepa Junkera. Se equivoca. El norteamericano es capaz de muchas cosas como seguir creciendo en lo musical y mantener, por imposible que parezca, esa mata de pelo decostruida sobre su cabeza.
A estas alturas, poco se puede añadir a lo que se ha dicho una y mil veces sobre este hombre capaz de inventar instrumentos imposibles de 42 cuerdas, de saber rodearse de jóvenes promesas a las que ha dado pie para seguir su camino, de colaborar con casi todo el que se lo ha propuesto como, por cierto, Sonny Rollins... Casi una veintena de Grammy hablan de ello.
En esta ocasión, además, Metheny acude con dos amigos habituales como son el contrabajista Ben Williams y el batería Antonio Sánchez (que tiene unos cuantos fans en el pabellón) y un tercer componente que podría haber encabezado en solitario cualquier doble sesión de este año en el festival, el saxofonista Chris Potter.
Con esta denominada Unity Band, el guitarrista volverá a verse las caras con un público que le conoce bien y, por tanto, siempre le exige un plus. Hasta ahora, él ha cumplido en cada visita y nada hace pensar que no vaya a pasar lo mismo esta vez. Es más, lo extraño es que no se saque algún as de la manga para hacer de esta noche una cita especial. Con él, nunca es una más.