ES decano. Y va de -anos y demás orificios sociales. Por ellos cuela sin cesar escatología y crítica. Y las puertas del lector se abren de par en par porque dos llaves maestras, exceso e ingenio, estampan su sello en cada ejemplar. El cauce de meadas en la jeta de la revista no ha parado en un cuarto de siglo. El caudal ya es rioplatense y en él siguen zambullidos políticos, fuerzas del (des)orden, burguesía, mentes adocenadas, Iglesia y monarquía, los protagonistas de la portada de un número 117 que celebra su vigencia en bares y kioscos, en wateres y bibliotecas. El TMEO está vivo... Y siempre ríe. Si no, no sería TMEO.
El autor de la última portada es Furillo, que recuerda bien cómo entró en contacto con estas sucias páginas que le envenenaron de carcajadas. Fue "en una tienda de cómics de Zaragoza. Me cautivó su cáustica portada. "España no va bien: Vuelve Mekano", y salían los mendas del grupo en la misma postura que en la portada del disco que acababan de sacar pero uno vestido con un tonel, el otro sin pantalones y la gachí con una araña colgándole de la entrepierna. Me meaba con aquello. Era el año 98. Ahora solo nos faltaría que volviera Mecano".
Lo de Ata fue mucho antes, "en Crash Cómics, la tienda que llevaba Kini en la Herre. El número 0, con ese portadón de Simónides que saltaba a lo bestia en la estantería de novedades que había a mano derecha según entrabas". La revista había nacido en Iruñea, pero pronto se mudó a ese rincón donde aún hoy pervive, sin formato balda.
Mauro Entrialgo va un poco más atrás en el tiempo, en una reunión en la que también estuvo Iñaki Larrimbe. "Ernesto Murillo nos reunió a varios dibujantes de Vitoria a principios de 1987 para contarnos la idea que tenían en Pamplona de juntar esfuerzos fanzineros de las distintas provincias y montar algo más que un fanzine de historietas al uso con color, gran tirada, amplia distribución... Todavía no se había decidido qué nombre tendría la publicación, pero en ese momento ya empezamos todos a dibujar páginas para ella".
También trazaba ya por entonces Santi Orúe, otro de los más activos. "La gente del mundo del tebeo nos conocíamos en Vitoria. De hecho, existía TBEOS COPÓN, donde autoeditábamos nuestros cómics, así que cuando empezó TMEO se contó con la cantera de Vitoria".
Cantera como la que se renueva con el paso de los años y la expansión del fanzine con gente como El Diek, que descubrió el TMEO "de forma indirecta,a través de conocer a Álvarez Rabo en El Víbora y de investigar, un poco, sus orígenes". También en Barcelona se hizo adicto Roger. "Con 14 años bajaba cada mes a la librería Makoki a proveerme de tebeos y fanzines. La estrella era, sin lugar a dudas, el TMEO". El caso más común podría ser el de Igor Fernández. "No recuerdo cuándo conocí el TMEO, porque creo que ha sido algo que ha estado siempre ahí. Hay que tener en cuenta que casi tengo la misma edad que la revista. Lo que sí es cierto es que no empecé a leerlo con regularidad hasta 2008, que es cuando empecé a colaborar".
Igor es uno de los últimos incorporados a la revista, que se nutre de firmas férreas y constantes novedades. En su caso, un concurso fue la llave. "Empecé a publicar gracias al concurso de Crash Cómic. Poco después del fallo, me llamó Larri diciéndome que les gustaba la página y preguntando si no me importaba que apareciera publicada en el TMEO. Yo encantado, por supuesto. A partir de ahí empezaron las colaboraciones regulares, al principio chistes sueltos de mi blog que iban colocando donde podían encajar, hasta hoy, que podría decirse que me reservan un hueco en todos los números". Un certamen fue también trampolín de Ata, años antes. "Lo conovocó la cafetería Río. Entre el jurado había varios temeístas, me dieron el tercer premio, y Kini me invitó a colaborar en el siguiente número, el de verano de 1988, el número 4". Ha llovido -orina- desde entonces. También hasta el número 96, que sirvió de estreno a El Diek, "allá por noviembre-diciembre del 2007, con las tiras del personaje Johnny Sarro. Más tarde, lo abandoné para publicar unas historias autoconclusivas, Lobestori".
Lobestori... El juego de palabras es materia prima esencial del TMEO. También el surrealismo. Más allá de la página, los comienzos creativos de Roger tienen un punto digno de historieta. "Empecé a dibujar porque me encontré en un contenedor muchos sobres grandes de unas oficinas que estaban desmantelando. Como ya tenía los sobres, sólo tenia que hacer dibujillos y mandarlos, y eso hice. Mandé al TMEO y al Paté de Marrano. Creo que la primera tira que salió publicada fue en el 27. Una estrofa de una rumba de Peret, creo".
Más correosa, como una página del Piñata, es la historieta inaugural de Furillo. "En el 99 les mandé un par y me dijeron que no les habían gustado porque había muchas pollas y coños. Pero, como fueron muy amables y educados, les volví a mandar alguna cosica y para el 57 me publicaron por primera vez una historieta de un personaje que tenía que era una especie de doble pasado de rosca de José Luis López-Vázquez y una página que se titulaba ¿Tengo cojones?, en la que el típico parroquiano de bar se preguntaba atormentado si su actitud vital, si escupir gargajos, si hablar de fútbol y toros gritando, si bufarse en las banquetas del bar hasta derretirlas era tener cojones o por el contrario él era un simple mierdas. A partir del 60, no nos hemos vuelto a separar. Desde entonces las pollas y coños han sido miles".
Sí. Podrían contarse por miles los genitales desde aquel número 0 en el que Entrialgo debutaba "con una historieta dibujada a medias con Kini y con otra mía en solitario de Herminio Bolaextra, hoy en día, por cierto, el único personaje del TMEO que ha aparecido absolutamente en todos sus números". Dos ejemplares después llegaba Orúe. "Lo primero que hice para el TMEO fue currarme los anuncios para dos bares vitorianos que se anunciaban", labor de zapa que vale tanto como cualquier viñeta. Como esa primigenia que, de nuevo, se encarga de desdibujar el tiempo para Larri. "No recuerdo bien cuando empiezo, no tengo los primeros números para comprobarlo -en casa del herrero cuchara de palo-, pero en el número 2 publico media página. Y creo que de los 117 números habré dejado de publicar en cuatro ocasiones como mucho".
Es la clave. Fidelidad. Por militancia. Por ansia. Porque el TMEO mola. Les da grandes momentos como autores y como lectores. ¿El mejor? "Tengo especial cariño a Los siameses", explica Larri, "una pareja de personajes muy amorales que la liaron parda durante más de una veintena de números". Roger se queda "con una de Jokin sobre un tío que hacia de Curro, la mascota de la Expo, pero cualquier cosa de Simónides, Zaldi Eroa, Álvarez Rabo, Ata, Furillo, Orúe, Palli o Piñata son divinas palabras. La fuente del ingenio, el colmo de la rechifla y el puto cachondeo en estado puro. Humor de altísimo riesgo".
La elección, como suelen decir, no es baladí. "Es complejo, no he sido seguidor a lo largo de sus 25 años", explica El Diek, "pero me viene a la cabeza una de Ata en la que unos curas buscan a niños atrapados bajo las ruinas del desastre de Haití. El metodo es delirante. Un cura lleva a otro en la posición de carretilla, sin pantalones, y si se empalma es que detecta un niño... Para rematar, en el dibujo donde se ejemplifica el método, el cura empalmado dice "aquí hay tres... O uno muy guapo...". Al propio Ata, "lo primero que publicó Álvarez Rabo como tal, me dejó perplejo; se titulaba Si te cagas en dios no te fíes de los pingüinos, sobre Salman Rushdie. Posiblemente no sea la mejor, pero me hizo ver el cómic de otra manera".
Orúe se queda con dos portadas, la de Garzón detiene al Athletic de Bilbao y la de Se nos casa la elefanta. Furillo, directamente, no puede escoger. "No sabría decir cual. Lo bueno es que en todos los números hay algo que te arranca unas risas y que te hace pensar. Te hace pensar que estamos un poco zumbaos".
La locura avanza. "Como 25 años en la vida de cualquiera, han pasado muchísimas cosas y no todas en una misma dirección; ha habido cambios internos y coyunturales pero la esencia es la misma. Evolución como tal, poca", opina Ata. Para El Diek, la perdurabilidad del sello también es evidente. "Creo que la evolución ha sido más a nivel técnico que ideológico; se mantiene bastante fiel a su idea inicial y no tiene pinta de dar a su brazo a torcer". Furillo se une. "Desde que la conozco no ha cambiado en la esencia. Si acaso, se ha hecho más universal. Ante la auténtica mierda que nos rodea, ante el fango económico y social en el que braceamos, se ha convertido, por derecho propio, como dijo aquel, en la auténtica reserva moral de occidente".
Mauro tira de perspectiva histórica para encontrar un movimiento clave, el de la idea concebida, que no preconcebida. "Al margen de las lógicas idas y venidas de autores, la evolución más relevante fue la que transformó la idea original de una revista de historietas de todo tipo a una revista exclusivamente de humor. De un tipo de humor costumbrista con tendencia a la salvajada muy concreto. Sucedió de forma natural en los primeros años: cada vez menos gente entregaba colaboraciones que no fueran de humor, y las pocas que se publicaban de otros géneros chirriaban en el concepto que se había ido creando. No hubo una definición primigenia de contenidos, pues: cada uno fue entregando lo que le dio la gana y el estilo TMEO apareció solito".
¿Evolución? Roger lo tiene claro. "Creo que es una reserva de descerebrados inmune a los procesos de sofisticación que presumiblemente han andado ocurriendo en la sociedad vasca. Creo que no somos permeables ni a la finura ni a las subtilezas. Por suerte o por todavía más suerte éstas son unas características esenciales del ADN del TMEO, tan intactas hoy como hace 25 años. Ha evolucionado la edición, pero los valores de humor de autodefensa violenta, el pacto tácito de sobrarse siempre un milimetro más y el potaje ideológico desgarvao y absolutamente al margen se mantienen hoy tan fresquitos y asilvestrados como el primer dia".
El primer día. Siempre hay un primer día. ¿Qué será del siguiente? "Pues no lo sé. El sistema de distribución del TMEO que ha funcionado tan bien parece ahora un modelo en crisis. Y la distribución hoy en día es un filtro económico que se usa, de solapillo, como filtro ideológico. Si somos capaces de encontrar canales sólidos de distribución alternativa sobreviviremos. Aunque creo que en este mundo cada vez hay más oferta pero cada vez esa oferta proviene de menos tinglados editoriales. Estamos viviendo unos tiempos de pobreza en la diversidad de publicaciones espantosa. La mitad de la basura que hay en los quioscos está ahí sólo para saturar y ocupar el espacio donde quizas debería haber propuestas más críticas o más arriesgadas y provocadoras. Una sociedad que consume revistas tan sosas, adocenadas y adiestradas no es una sociedad sana. Es una sociedad sosa, adocenada y adiestrada".
¿Habrá 25 años más de pelea contra esos adjetivos? "El futuro del TMEO, como el de todo y todos, es complejo y no habría que pensar en si llegará a 25 años más o no. Que dure lo que tenga que durar, pero que se mantenga como hasta ahora, sin concesiones y mirando palante", firma El Diek. Para Igor Fernández, "estas cosas cada vez son más difíciles, pero si ha llegado hasta aquí, ¿por qué no 25 años más? Estoy convencido de que tiene una base de lectores bastante fiel".
Orúe cree que, "si se aguanta el temporal de esta crisis, el TMEO cumplirá 25 años más. Y yo que los vea". "Ojalá. Mientras la gente siga comprando el TMEO ahí seguiremos", asegura Larri. Puede que sean 25 "ó 250, aunque para ello necesitaremos, como siempre hemos necesitado, relevos de nuevos autores que se apunten a la causa de reírse de todo y, en especial, de la autoridad". TMEO en futuro. Futuro presente. "El futuro del TMEO lo veo dentro de dos meses, con el próximo número, disfrutando de hacerlo y de leer al resto. Si a cualquiera nos hubieran dicho en los orígenes que había que dibujar y mantenerlo vivo durante 25 años supongo que habríamos pasado en picado", afirma Ata. Furillo pone la puntilla, con texto digno de bocadillo. Deformación profesional: "El TMEO nunca morirá". Que siga meándonos en la jeta. Por muchos años. Por no decir anos. Gora TMEO!